Juan González
En los 42 años que el régimen dictatorial de Muamar Gadafi gobernó Libia (1969-2011) mantuvo la estabilidad en un país que ha estado dividido históricamente en tres regiones; con una extensión territorial de aproximadamente 1 millón 700 mil kilómetros cuadrados, siendo la mayor parte desértica y con una población de 6 millones de habitantes compuesta por más de 100 tribus.
Sin lugar a dudas, Libia es un país difícil de gobernar por las condiciones antes mencionadas. Mas que con la fuerza y el terror, el dictador libio se mantuvo tanto tiempo en el poder porque estuvo aliado a las principales tribus, especialmente a la Warfallah, Magarha y Gaddadfa, por ser las más importantes. Gadafi perteneció a la tribu Gaddadfa, de ahí su nombre.
Las tribus Magarha y Gaddadfa mantuvieron el control de la economía y del poder militar, mientras que la Warfallah la más grande, con una población aproximada al millón de miembros estuvo marginada en lo que respecta la distribución del poder, por lo que una vez iniciada las revueltas en Libia a principio del 2011 se unieron a los que pedían la salida del dictador.
Para derrocar el régimen de Gadafi, los países occidentales se aliaron a la tribu Warfallah y a otras radicales como la multinacional tribu Tuareg que su población está dispersa entre Libia, Argelia, Malí, Niger y Burkina Faso, y luchan por la creación de un Estado Islámico que abarca parte del territorio de los países antes mencionado.
La caída de Gadafi se produjo mediante un proceso violento que enfrentó las principales tribus, rompiendo la armonía que se mantuvo por décadas en ese país. En la actualidad Libia desenvuelve en medio del caos y la violencia. Grupos radicales, traficantes y delincuentes comunes imponen sus reglas a fuerza de AK-47.
La inseguridad reinante en Libia se evidencia con la muerte del embajador de EEUU ante ese país, Christopher Stevens, junto a tres miembros del cuerpo diplomático, el 11 de septiembre del pasado año 2012. Por la acción de grupos radicales islámicos.
Libia es el punto de conexión entre el Norte y el Sur del continente africano y su estabilidad o inestabilidad se refleja en los países vecinos. Muchos de los que lucharon en favor y en contra de Gadafi no eran libios: procedían de los países vecinos al sur del Sahara.
Una vez derrocado Gadafi y luego ejecutado, la tribu Tuareg se enfocó en el Estado de Malí, del cual conquistó rápidamente el 70 por ciento del territorio norte por tener superioridad de armamento frente al ejército de ese país. Sus armas fueron obtenidas de los arsenales del dictador y de las armas que suministraron los países occidentales a los rebeldes libios.
Malí, se convirtió en el primer Estado de África en sufrir los efectos del derrocamiento del dictador libio. Otros países que corren el riesgo de sufrir situaciones similares, son: Argelia, Burkina Faso, Chad, Níger y Mauritania.
La cercanía de Europa Mediterránea: Grecia, Italia, España, Francia y Portugal con el Norte de África la convierte en una zona de alto riesgo, ya que los grupos radicales islámicos pueden llevar a cabo acciones terroristas directamente en el territorio de estos piases como ocurrió en España el 11 de Marzo 2004, cuando se produjeron los ataques a la Estación del Metro de Atocha.
Por otro lado, las organizaciones criminales africanas encabezadas por la Mafia nigeriana, están aumentando el trafico de drogas, de personas y de armas a Europa compitiendo en este campo con la Mafia rusa, albanesa, serbia y turca, especialmente en el comercio de cocaína procedente de Sudamérica, ya que los grupos radicales islámicos que tiene control de vastas zonas del Sahara facilitan el movimiento a cambio del pago de un tributo.
Francia, en estos momentos interviene en Malí, su ex- colonia, enviando miles de soldados por temor a que los intereses de las empresas y de los ciudadanos franceses se vean afectado inmensamente en este país ante el avance de los grupos radicales islámicos que controlan gran parte del territorio y amenazan con ampliar su dominio sino le ponen un freno.
A la intervención de Francia en Malí se une la toma de una planta de gas en Argelia la pasada semana por el grupo radical islámico "Los que Firman con Sangre" dirigido por Mojtar Belmojtar nativo de ese país, al que se vincula también al tráfico de cigarrillos y drogas.
Las fuerzas armadas argelinas intervinieron tratando de liberar a los rehenes pero su esfuerzo fue en vano ya que en la operación perdieron la vida aproximadamente 80 personas entre terroristas y trabajadores procedentes de distintas nacionalidades, principalmente de Occidente.
El grupo radical islámico Los que Firman con Sangre justifica el secuestro contra la planta de gas argelina como represalia por la intervención de Francia en Malí. Con el derrocamiento de Gadafi, Occidente abrió la caja de pandora del radicalismo islámico.
El autor es politólogo
Analista de temas internacionales
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