Las consecuencias del terremoto del 11 de marzo y la parada de las centrales nucleares siguen impidiendo, once días después, que las empresas japonesas puedan recuperar su actividad normal en un abanico de sectores que van desde el automovilístico a la edición de mangas.
Fábricas sin funcionar, cortes de corriente eléctrica, racionamiento de combustible, entregas imposibles, el engranaje de la economía japonesa está agarrotado y el funcionamiento de los circuitos logísticos, habitualmente fluidos, totalmente desorganizado.
Numerosas plantas de producción de piezas para automóviles y componentes electrónicos (sectores que cuentan con miles de empresas de todos los tamaños y emplean a millones de personas) están paradas o trabajan a medio gas.
"Hemos relanzado el trabajo en varias partes y preparamos la reanudación en otras", explicó el martes Sony.
"Sin embargo, incluso en las instalaciones que no han sufrido daños directos, la producción es imposible debido a los problemas de suministro de materiales y componentes y de alimentación eléctrica", dice el grupo.
Como consecuencia, "estamos obligados a suspender la actividad en cinco fábricas".
El número uno mundial del automóvil, Toyota, no empezará el ensamblaje de vehículos en Japón antes del 27 de marzo, como muy pronto, por las mismas razones.
Tres son las causas principales de esta situación, que tiene efectos incluso allende las fronteras del archipiélago.
Primero, los daños causados a los medios de producción, incluida la desaparición de empleados, por el terremoto y posterior tsunami.
Asimismo, la parada de 14 reactores nucleares, entre ellos, los de Fukushima, que provoca cortes planificados de la electricidad para regular la demanda y las disfunciones de las redes de transporte y la ruptura de las cadenas de logística.
Las prefecturas de Myagi y Fukushima (noreste), las más devastadas, cuentan con al menos siete importantes fábricas de equipos para el sector automovilístico que están actualmente paradas.
Muchas de las empresas directamente afectadas por la catástrofe, como las fábricas de frenos, se encuentran incluso en la zona de evacuación decidida por las autoridades en torno a la central accidentada de Fukushima Daiichi (N°1) de donde salen sustancias radiactivas.
Los servicios de mensajería de puerta a puerta nacionales, que entregan todo en tiempo récord, están obligados a modificar sus servicios en las zonas asoladas y solo aceptan los sobres más simples de transportar.
Las repercusiones del parón de las empresas niponas va mucho más allá de sus fronteras, teniendo en cuenta la repartición del trabajo en Asia.
Japón suministra cada vez más componentes de altísima tecnología, ensamblados en productos terminados en fábricas en China, Malasia, Taiwán o los países occidentales con mano de obra barata.
En las circunstancias catastróficas actuales, ningún sector parece a salvo.
El lujoso hotel Shangri-La de Tokio, situado en el centro de la capital nipona, anunció que cierra temporalmente a causa de las perturbaciones logísticas y las dificultades de suministro eléctrico.
Al igual que el semanario de mangas para adolescentes Shonen Jump, que tira tres millones de ejemplares, las editoriales retrasan la salida periódica y libros, debido a la falta de papel por la paralización de importantes fábricas.
A estos problemas se puede sumar en las próximas semanas los efectos de la radiactividad en la cadena agroalimentaria también afectada.
El Banco Mundial estimó que la catástrofe que afectó al archipiélago podría costar entre 122.000 y 235.000 millones de dólares, es decir entre 2,5 y 4% del PIB de la tercera potencia económica mundial.
Fábricas sin funcionar, cortes de corriente eléctrica, racionamiento de combustible, entregas imposibles, el engranaje de la economía japonesa está agarrotado y el funcionamiento de los circuitos logísticos, habitualmente fluidos, totalmente desorganizado.
Numerosas plantas de producción de piezas para automóviles y componentes electrónicos (sectores que cuentan con miles de empresas de todos los tamaños y emplean a millones de personas) están paradas o trabajan a medio gas.
"Hemos relanzado el trabajo en varias partes y preparamos la reanudación en otras", explicó el martes Sony.
"Sin embargo, incluso en las instalaciones que no han sufrido daños directos, la producción es imposible debido a los problemas de suministro de materiales y componentes y de alimentación eléctrica", dice el grupo.
Como consecuencia, "estamos obligados a suspender la actividad en cinco fábricas".
El número uno mundial del automóvil, Toyota, no empezará el ensamblaje de vehículos en Japón antes del 27 de marzo, como muy pronto, por las mismas razones.
Tres son las causas principales de esta situación, que tiene efectos incluso allende las fronteras del archipiélago.
Primero, los daños causados a los medios de producción, incluida la desaparición de empleados, por el terremoto y posterior tsunami.
Asimismo, la parada de 14 reactores nucleares, entre ellos, los de Fukushima, que provoca cortes planificados de la electricidad para regular la demanda y las disfunciones de las redes de transporte y la ruptura de las cadenas de logística.
Las prefecturas de Myagi y Fukushima (noreste), las más devastadas, cuentan con al menos siete importantes fábricas de equipos para el sector automovilístico que están actualmente paradas.
Muchas de las empresas directamente afectadas por la catástrofe, como las fábricas de frenos, se encuentran incluso en la zona de evacuación decidida por las autoridades en torno a la central accidentada de Fukushima Daiichi (N°1) de donde salen sustancias radiactivas.
Los servicios de mensajería de puerta a puerta nacionales, que entregan todo en tiempo récord, están obligados a modificar sus servicios en las zonas asoladas y solo aceptan los sobres más simples de transportar.
Las repercusiones del parón de las empresas niponas va mucho más allá de sus fronteras, teniendo en cuenta la repartición del trabajo en Asia.
Japón suministra cada vez más componentes de altísima tecnología, ensamblados en productos terminados en fábricas en China, Malasia, Taiwán o los países occidentales con mano de obra barata.
En las circunstancias catastróficas actuales, ningún sector parece a salvo.
El lujoso hotel Shangri-La de Tokio, situado en el centro de la capital nipona, anunció que cierra temporalmente a causa de las perturbaciones logísticas y las dificultades de suministro eléctrico.
Al igual que el semanario de mangas para adolescentes Shonen Jump, que tira tres millones de ejemplares, las editoriales retrasan la salida periódica y libros, debido a la falta de papel por la paralización de importantes fábricas.
A estos problemas se puede sumar en las próximas semanas los efectos de la radiactividad en la cadena agroalimentaria también afectada.
El Banco Mundial estimó que la catástrofe que afectó al archipiélago podría costar entre 122.000 y 235.000 millones de dólares, es decir entre 2,5 y 4% del PIB de la tercera potencia económica mundial.
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