Alemania asumió la presidencia
del Consejo de la UE y quiere poner nuevos acentos en su política con respecto
a China. Decidirse entre la economía y los valores es difícil e inevitable.
"La crisis del coronavirus
hace que cualquier otro tema de política exterior sea secundario", dijo a
DW Daniel Gros, jefe del think tank "Centre for European Policy
Studies" (CEPS). No obstante, uno de los grandes temas dominantes de la
pandemia es el fondo de rescate multimillonario de la Unión Europea (UE). Y
cuando se trata de la economía, China nunca está tan lejos.
La economía y los empleos en
Europa han estado desde hace mucho tiempo estrechamente vinculados con la
creciente potencia de Asia. El gigante asiático es el segundo mayor socio
comercial de la UE después de EE. UU. Sin embargo, los lazos estrechos con
estos dos países generan preocupación, estimó en tanto Sebastian Heilmann,
politólogo y sinólogo de la Universidad de Trier.
"Mientras que Europa
desconfía cada vez más de Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump,
China también ha perdido mucha credibilidad y confianza, por lo que Europa
ahora tiene que caminar por sí misma", explicó.
¿Una dependencia no saludable?
La crisis del coronavirus ha
evidenciado la dependencia de la economía europea de China. Por un lado, muchas
empresas en Europa han sufrido por la ruptura de las cadenas de suministro como
resultado del brote del virus en China. Por otro lado, China es un mercado
importante, especialmente para Alemania. Un ejemplo: En ningún otro lugar se
venden más autos Volkswagen que en China.
Heilmann afirmó a DW que
Europa debería pensar en su propio modelo de crecimiento. Las economías
orientadas a la exportación alcanzarían sus límites si los mercados mundiales
comienzan a fluctuar. "Los europeos no podrán evitar esta gran decisión,
esta gran tarea para los próximos años", recalcó.
Valores o economía
Las consecuencias de esta
decisión son trascendentales porque China es naturalmente consciente de su
influencia, que utiliza política y económicamente. En diciembre de 2019, por
ejemplo, el embajador chino en Alemania, Wu Ken, amenazó con "consecuencias"
si el gigante tecnológico chino Huawei quedaba excluido del mercado alemán de
redes 5G. "El gobierno chino no ignorará esto", dijo Wu, aludiendo
también a la industria automovilística alemana, donde China ocupa el mercado de
ventas más importante.
"Al final, debe quedar
claro que los reveses económicos deben ser aceptados para mantener la
independencia. De lo contrario, se dependerá de un sistema autoritario, cuyos
valores y reglas de juego no son compatibles con la UE", señaló Heilmann.
Una decisión difícil
Andreas Fulda, sociólogo y
experto en China de la Universidad de Nottingham, pide por lo tanto un rápido
cambio de paradigma en Berlín y Bruselas, es decir, un alejamiento de la
política de China impulsada por el comercio y un rediseño de la relación UE-China
con una orientación de valores. El académico lanzó una petición en línea con
25.000 partidarios hasta ahora.
Además, Fulda criticó el lobby
de las industrias alemanas del automóvil, química y de las tecnologías de la
información, que tienen demasiada influencia en la orientación estratégica de
la política alemana hacia China.
"La anterior política
alemana de China 'Wandel durch Handel' (cambio a través del intercambio
comercial) ha fracasado porque China se ha vuelto económicamente más moderna,
pero políticamente no es ni liberal ni democrática. Por otra parte, el Estado
chino se ha vuelto económicamente más poderoso y militarmente amenazante".
¿Posición común de la UE hacia
China?
Por su parte, el politólogo
Daniel Gros es escéptico cuando se intenta influir en China de alguna manera.
Ni el "Wandel durch Handel" ni una política de China orientada a los
valores sería exitosa. "China no quiere hablar de valores", subrayó
Gros.
Él estima que es Europa quien
debe hacer sus "tareas". Solo de esa manera los europeos serían
tomados en serio por el resto del mundo. Como ejemplos cita una agencia europea
de ciberseguridad, reformas estructurales e inversión en tecnología
independiente. Una política exterior común, que consiste solo en declaraciones,
pero que no tiene instrumentos, es inútil.
Si bien Europa carece de una
línea común, China está llevando a cabo una política activa de división en
Europa. Un ejemplo es el llamado grupo 16+1, en el que 16 países de Europa
central y oriental trabajan con China para explorar una nueva cooperación
económica. Los países de la UE también están reaccionando de manera diversa a
la iniciativa de la Ruta de la Seda del presidente chino, Xi Jinping.
En su calidad de Presidenta
del Consejo de la UE, Alemania había invitado originalmente a una Cumbre
UE-China en Leipzig en septiembre, para que todos los jefes de Estado y de
Gobierno de la UE se sentaran en la mesa de negociaciones con China. Este fue
un primer paso para encontrar un denominador común en la UE. La cumbre se
suspendió a causa del coronavirus.
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