Por Jared Cohen
Los datos se convertirán en el “nuevo petróleo”, pero
serán las naciones, no la naturaleza, las que decidan dónde construir los
centros para almacenarlos.
El lugar donde se producen las revoluciones
industriales puede transformar los asuntos globales. En ese sentido, la Revolución Industrial en Gran Bretaña
convirtió a Londres en el centro de un imperio en el que nunca se ponía el sol.
Igualmente, la era digital despegó en Silicon Valley, haciendo de Estados
Unidos el hogar de las principales empresas tecnológicas del mundo. Sin
embargo, se observa que la inteligencia artificial (IA) impulsará la próxima
revolución industrial, la cual será global desde sus inicios. En un momento de
inestabilidad sin precedentes desde la Guerra Fría, construir la
infraestructura necesaria para sostener la revolución de la IA representa un
desafío geopolítico que tanto países como empresas deberán superar.
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