Joe Biden / presidente 46.º de los Estados Unidos
Hace cuatro años, enfrentábamos un invierno lleno de peligros y posibilidades. Nos encontrábamos inmersos en la peor pandemia en un siglo, la crisis económica más grave desde la Gran Depresión y el ataque más brutal a nuestra democracia desde la Guerra Civil. Sin embargo, nos unimos como estadounidenses y superamos esos desafíos con valentía. Salimos adelante, más fuertes, prósperos y seguros.
Hoy, contamos con la economía más sólida del mundo y
hemos generado un récord de 16,6 millones de nuevos empleos. Los salarios han
aumentado, la inflación sigue disminuyendo y la brecha de riqueza racial es la
más baja en 20 años. Estamos reconstruyendo nuestra nación en su totalidad:
comunidades urbanas, suburbanas, rurales y tribales. La industria manufacturera
está regresando a Estados Unidos, lideramos nuevamente el mundo en ciencia e
innovación, incluida la industria de semiconductores, y convencimos a las
grandes farmacéuticas para reducir el costo de los medicamentos recetados para
las personas mayores.
Hoy en día, más estadounidenses cuentan con seguro
médico que nunca. He firmado una de las leyes más importantes para apoyar a
millones de veteranos expuestos a materiales tóxicos y a sus familias, así como
la legislación climática más trascendental de la historia. También hemos
aprobado la primera gran reforma de seguridad en armas en casi 30 años.
Actualmente, la tasa de delitos violentos es la más baja en 50 años.
Me postulé a la presidencia porque creía que el alma
de Estados Unidos estaba en juego. La esencia misma de quienes somos estaba en
peligro, y eso no ha cambiado. Estados Unidos es una idea más poderosa que
cualquier ejército y más vasta que cualquier océano; es la idea más influyente
en la historia del mundo. Esa idea radica en que todos somos creados iguales,
dotados por nuestro Creador de ciertos derechos inalienables, entre ellos la
vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Nunca hemos vivido plenamente
según este principio sagrado, pero tampoco lo hemos abandonado. Y estoy
convencido de que el pueblo estadounidense no lo abandonará ahora.
La vicepresidenta Harris y yo hemos solicitado a
nuestro equipo que prepare un informe detallado del progreso alcanzado durante
los últimos cuatro años. Comparto este legado con ustedes y espero que hagan su
parte para seguir construyendo sobre el progreso logrado.
He tenido el privilegio de servir a esta gran nación
durante más de cinco décadas. En ningún otro lugar del mundo un niño tartamudo,
nacido en la humildad de Scranton, Pensilvania, y criado en Claymont, Delaware,
podría soñar con llegar a ocupar el escritorio de la Oficina Oval como
presidente de los Estados Unidos. He dedicado mi corazón y mi alma al servicio
de este país y, a cambio, he recibido innumerables bendiciones: el amor y el
apoyo incondicional del pueblo estadounidense.
La historia está en sus manos. El poder está en sus
manos. La idea de Estados Unidos está en sus manos. Solo debemos mantener la fe
y recordar quiénes somos: somos los Estados Unidos de América, y no hay nada
que no podamos lograr si lo hacemos juntos.
Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario