Por Juan González*
Si bien Rusia, tras la invasión a Ucrania,
se convierte en una “espada de Damocles” sobre la seguridad de los países de la
Unión Europea (UE) más próximos; el ascenso de China representa la principal
preocupación y el mayor desafío para los Estados Unidos en el sistema internacional.
Dos años después de la invasión de Rusia a
Ucrania, no se vislumbra el fin del conflicto. A pesar de la elaboración de
alrededor de diez proyectos de paz, tanto Ucrania como la Unión Europea (UE)
rechazan las condiciones Rusia para poner fin a la guerra, mientras que esta última
tampoco acepta las condiciones planteadas por Ucrania y la Unión Europea.
En ese sentido, el conflicto muestra un estancamiento,
dado que el objetivo de Rusia de tomar el control de Ucrania se ve obstaculizado
por la resistencia ucraniana, mientras que la disminución del apoyo de
Occidente está afectando las capacidades esta última para mantener la
contraofensiva.
Es relevante destacar que, hasta el momento, Estados
Unidos es uno de los principales beneficiarios de este conflicto, al
consolidarse como un importante exportador de gas natural y petróleo. Según
datos proporcionados por la Administración de Información Energética de los
Estados Unidos (EIA), en el primer semestre de 2023, las exportaciones de crudo
alcanzaron un máximo histórico de 3.99 millones de barriles al día en promedio.
Asimismo, la agencia de información energética estadounidense reveló que,
durante el mismo período, las exportaciones de gas natural también registraron
un récord, alcanzando un promedio diario de 20.4 mil millones de pies cúbicos.
Adicionalmente, el aumento del gasto en defensa por
parte de los aliados de Estados Unidos, particularmente Alemania y Japón,
quienes anunciaron un incremento del gasto militar al 2% del PIB tras la
invasión de Rusia a Ucrania, beneficia considerablemente el complejo militar-industrial
estadounidense.
Igualmente, el conflicto ha dejado en claro que la
Unión Europea no posee la capacidad para defenderse de una potencia como Rusia,
lo que la hace depender de Estados Unidos para asegurar su seguridad. Esta
realidad ha facultado a los Estados Unidos para exigir a la UE su respaldo en
la guerra comercial y tecnológica que sostiene contra China. Y esto ha quedado
evidenciado con el veto impuesto, el pasado año, por la empresa de Países
Bajos, ASML, a las exportaciones de máquinas de litografía de última generación
al gigante asiático, las cuales son fundamentales en la fabricación de los
chips avanzados.
Si bien Rusia, tras la invasión a Ucrania, representa
una “espada de Damocles” sobre la seguridad de los países de la Unión Europea
más próximo, el ascenso de China es la principal preocupación y desafío para
los Estados Unidos en el sistema internacional.
En ese tenor, la preocupación por su seguridad llevó a
Finlandia, y próximamente a Suecia, a ingresar a la OTAN, convirtiéndose en un
importante revés estratégico para Rusia en la región del mar Báltico.
En tanto que, China también ha obtenido importantes
beneficios desde el punto de vista estratégico, ya que Rusia, por una necesidad
imperiosa, se ha hecho dependiente económica y tecnológicamente de ésta
superpotencia. Y este escenario ha permitido que el comercio entre ambos países
se desarrolle en gran medida en yuan. Además, China ha logrado que el yuan se
consolide en el BRICS como una moneda de reservas y de transacciones.
Finalmente, es pertinente indicar que en un análisis publicado recientemente por la revista Foreign Policy titulado: “Two Years On, What’s Next in Ukraine?”, el experto en Relaciones Internacionales, Jo Inge Bekkevold, sostiene que la invasión a Ucrania aceleraría la división geopolítica entre Occidente, encabezado por Estados Unidos, y el emergente eje chino-ruso. Y agregó que en este año "estaremos mucho más cerca de una división global bipolar".
*El autor es politólogo, experto en Relaciones
Internacionales.
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