LOS INCIDENTES REGISTRADOS ayer en Yemen, Baréin, Siria y Arabia Saudita, contagiados por el apoyo de la ONU a los rebeldes de Libia, son los más graves desde que se desató la ola de protestas.
Gobernantes árabes recurrieron a bombas, disparos y sobornos ayer, en un intento por contener las protestas populares que despertó en los países del norte de África la autorización que dio el Consejo de Seguridad de la ONU para, a través de la fuerza, proteger a los civiles en Libia de las acciones del presidente Muamar el Gadafi.
La jornada estuvo cargada de sangre desde Yemen hasta Baréin, pasando por Siria.
El asediado presidente de Yemen, Ali Abdullah Saleh, declaró un estado de emergencia después de que 25 personas murieran y cientos más resultaran heridas en una manifestación contra el Gobierno tras las oraciones musulmanas del viernes en Saná.
El mandatario, un aliado de Estados Unidos contra Al Qaeda, y quien lucha por mantener su mandato de 32 años, negó que la policía hubiera llevado a cabo la matanza y culpó a grupos armados de oposición. Pero fuentes médicas y testigos señalaron que las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra la multitud.
Los incidentes se dieron luego de los rezos del mediodía, la celebración religiosa semanal más importante para los musulmanes.
El ministro del Interior, Mutahar al Masry, señaló que la policía no estaba en el lugar cuando estallaron los disturbios, pero reconoció que después se presentó sin armas de fuego. Insistió en que ninguno de los disparos fue hecho por los policías.
El presidente Saleh lamentó la muerte de los manifestantes de la oposición, que calificó como "mártires de la democracia". Anunció también que las familias de los fallecidos serán compensadas económicamente por el Estado.
En Siria, manifestantes se enfrentaron con la policía en la ciudad sureña de Deraa y al menos tres de ellos murieron, mientras decenas más resultaron heridos. En esa localidad se dio el brote más grave de disturbios vistos hasta el momento en ese país, que es rigurosamente controlado.
Miles de manifestantes que coreaban "Dios, Siria, Libertad" y que acusaron a la familia del presidente Bashar al-Assad de corrupción, se enfrentaron a las fuerzas de seguridad oficiales, apoyadas por helicópteros, dijo un residente.
Por su parte, el rey Abdullah de Arabia Saudita ofreció a su pueblo una suma sin precedentes de 93.000 millones de dólares en incrementos de salario y gastos y reforzó la seguridad, pero no hizo concesiones políticas para evitar que los disturbios que iniciaron en Túnez y Egipto se propaguen en su gobierno.
El monarca, de 87 años de edad, ofreció incentivos para los empleados estatales y estudiantes, prometió mejorar las condiciones de vivienda y ordenó la creación de 60.000 nuevos puestos en seguridad.
Sin embargo, no se refirió a un cambio de gabinete y no ofreció reformas democráticas que lleven al país a elecciones de consejos municipales o de los dignatarios del Consejo de la Shura que asesoran al rey.
En el vecino Baréin, donde tropas sauditas intervinieron esta semana para apoyar una ofensiva contra los manifestantes en su mayoría chiítas, las fuerzas de seguridad demolieron un monumento clave que ha sido el punto de concentración de las protestas.
» Implicaciones
1. El ministro yemení de Turismo, Nabil al Faqih, anunció su renuncia en protesta por el ataque a los manifestantes de la oposición.
2. El gobierno de Yemen reconoció la muerte de 25 personas, pero la oposición aseguró que los fallecidos fueron, en realidad, 41.
3. Inglaterra instó al gobierno yemení, la oposición y los manifestantes a un proceso que responda a las "demandas legítimas de los ciudadanos".
Gobernantes árabes recurrieron a bombas, disparos y sobornos ayer, en un intento por contener las protestas populares que despertó en los países del norte de África la autorización que dio el Consejo de Seguridad de la ONU para, a través de la fuerza, proteger a los civiles en Libia de las acciones del presidente Muamar el Gadafi.
La jornada estuvo cargada de sangre desde Yemen hasta Baréin, pasando por Siria.
El asediado presidente de Yemen, Ali Abdullah Saleh, declaró un estado de emergencia después de que 25 personas murieran y cientos más resultaran heridas en una manifestación contra el Gobierno tras las oraciones musulmanas del viernes en Saná.
El mandatario, un aliado de Estados Unidos contra Al Qaeda, y quien lucha por mantener su mandato de 32 años, negó que la policía hubiera llevado a cabo la matanza y culpó a grupos armados de oposición. Pero fuentes médicas y testigos señalaron que las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra la multitud.
Los incidentes se dieron luego de los rezos del mediodía, la celebración religiosa semanal más importante para los musulmanes.
El ministro del Interior, Mutahar al Masry, señaló que la policía no estaba en el lugar cuando estallaron los disturbios, pero reconoció que después se presentó sin armas de fuego. Insistió en que ninguno de los disparos fue hecho por los policías.
El presidente Saleh lamentó la muerte de los manifestantes de la oposición, que calificó como "mártires de la democracia". Anunció también que las familias de los fallecidos serán compensadas económicamente por el Estado.
En Siria, manifestantes se enfrentaron con la policía en la ciudad sureña de Deraa y al menos tres de ellos murieron, mientras decenas más resultaron heridos. En esa localidad se dio el brote más grave de disturbios vistos hasta el momento en ese país, que es rigurosamente controlado.
Miles de manifestantes que coreaban "Dios, Siria, Libertad" y que acusaron a la familia del presidente Bashar al-Assad de corrupción, se enfrentaron a las fuerzas de seguridad oficiales, apoyadas por helicópteros, dijo un residente.
Por su parte, el rey Abdullah de Arabia Saudita ofreció a su pueblo una suma sin precedentes de 93.000 millones de dólares en incrementos de salario y gastos y reforzó la seguridad, pero no hizo concesiones políticas para evitar que los disturbios que iniciaron en Túnez y Egipto se propaguen en su gobierno.
El monarca, de 87 años de edad, ofreció incentivos para los empleados estatales y estudiantes, prometió mejorar las condiciones de vivienda y ordenó la creación de 60.000 nuevos puestos en seguridad.
Sin embargo, no se refirió a un cambio de gabinete y no ofreció reformas democráticas que lleven al país a elecciones de consejos municipales o de los dignatarios del Consejo de la Shura que asesoran al rey.
En el vecino Baréin, donde tropas sauditas intervinieron esta semana para apoyar una ofensiva contra los manifestantes en su mayoría chiítas, las fuerzas de seguridad demolieron un monumento clave que ha sido el punto de concentración de las protestas.
» Implicaciones
1. El ministro yemení de Turismo, Nabil al Faqih, anunció su renuncia en protesta por el ataque a los manifestantes de la oposición.
2. El gobierno de Yemen reconoció la muerte de 25 personas, pero la oposición aseguró que los fallecidos fueron, en realidad, 41.
3. Inglaterra instó al gobierno yemení, la oposición y los manifestantes a un proceso que responda a las "demandas legítimas de los ciudadanos".
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