Norteamérica inicia una nueva
era de libre comercio este miércoles 1 de julio de 2020 con la entrada en
vigencia del T-MEC, el acuerdo que moderniza el TLCAN. Pero el estreno se da en
medio de una pandemia, con las fronteras entre los tres socios parcialmente
cerradas y las economías en recesión.
El Tratado México, Estados
Unidos, Canadá (T-MEC) no arranca en un contexto particular, sino que está
lejos de eliminar toda la fricción entre los tres países, cuyas economías, que
suman el 27% del PIB mundial, se han vuelto interdependientes desde hace más de
dos décadas. El sucesor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN), en vigor desde 1994, sigue abarcando un mercado de casi 500 millones
de consumidores, con un flujo comercial de USD 1,2 billones en 2019.
Pero eso fue antes de que la
covid-19 llevara al mundo a la peor recesión desde la Gran Depresión hace casi
un siglo.
Ahora, los movimientos no
esenciales entre los tres países están prohibidos hasta el 21 de julio para
frenar la propagación del nuevo coronavirus, aunque la circulación de bienes se
mantiene. Y el FMI pronostica fuertes contracciones del PIB para este año: -8%
en Estados Unidos, -10,5% en México y -8,4% en Canadá.
Los tres países apuestan a la
implementación del nuevo pacto para sortear las dificultades.
“Más fuertes juntos”
“Creemos que el T-MEC garantizará que
Norteamérica siga siendo la potencia económica mundial y que el acuerdo creará
empleos bien remunerados para estadounidenses, canadienses y mexicanos”, dijo
el martes el subsecretario adjunto de Comercio Internacional de Estados Unidos,
Joseph Semsar, en una videoconferencia organizada por el Wilson Center.
“Soy muy optimista”, señaló en el mismo foro la subsecretaria de Comercio Exterior de México, Luz María de la Mora. “Mi deseo es que dentro de un año podamos volver a la normalidad en términos de actividad en América del Norte, y mantener el dinamismo que tenemos”. Para la comisionada jefe de Comercio de Canadá, Ailish Campbell, las fortalezas del pacto se verán al garantizar las cadenas de suministro. “Somos más fuertes juntos, este es el momento correcto para que el acuerdo correcto entre en vigor”, dijo.
Para celebrar, México confirmó
que el presidente Andrés Manuel López Obrador visitará a su par estadounidense,
Donald Trump, el 8 y 9 de julio en Washington, en su primer viaje fuera de
fronteras en 18 meses de gobierno. “Voy a atestiguar el inicio del
tratado que considero nos va a ayudar mucho a los tres países”, dijo.
A la cita también podría
sumarse el primer ministro canadiense, Justin Trudeau.
“Calma antes de la tormenta”
El T-MEC, promesa electoral de
Trump, fue negociado por los tres socios desde 2017. Trump estaba decidido a
acabar con el “ nefasto ” TLCAN, al que acusaba de haber destruido miles de
empleos en Estados Unidos, en particular en la industria automotriz, con la
reubicación de la producción en México, donde la mano de obra es más barata.
Tras maratónicas
conversaciones, el T-MEC se firmó el 30 de noviembre de 2018. Pero el texto
original fue enmendado en el Congreso en Washington, donde la oposición
demócrata sumó cláusulas para evitar la competencia desleal mexicana.
Trump, que busca la reelección,
rubricó la versión final en enero presentándola como una “victoria colosal”
para los trabajadores estadounidenses.
“Este entusiasmo no es
injustificado”, opinó Duncan Wood, experto en México del Wilson Center. “Pero
puede ser solo la calma antes de la tormenta”.
Con el historial agresivo en
materia comercial de la administración Trump, no sería raro que surgieran
diferendos.
De hecho, el representante
comercial estadounidense, Robert Lighthizer, advirtió el 17 de junio en el
Congreso que Estados Unidos evalúa presentar una queja a México por falta de
aprobación de productos biotecnológicos estadounidenses, y que vigilará “muy de
cerca” al protegido sector lácteo de Canadá.
No sólo eso: según reportes de
prensa, Trump evalúa volver a imponer aranceles al aluminio canadiense, como ya
hizo en 2018 en plena discusión del T-MEC, una posibilidad que esa semana
Trudeau consideró “preocupante”.
El T-MEC modifica las reglas
de origen de la industria automotriz: el 75% de la producción debe tener
insumos norteamericanos, entre el 40% y el 45% debe ser fabricado por operarios
que ganen al menos 16 dólares por hora, y el 70% del acero y aluminio de un
vehículo debe ser norteamericano.
Además, incluye disposiciones sobre comercio
electrónico, protecciones a la propiedad intelectual y mecanismos de solución
de controversias para los inversores, mejorando el TLCAN.
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