domingo, 12 de febrero de 2012

EEUU e Israel anhelan la "libialización" de Siria




La mayoría de los observadores occidentales y muchos de sus colegas árabes de medios de comunicación no independientes, se han lanzado, al unísono, a criticar fuertemente la decisión de Rusia y China de utilizar el derecho al "veto" en el Consejo de Seguridad de la ONU, el pasado 4 de febrero 2012, para impedir la aprobación del proyecto de resolución de la ONU sobre Siria. Washington y sus aliados se han rasgado las vestiduras ante el doble veto ruso-chino, en un ejercicio inigualable de hipocresía olvidándose de que Wshington lleva más de sesenta años recurriendo sistemáticamente al veto en el Consejo de Seguridad para impedir que prospere cualquier resolución que condene o critique a Israel por sus interminables crímenes contra los palestinos y contra otros pueblos árabes.

La hipocresía de Estados Unidos y de las potencias europeas no tiene límite y pretenden que su punto de vista sea el único válido y merecedor de imponerse en el mundo entero y que sus intereses sean los únicos a tomar en cuenta, en un vergonzoso ejercicio de desprecio al resto de la humanidad, aun cuando EEUU y UE juntos no suponen más del 10 por ciento de la población mundial.



Sabemos de sobra que el régimen sirio ha cruzado todas las líneas rojas en los crímenes que perpetra contra la población indefensa, sumando ya miles de víctimas mortales, cuyo único delito ha sido exigir que se le devuelva al pueblo sirio su libertad y su dignidad. El régimen sirio es críminal a todas luces, pero no nos engañemos, pues el régimen de Washington es el más despreciable del mundo y tiene en su haber, a lo largo de las últimas décadas, millones de victimas árabes, afganos, coreanos, vietnamitas, alemanes, japoneses y de muchas más nacionalidades. Es el régimen criminal por antonomasia y el Pentágono es la sede mundial del terror y de la destrucción a escala universal.


Por lo tanto, EEUU no es quien para decir si el veto ruso-chino es o no es razonable y desde luego nadie con dos dedos de frente puede creer que a Wahington, que acaba de masacrar a más de 600.000 civiles irakíes, destruyendo a Irak hasta sus cimientos, - y que está aún en Afganistán esparciendo muerte y destrucción- le inquieta lo más mínimo la muerte de miles de civiles a manos del régimen sanguinario de Bashar Al Asad.


Lo único que le interesa al régimen de Obama, y detrás de él las principales potencias europeas, es servir los intereses de Israel a quien le beneficiaría sobremanera la destrucción de Siria de igual modo que le benefició enormemente la destrucción de Irak.


Occidentales e israelíes consideran la destrucción de Siria como paso necesario antes de declarar la guerra a Irán, siempre con el mismo e invariable objetivo de servir a ciegas a los intereses de Israel, cueste lo que cueste, pues para esto están los Rotschild, los Rockefeller, los Morgan, los Kunh, los Lehman, los Cooldman Sachs, los Warburg, los Loeb, los Lazard y otras familias judío-sionistas que con sus bancos y sus multinacionales controlan el destino, la banca, la industria civil y militar, los medios de comunicación, los partidos políticos y los parlamentos estadounidenses y de otras potencias europeas, aunque nunca se hable de estas familias ni se las mencione.


La aprobación de la mencionada resolución del Consejo de Seguridad de la ONU contra el régimen sirio no iba a cambiar un ápice la realidad sobre el terreno en Siria, pues Al Asad ni iba a dejar el poder ni iba a poner fin a la violencia contra la población en rebelión, como exigía el texto de la resolución.


Por otra parte, los rusos y chinos podrían haber hecho una operación de imágen poniéndose deacuerdo con el Gobierno de Damasco para que siga sus intentos de controlar la rebelión por todos los medios mientras ellos se limitaban a abstenerse de votar la resolución. Sin embargo no lo han hecho así y fueron consecuentes con ellos mismos y con sus propios intereses en la región, no sometiéndose a la voluntad ciega de Estados Unidos que no quiso esperar dos días más para discutir a fondo el proyecto de resolución con rusos y chinos, tal como pedían estos, y se apresuró con sus aliados a presentar el texto a la aprobación del Consejo de Seguridad, en una operación de hechos consumados en la que EEUU salía ganando tanto si lograba pasar la resolución como si fracasara en el intento, pues su gigantesca maquinaria propagándistica se encargaría de utilizar este veto ruso-chino para demonizar a Moscú y a Pekín ante la opinión pública mundial, especialmente la del mundo árabe, lo que de hecho está sucediendo a gran escala. Al mismo tiempo, esta potente propaganda presenta a Estados Unidos y a sus aliados como si fueran los ángeles de la guarda del pueblo sirio.


En realidad la resolución no le iba a servir al pueblo sirio de nada, pero sí iba a ser el preámbulo de una resolución posterior que diera luz verde a USA y a su OTAN, como sucedió en Libia, para devastar el país árabe con bombardeos que sólo ellos controlarían y en los que serían destruido el Ejército sirio, todas sus instalaciones militares, su armamento y su infraestructura, lo que pondría en manos de un nuevo régimen sirio, nacido de la actual rebelión, un país desmilitarizado e incapaz de ejercer la más mínima resistencia armada frente a Israel y su insaciable apetito expansionista.


Y no sólo esto, pues Siria no es Libia y su Ejército seguro que ofrecería resistencia ante los golpes de la OTAN lo que sería utilizado por los agresores como perfecto pretexto para asolar al país y a su población, al estilo israelí en el Líbano en 1982 y 2006 y en Gaza en enero del 2009. Así, frente a Israel habría una Siria desolada que no levantaría cabeza en 2 o 3 décadas, lo mismo que se encuentra Irak tras la infame ocupación estadounidense.


O sea, lo que iba a ser esta resolución en realidad es un primer paso para convertir a Siria en un país inerte en el que un nuevo régimen, muy probablemente islamista, no tenga la más mínima fuerza militar y económica y que fácilmente sería sometido a la volntad de Israel y de sus aliados americanos. Eso es lo que podrían estar planificando los estrategas en Tel Aviv y Washington.


Además, no podemos ignorar que en Israel están retumbando con fuerza los tambores de guerra contra Irán y son numerosas las noticias difundidas en las últimas semanas en el sentido de que Estados Unidos está desplegando un gran esfuerzo intentando convencer a Israel para que retrase en lo posible su ataque contra Irán, al que se sumaría Estados Unidos con toda probabilidad.


En la localidad israelí de Herzelia se celebró entre el pasado 31 de enero y el 2 de febrero la duodécima Conferencia del Institututo para la Política y la Estrategia, al que asistieron responsables políticos, militares, de Seguridad y de Inteligencia de Israel, incluido el presidente Simón Peres, además de ilustres participantes e invitados de numerosos países occidentales.


Los participantes de la Conferencia de Herzelia han redactado varias conclusiones y recomendaciones, además de dar respuestas a cuestiones que fueron expuestas en sus sesiones como la titulada "¿Atacará Israel al proyecto nuclaer iraní?" pregunta esta que tuvo como respuesta por parte de diversos conferenciantes israelíes la siguiente aseveración: "Israel no puede hacer otra cosa que atacar el proyecto nuclear iraní y los misiles y cohetes que la amenazan en Irán, Siria y Líbano".


Así, y según las conclusiones de Herzelia, el el golpe militar israelí contra Irán es cuestión zanjada y sólo resta elegir el momento adecuado y las circunstancias regionales favorables, además de contar con la aprobación estadounidense para semejante y vasta operación que seguramente desencadenaría una guerra en toda regla en las regiones del Golfo y de Oriente Próximo. De allí que acabar con Siria, su fuerza militar y económica y convertirla en un país caótico y desestructurado es cuestión necesaria antes de iniciar el ataque contra Irán, fiel aliada de Siria. ¿Y que mejor para alcanzar este objetivo que una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que diere luz verde a EEUU y su OTAN para intervenir en Siria "para socorrer a la población civil" y derrocar al régimen de Al Asad.


Algunas fuerzas de oposición del mundo árabe, tal como dice el conocido articulista jordano, Ali Jaradat, pretenden llegar al poder "a cualquier precio, aunque cueste la destrucción entera de la patria y del Estado y la aniquilación del pueblo, sin dar mayor importancia a que si este objetivo es alcanzado através del choque directo entre las fuerzas de Seguridad y del Ejército por una parte y el pueblo en rebelión por la otra, o si esto es alcanzado llamando a la OTAN para que intervenga militarmente en el país en nombre del pueblo en cuestión, habiendo sido probado, independiente de intenciones y pretextos, que la segunda elección es mucho más catastrófica, no sólo a nivel nacional sino también en lo que se refiere a la democratización del país". Allí tenemos los ejemplos de Libia, Irak y Afganistán.


En resumen, Siria, país limítrofe con Israel, dista mucho de ser la lejana Irak o la muy lejana Libia en lo que a los intereses de Israel se refiere. Por ello, Israel cree firmemente que su destrucción sería esencial con vistas a anular el papel de Siria de cualquier confrontación armada futura en la región.

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