Estos ataques, atribuidos a Al
Qaeda, la organización radical islámica fundada por Osama Bin Laden, se
convirtieron en un catalizador para que Estados Unidos llevara a cabo la
invasión a Irak en 2003.
La Administración Bush se
enfocó en invadir Irak bajo la premisa de que Saddam Hussein poseía armas
químicas y que estas podían caer en manos de Osama Bin Laden y los demás
miembros de Al Qaeda.
Sin embargo, dos elementos
desmentían dicha conjetura. Primero, el régimen dictatorial de Saddam Hussein
era secular, por lo tanto, no promovía ni apoyaba a grupos religiosos
islámicos. Segundo, Irak, tras la Guerra del Golfo de 1991, fue sometida a un riguroso
proceso de inspección a través de la Misión de las Naciones Unidas Encargada de
Controlar el Desarme de Irak (UNSCOM), lo que imposibilitaba que pudiera
ocultar o desarrollar armas de destrucción masiva.
Es relevante señalar que gran
parte de los actores de la comunidad internacional, en especial potencias
aliadas de Estados Unidos como Francia y Alemania, estaban conscientes de que
Irak bajo Saddam no constituía una amenaza para Occidente. Por lo tanto, se
opusieron decididamente a la invasión de 2003, lo que incluso provocó un fuerte
roce diplomático después de que el secretario de Defensa de EE. UU., Donald
Rumsfeld, llamara de manera despectiva a Francia y Alemania como la "vieja
Europa".
Tras los ataques del 11 de
septiembre, la Administración Bush asumió la doctrina de la "guerra
preventiva" bajo un esquema de unilateralismo, lo que afectó la
legitimidad de las organizaciones internacionales en la gobernanza global.
Recordemos que en marzo de
2003, Estados Unidos, junto a Reino Unido y un pequeño grupo de países,
invadieron Irak contra viento y marea.
Aunque la invasión a Irak
terminó con el régimen de Saddam Hussein, el país quedó sumido en el caos y al
borde de una guerra civil entre grupos religiosos, que todavía luchan por el
control del poder tras la caída del dictador iraquí.
Es importante destacar que, si
bien es cierto que derrocar el régimen de Saddam fue relativamente fácil, no
ocurrió lo mismo con el control del territorio, en el que miles de soldados de Estados
Unidos y sus aliados perdieron la vida o resultaron gravemente heridos en
combates.
Finalmente, observamos que 17
años después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, los errores cometidos
por EEUU en la lucha contra el terrorismo han dejado un planeta más inseguro y
expuesto a los ataques por parte de grupos radicales islámicos.
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