Henry Kissinger
El ex secretario de Estado norteamericano publicó
una columna de opinión en The Wall Street Journal sobre la crisis mundial por
el brote . “Los Estados Unidos deben proteger a sus ciudadanos y, con urgencia,
trabajar en la planificación de una nueva época”, afirmó
“La atmósfera surrealista que ofrece la pandemia de Covid-19 me recuerda
cómo me sentí cuando era joven en la 84a División de Infantería durante la
Batalla de las Ardenas. Ahora, como a fines de 1944, existe una sensación de
peligro incipiente, dirigido a ninguna persona en particular y que golpea al
azar y devastadoramente”, escribió Henry Kissinge en su columna publicada el 3
de abril en The Wall Street Journal. Sin embargo, advirtió,
hay una diferencia importante entre ese tiempo lejano y el nuestro: “La
resistencia estadounidense fue entonces fortificada por un propósito
nacional. Ahora, en un país dividido, es necesario un gobierno
eficiente y con visión de futuro para superar los obstáculos sin precedentes en
magnitud y alcance global. Mantener la confianza pública es crucial para la
solidaridad social, para la relación de las sociedades entre sí y para la paz y
la estabilidad internacionales”.
Para el ex secretario de Estado norteamericano las naciones son
coherentes y prosperan con la creencia de que sus instituciones pueden prever
calamidades, detener su impacto y restaurar la estabilidad. “Cuando termine
la pandemia de Covid-19, se percibirá que las instituciones de muchos países
han fallado”, pronosticó. “La realidad es que el mundo nunca será el
mismo después del coronavirus. Discutir ahora sobre el pasado solo hace que sea
más difícil hacer lo que hay que hacer”, agregó.
El número de personas contagiadas por el coronavirus en
Estados Unidos superó este sábado los 300.000, con más de 8.000 muertos en todo
el país, según los últimos datos de la Universidad de Johns
Hopkin.Además, el número de muertos en el estado de Nueva York, epicentro de la
pandemia de coronavirus en Estados Unidos, trepó a 3.565 este sábado tras
registrarse un récord de 630 decesos en las últimas 24 horas, informó el
gobernador, Andrew Cuomo.
“La administración de los Estados Unidos ha hecho un trabajo sólido para
evitar una catástrofe inmediata. La prueba final será si la propagación del
virus puede ser detenida y luego revertida de una manera y en una escala que
mantenga la confianza del público en la capacidad de los estadounidenses para
gobernarse a sí mismos. El esfuerzo de crisis, por extenso y necesario que sea,
no debe desplazar la urgente tarea de lanzar una empresa paralela para la
transición al orden posterior al coronavirus”, aseguró.
Sin embargo, advirtió que la agitación política y económica que
ha desatado podría durar por generaciones. “Ningún país, ni siquiera Estados
Unidos, puede en un esfuerzo puramente nacional superar el virus. Abordar
las necesidades del momento debe, en última instancia, combinarse con visión y
programa de colaboración global. Si no podemos hacer ambas cosas a la vez,
enfrentaremos lo peor de cada una”.
Extrayendo lecciones del desarrollo del Plan Marshall y el Proyecto
Manhattan, afirmó Kissinger, Estados Unidos está obligado a realizar un
gran esfuerzo en tres dominios. Primero, apuntalar la resiliencia global a
las enfermedades infecciosas. “Los triunfos de la ciencia médica, como la
vacuna contra la poliomielitis y la erradicación de la viruela, o la emergente
maravilla estadística-técnica del diagnóstico médico a través de la
inteligencia artificial, nos han llevado a una complacencia peligrosa.
Necesitamos desarrollar nuevas técnicas y tecnologías para el control de
infecciones y programas de vacunación a escala de grandes poblaciones”.
En segundo lugar, apunta, hay que esforzarse por sanar las
heridas de la economía mundial. “Los líderes mundiales han aprendido
importantes lecciones de la crisis financiera de 2008. La actual crisis
económica es más compleja: la contracción desatada por el coronavirus es, en su
velocidad y escala global, diferente a todo lo que se haya conocido en la
historia. Y las medidas necesarias de salud pública, como el distanciamiento
social y el cierre de escuelas y negocios, están contribuyendo al dolor
económico. Los programas también deberían tratar de mejorar los efectos del
caos inminente en las poblaciones más vulnerables del mundo”.
Tercero, finaliza, deben salvaguardarse los principios del orden
mundial liberal. “La leyenda fundadora del gobierno moderno es una
ciudad amurallada protegida por poderosos gobernantes, a veces despóticos,
otras veces benevolentes, pero siempre lo suficientemente fuertes como para
proteger a las personas de un enemigo externo. Los pensadores de la Ilustración
reformularon este concepto, argumentando que el propósito del estado legítimo
es satisfacer las necesidades fundamentales de las personas: seguridad, orden,
bienestar económico y justicia. Las personas no pueden asegurarse esos
beneficios por sí mismas. La pandemia ha provocado un anacronismo, un
renacimiento de la ciudad amurallada en una época en que la prosperidad depende
del comercio mundial y el movimiento de personas”. Las democracias del mundo
necesitan defender y sostener los valores de la Ilustración. Un retiro global
del equilibrio del poder con legitimidad hará que el contrato social se
desintegre tanto a nivel nacional como internacional. Sin embargo, esta
cuestión milenaria de legitimidad y poder no puede resolverse en simultáneo con
el esfuerzo por superar la pandemia. Todas las partes deben hacer un ejercicio
de contención, tanto en la política nacional como en la diplomacia
internacional. Se deben establecer prioridades.
“El desafío para los líderes es manejar la crisis mientras se construye
el futuro. El fracaso podría incendiar el mundo”, advirtió.
Traducción: Gustavo Jalife
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