Fareed Zakaria
Conforme Estados Unidos flaqueaba en su gestión de la pandemia
de coronavirus, muchos expertos han ido advirtiendo que China está utilizando
la situación para acrecentar su influencia en todo el mundo. Esto es parte de
un patrón familiar en el que Estados Unidos se inquietaba cuando sus
competidores o adversarios crecían y sus economías se enriquecían. Pero, de
hecho, una característica sorprendente del reciente panorama internacional han
sido los errores estratégicos de China.
El
ejemplo más significativo es la reciente incursión de China en la India, en el valle de Galwan,
muy disputado entre ambos países. Por razones que no están del todo claras, al
parecer las fuerzas chinas han ocupado aproximadamente 23 millas cuadradas de
tierra árida, provocando una escaramuza mortal. Esto ha
desencadenado una violenta reacción en India. Nueva Delhi ha intentado durante años mantener buenas relaciones tanto
con Estados Unidos como con China. El primer ministro de India,
Narendra Modi, se ha reunido con el presidente Xi Jinping 18 veces y, a menudo,
rechazó hablar de alinearse en cambio con Estados Unidos, siguiendo una
política exterior caracterizada como "multialineada".
Nadie piensa en ese término ahora. Los medios de comunicación indios han
estallado con un sentimiento antichino, y analistas serios están abogando por
un cambio brusco en su política exterior. El recientemente
retirado secretario de Asuntos Exteriores indio, Vijay Gokhale, escribió un
artículo de opinión argumentando que los vecinos de China deben dejar de ser
complacientes con los agresivos movimientos de China y reconocer que necesitan "una presencia militar estadounidense sólida" para
"ayudarlos a manejar la situación". Declara: "En la era
poscovid, disfrutar de lo mejor de ambos mundos puede que ya no sea una
opción".
Pensemos en las relaciones de China con sus otros vecinos. En los
últimos meses, barcos chinos han hundido o acosado
barcos de Vietnam, Malasia y Japón en áreas que esos países
consideran sus "zonas económicas exclusivas". Este tipo de comportamiento
ha llevado a una notable reversión estratégica en Filipinas. Bajo la
presidencia de Rodrigo Duterte, Manila se había alejado de
Washington. En febrero, Duterte anunció que estaba terminando el Acuerdo
de Visita de Fuerzas, un revés significativo para los esfuerzos de Washington
por mantener estrechos lazos militares en la región. Sin embargo, este mes,
Manila anunció que ya no revocaría ese acuerdo, "a la luz de los
acontecimientos políticos y otros desarrollos en la región".
O Australia, cuya economía se ha
beneficiado enormemente del ascenso de China. Como resultado,
Canberra ha estado buscando relaciones amistosas con Pekín. Eso se acabó. Las
autoridades australianas sospechan de China en una serie de ataques
cibernéticos contra el país, mientras que parece ser que Pekín ha estado
intimidando a los estudiantes chinos en Australia para que permanezcan leales,
y habría utilizado a los empresarios chinos en el país como agentes de
influencia.
En 2017, el jefe de inteligencia interior de Australia, Duncan Lewis, testificó ante el Parlamento australiano que la
interferencia extranjera —refiriéndose a la china— estaba teniendo lugar a
"una escala sin precedentes" y tenía "el potencial de causar
graves daños a la soberanía de la nación, la integridad de nuestro sistema
político, nuestras capacidades de seguridad nacional, nuestra economía y otros
intereses".
Más recientemente, después de que Australia solicitara una investigación
sobre los orígenes del coronavirus, China se movilizó para restringir
las importaciones australianas y desalentar el turismo allí,
mientras que los medios estatales catalogaron Australia como "un chicle
pegado a la suela del zapato de China".
China ha adoptado una política exterior de confrontación,
tanto en las palabras como en los hechos. El portavoz del Ministerio de
Asuntos Exteriores, Zhao Lijian, ahora es famoso por su lenguaje punzante, a
veces abusivo. A raíz del covid-19 y la discusión sobre la culpabilidad de
China en el manejo del brote, aireó una teoría conspiranoica de
que la enfermedad podría haber sido traída a China por el Ejército de EEUU.
La nueva generación de diplomáticos del país, los "Wolf Warriors",
tienden a ser igual de agresivos y prontos en la confrontación, creyendo que la
ofensa es la mejor defensa y amontonan escarnios contra cualquiera que dude de
la propaganda del país. También han presionado a los países para que elogien a
China, incluido por los envíos recientes de suministros médicos —que a menudo
han resultado ser defectuosos—.
Deng Xiaoping, el líder chino que llevó a su país a una cuasi
alianza con Estados Unidos e inició las reformas económicas, siempre había
aconsejado que Pekín no debería tratar de imponerse. "Esconde tu
fuerza", decía, parafraseando un proverbio chino. En 2005, un
asesor del presidente Hu Jintao escribió un influyente ensayo en la Foreign
Policy, "El ascenso pacífico de China al estatus de gran potencia",
ampliando el concepto de China como un gran poder silencioso.
Estas ideas podrían sonar como una “buena ciudadanía global”, pero se
fundamentaban en una certera comprensión de la posición geopolítica
de China. China no está creciendo en el vacío, sino en una
región con otros importantes países como Japón, India y Australia. Cada
acción que tome Pekín debe considerarse con relación a la reacción que causa en
las capitales de esas otras naciones. Gracias a sus acciones en los últimos
años bajo Xi, China se encuentra hoy en la misma situación estratégica que la
Unión Soviética durante la Guerra Fría: rodeada de países que se están
volviendo cada vez más hostiles hacia ella.
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