Juan Carlos Salazar
Ciudad de México, (dpa) - Juan Carlos Reyna, un experto en el tema del narcotráfico desde que "descendió al infierno" de los sicarios de la droga, dice que no siente miedo por investigar el fenómeno del crimen organizado. Por el contrario, piensa que sería una cobardía no unirse al coro de la sociedad para decir "¡basta ya!" a una "máquina con vida propia" que está ensangrentando México.
"Me da miedo no hacer nada al respecto y dejar que esta estela de muerte pase enfrente de mí", dice en entrevista con la agencia dpa, al analizar la situación surgida por las acciones de los grupos delincuenciales que operan en el país y la guerra que libra contra ellos el gobierno del presidente Felipe Calderón.
Periodista "experimental", con estudios de música, crítica de arte y teoría crítica, Reyna presentó hoy en Ciudad de México el libro "Confesión de un sicario", resultado de una investigación que le ha permitido diseccionar el fenómeno del narcotráfico a través de la historia real de "Drago", un asesino a sueldo que admite haber cometido más de 200 homicidios a lo largo de su carrera delictiva.
Un texto "aterrador y doloroso", como lo define el periodista Roberto Zamarripa, que narra "el mundo del narcotráfico en todos sus niveles y la corrupción de todos los sectores del gobierno", o como lo define su autor: "Un recuento doloroso de traiciones, carencias, violaciones y asesinatos, un verdadero descenso hacia el infierno".
Crítico de la política antinarcóticos del presidente Calderón a partir del conocimiento que adquirió a través de su investigación, Reyna sostiene que la guerra que libra el gobierno contra el narco, con sus más de 35.000 muertos en cuatro años, "es una guerra perdida de antemano", porque "es una guerra que está mal planteada".
"Creo que el problema va más allá de combatir las líneas armadas del narco, porque el problema no es superficial. Tiene que ver con el grado de corrupción no sólo de las instituciones políticas y las corporaciones policiacas, sino con el grado de corrupción que impera en la sociedad mexicana", declara a la agencia dpa.
Según Reyna, la guerra contra el narco es una guerra que está beneficiando sobre todo a Estados Unidos y al tráfico de armas, que "es igual de redituable que el tráfico de drogas", y que, además, está propagando "mitos", como el de la existencia de cárteles o el de la acción monolítica y hegemónica del Estado.
"En realidad -explica-, no existen cárteles, existen células dedicadas al narcotráfico, a veces aliadas, a veces distanciadas. Y, así como los cárteles son células desparramadas, así también el gobierno en sus diferentes niveles, estatal, municipal, federal, a nivel vertical y horizontal, tiene agendas independientes que no necesariamente coinciden entre sí".
Nacido en la ciudad norteña de Tijuana en 1980, Reyna sostiene que el narcotráfico opera como una "guerrilla", con "células" que actúan dentro de una gran "maquinaria", a la que pertenecen no sólo "capos medianos", sino también empresarios y políticos.
"No existe el capo que dirige todo desde arriba. Ese es un mito, originalmente inventado por la DEA (Administración de Control de Drogas de EEUU), propagado también por el gobierno mexicano para justificar esta guerra y hacer pensar que el enemigo es visible", explica.
"Pero el enemigo -agrega- es tan invisible como una guerrilla. Lo que sí hay son alianzas y sí hay grandes capos que acumulan poder y dinero, pero su función es casi administrativa, de negociantes entre diferentes capos".
En este sentido, según el investigador, el narcotráfico es "una máquina con vida propia", como una cadena de tiendas transnacional, que sigue operando aunque cambie de presidente. "Lo mismo pasa con el narco. Puedes quitar a un capo, puedes quitar al Chapo Guzmán, que es el más famoso, pero el problema no termina ahí".
Según su investigación, las jerarquías y estructuras dentro del narcotráfico, al igual que los acuerdos y las alianzas, son cambiantes y coyunturales. Por eso, no cree que existan ciudades, municipios o regiones controlados por el narco, ni siquiera por el Estado, porque lo cierto es que "la situación está totalmente desbordada", es "una problemática que se ha escapado de las manos de todos".
Cree, sin embargo, que durante los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) hubo pactos que permitieron a organizaciones delictivas, mediante acuerdos, "trabajar al amparo de la impunidad". Y el cambio de gobierno a fines del 2000 significó la ruptura de alianzas y el surgimiento de nuevos fenómenos, como "el disparo exponencial del narcomenudeo".
En opinión de Reyna, el verdadero sustento del narcotráfico es la corrupción que impera en México a todo nivel: "Va más allá de la corrupción que existe en las corporaciones policiacas, en las instituciones políticas. Hay una corrupción más enraizada en la cotidianeidad del mexicano".
El testimonio de "Drago", el protagonista de su libro, revela, según su autor, que "la corrupción en lo macro empieza en la corrupción en lo micro", es decir "en la violencia que impera en muchas de las familias mexicanas".
Reyna, quien se muestra favorable a la legalización de las drogas blandas, como la marihuana, apela a la "vía de la conciencia" para enfrentar este flagelo, en el entendido de que la represión no es suficiente. "Los mexicanos -dice- debemos reflexionar sobre esta sociedad que permite la existencia de 36.000 ejecuciones".
"Me da miedo no hacer nada al respecto y dejar que esta estela de muerte pase enfrente de mí", dice en entrevista con la agencia dpa, al analizar la situación surgida por las acciones de los grupos delincuenciales que operan en el país y la guerra que libra contra ellos el gobierno del presidente Felipe Calderón.
Periodista "experimental", con estudios de música, crítica de arte y teoría crítica, Reyna presentó hoy en Ciudad de México el libro "Confesión de un sicario", resultado de una investigación que le ha permitido diseccionar el fenómeno del narcotráfico a través de la historia real de "Drago", un asesino a sueldo que admite haber cometido más de 200 homicidios a lo largo de su carrera delictiva.
Un texto "aterrador y doloroso", como lo define el periodista Roberto Zamarripa, que narra "el mundo del narcotráfico en todos sus niveles y la corrupción de todos los sectores del gobierno", o como lo define su autor: "Un recuento doloroso de traiciones, carencias, violaciones y asesinatos, un verdadero descenso hacia el infierno".
Crítico de la política antinarcóticos del presidente Calderón a partir del conocimiento que adquirió a través de su investigación, Reyna sostiene que la guerra que libra el gobierno contra el narco, con sus más de 35.000 muertos en cuatro años, "es una guerra perdida de antemano", porque "es una guerra que está mal planteada".
"Creo que el problema va más allá de combatir las líneas armadas del narco, porque el problema no es superficial. Tiene que ver con el grado de corrupción no sólo de las instituciones políticas y las corporaciones policiacas, sino con el grado de corrupción que impera en la sociedad mexicana", declara a la agencia dpa.
Según Reyna, la guerra contra el narco es una guerra que está beneficiando sobre todo a Estados Unidos y al tráfico de armas, que "es igual de redituable que el tráfico de drogas", y que, además, está propagando "mitos", como el de la existencia de cárteles o el de la acción monolítica y hegemónica del Estado.
"En realidad -explica-, no existen cárteles, existen células dedicadas al narcotráfico, a veces aliadas, a veces distanciadas. Y, así como los cárteles son células desparramadas, así también el gobierno en sus diferentes niveles, estatal, municipal, federal, a nivel vertical y horizontal, tiene agendas independientes que no necesariamente coinciden entre sí".
Nacido en la ciudad norteña de Tijuana en 1980, Reyna sostiene que el narcotráfico opera como una "guerrilla", con "células" que actúan dentro de una gran "maquinaria", a la que pertenecen no sólo "capos medianos", sino también empresarios y políticos.
"No existe el capo que dirige todo desde arriba. Ese es un mito, originalmente inventado por la DEA (Administración de Control de Drogas de EEUU), propagado también por el gobierno mexicano para justificar esta guerra y hacer pensar que el enemigo es visible", explica.
"Pero el enemigo -agrega- es tan invisible como una guerrilla. Lo que sí hay son alianzas y sí hay grandes capos que acumulan poder y dinero, pero su función es casi administrativa, de negociantes entre diferentes capos".
En este sentido, según el investigador, el narcotráfico es "una máquina con vida propia", como una cadena de tiendas transnacional, que sigue operando aunque cambie de presidente. "Lo mismo pasa con el narco. Puedes quitar a un capo, puedes quitar al Chapo Guzmán, que es el más famoso, pero el problema no termina ahí".
Según su investigación, las jerarquías y estructuras dentro del narcotráfico, al igual que los acuerdos y las alianzas, son cambiantes y coyunturales. Por eso, no cree que existan ciudades, municipios o regiones controlados por el narco, ni siquiera por el Estado, porque lo cierto es que "la situación está totalmente desbordada", es "una problemática que se ha escapado de las manos de todos".
Cree, sin embargo, que durante los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) hubo pactos que permitieron a organizaciones delictivas, mediante acuerdos, "trabajar al amparo de la impunidad". Y el cambio de gobierno a fines del 2000 significó la ruptura de alianzas y el surgimiento de nuevos fenómenos, como "el disparo exponencial del narcomenudeo".
En opinión de Reyna, el verdadero sustento del narcotráfico es la corrupción que impera en México a todo nivel: "Va más allá de la corrupción que existe en las corporaciones policiacas, en las instituciones políticas. Hay una corrupción más enraizada en la cotidianeidad del mexicano".
El testimonio de "Drago", el protagonista de su libro, revela, según su autor, que "la corrupción en lo macro empieza en la corrupción en lo micro", es decir "en la violencia que impera en muchas de las familias mexicanas".
Reyna, quien se muestra favorable a la legalización de las drogas blandas, como la marihuana, apela a la "vía de la conciencia" para enfrentar este flagelo, en el entendido de que la represión no es suficiente. "Los mexicanos -dice- debemos reflexionar sobre esta sociedad que permite la existencia de 36.000 ejecuciones".
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