Charles Homans
Desde Bulgaria hasta Nueva York, he aquí cinco centrales nucleares que debemos vigilar.
País: Bulgaria
Central: Kozloduy
Cuando el Departamento de Energía de Estados Unidos clasificó las centrales nucleares más peligrosas en el antiguo bloque soviético, en un informe secreto de 1995, entre los 10 primeros puestos incluyó dos reactores del complejo de Kozlodyu, en Bulgaria. El riesgo que suponía la anticuada tecnología soviética de la planta se agravaba aún más por la situación desesperada del país: “Los apagones intermitentes, sobre todo en los meses de invierno, son habituales en Bulgaria desde 1984”, escribieron los autores del informe. “Es frecuente que por cada tres horas con luz haya una sin. El resultado es una enorme presión para que Kozdoluy siga funcionando a pesar de los riesgos”.
En 2004 se cerraron los dos reactores menos fiables, y estaba previsto arrinconar dos de los otros cuatro como condición de la entrada de Bulgaria en la Unión Europea, para gran descontento de los habitantes. (Lituania, cuyos reactores de la era soviética también figuraban en la lista peligrosa del Departamento de Energía, tuvo que hacer concesiones similares.) El presidente Georgi Parvanov pidió a los europeos que lo reconsiderasen después de que la disputa del gas natural entre Rusia y Ucrania, a principios de 2009, cortase la importación de gas de su país en pleno invierno, pero no logró convencerlos. Por consiguiente, en vez de reabrir los viejos reactores, Bulgaria está construyendo otros nuevos -y aparentemente más seguros- en el mismo complejo con ayuda de la empresa rusa de energía atómica Rosatom; el inicio de las obras del primero está programado para septiembre, y, a pesar de Fukushima, no está previsto replantearse la construcción de la planta.
País: Turquía
Central: Akkuyu
La situación de Turquía, encima de la falla del norte de Anatolia, hace que sea uno de los países con más actividad sísmica del mundo; en el último siglo ha sufrido 14 terremotos con cifras de víctimas superiores a las 1.000 personas. No es extraño, pues, que muchos turcos vean con recelo la energía nuclear. Un plan de un consorcio energético ruso de construir una central en Akkuyu, cerca del puerto mediterráneo de Mersin, se descartó en 2000 ante las protestas de la población. En 2009 se echaron por tierra los planes para que los rusos construyeran otra central en el mismo lugar y una segunda en la costa del Mar Negro, en esa ocasión debido a la preocupación por la creciente dependencia energética de Rusia.
Sin embargo, parece que a la cuarta va la vencida: dentro de un amplio acuerdo energético firmado el año pasado, Ankara y Moscú firmaron un contrato para que una filial de Rosatom construya una planta en Akkuyu. Después del desastre de Fukushima, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, y el presidente ruso, Dimitri Medvédev, reafirmaron su entusiasmo ante el proyecto, pese a las prolongadas protestas locales y el hecho de que, como explicó un experto turco en energía a The New York Times el año pasado, el modelo de reactor que quiere utilizarse no cuenta con la aprobación de las autoridades europeas.
País: Armenia
Central: Metsamor
El buque insignia de la energía atómica armenia, que suministra el 40% de la electricidad del país, está envejeciendo. Situado no lejos de la capital, Yereván, con 1,1 millones de habitantes, contiene un reactor construido en 1980 de diseño soviético de mitad de siglo -el mismo modelo empleado en la central de Kozloduy en Bulgaria-, que carece de varias características de seguridad fundamentales de otras más modernas; la Unión Europea ha dicho que Metsamor es el reactor “más viejo y menos fiable” de los 66 de ese tipo que aún existen.
Metsamor se cerró en 1989 por motivos de seguridad después de un terremoto y volvió a abrirse a mediados de los 90. Su seguridad ha sido un asunto polémico entre las autoridades europeas y estadounidenses, que dan dinero a Armenia y están inquietas por la viabilidad de la planta, y el Gobierno de Yereván, que insiste en que al reactor no le pasa absolutamente nada. El cierre de Metsamor está programado desde hace años, pero los responsables dicen que, debido a retrasos en la construcción y problemas de financiación de la central que debe sustituirla -con un modelo de reactor ruso más nuevo y seguro-, seguramente no podrá llevarse a cabo hasta 2017.
País: Estados Unidos
Central: Indian Point
En agosto, la Comisión Reguladora de la Energía de EE UU calculó las probabilidades de que las 104 centrales nucleares del país pudieran sufrir daños críticos a causa de un terremoto. ¿La más peligrosa? El reactor número 3 de la central de Indian Point, en el condado de Westchester, Estado de Nueva York, a sólo 40 kilómetros de Manhattan. Aunque otras centrales -sobre todo, la de Diablo Canyon y la de San Onofre, en California- tienen más posibilidades de sufrir un seísmo, están construidas para resistirlo. La de Indian Point, no.
Las probabilidades de que el núcleo del reactor número 3 sufra daños por un terremoto en un año determinado son, según un informe de MSNBC, 1 entre 10.000, aproximadamente siete veces más que la media nacional (en comparación, la posibilidad de que un estadounidense muera en un accidente de coche es aproximadamente 1 entre 6.600 al año). Pero esas probabilidades no son suficientemente bajas para los políticos de Nueva York, que son un poco más aprensivos sobre este tema que sus homólogos de Yereván y Sofía. “Hace mucho tiempo que me preocupa Indian Point”, dijo hace unos días el gobernador Andrew Cuomo. “Soy consciente de la energía que proporciona y de las ventajas... Pero ésta es una información nueva que vamos a investigar”.
País: Japón
Central: Shika
Desde Bulgaria hasta Nueva York, he aquí cinco centrales nucleares que debemos vigilar.
País: Bulgaria
Central: Kozloduy
Cuando el Departamento de Energía de Estados Unidos clasificó las centrales nucleares más peligrosas en el antiguo bloque soviético, en un informe secreto de 1995, entre los 10 primeros puestos incluyó dos reactores del complejo de Kozlodyu, en Bulgaria. El riesgo que suponía la anticuada tecnología soviética de la planta se agravaba aún más por la situación desesperada del país: “Los apagones intermitentes, sobre todo en los meses de invierno, son habituales en Bulgaria desde 1984”, escribieron los autores del informe. “Es frecuente que por cada tres horas con luz haya una sin. El resultado es una enorme presión para que Kozdoluy siga funcionando a pesar de los riesgos”.
En 2004 se cerraron los dos reactores menos fiables, y estaba previsto arrinconar dos de los otros cuatro como condición de la entrada de Bulgaria en la Unión Europea, para gran descontento de los habitantes. (Lituania, cuyos reactores de la era soviética también figuraban en la lista peligrosa del Departamento de Energía, tuvo que hacer concesiones similares.) El presidente Georgi Parvanov pidió a los europeos que lo reconsiderasen después de que la disputa del gas natural entre Rusia y Ucrania, a principios de 2009, cortase la importación de gas de su país en pleno invierno, pero no logró convencerlos. Por consiguiente, en vez de reabrir los viejos reactores, Bulgaria está construyendo otros nuevos -y aparentemente más seguros- en el mismo complejo con ayuda de la empresa rusa de energía atómica Rosatom; el inicio de las obras del primero está programado para septiembre, y, a pesar de Fukushima, no está previsto replantearse la construcción de la planta.
País: Turquía
Central: Akkuyu
La situación de Turquía, encima de la falla del norte de Anatolia, hace que sea uno de los países con más actividad sísmica del mundo; en el último siglo ha sufrido 14 terremotos con cifras de víctimas superiores a las 1.000 personas. No es extraño, pues, que muchos turcos vean con recelo la energía nuclear. Un plan de un consorcio energético ruso de construir una central en Akkuyu, cerca del puerto mediterráneo de Mersin, se descartó en 2000 ante las protestas de la población. En 2009 se echaron por tierra los planes para que los rusos construyeran otra central en el mismo lugar y una segunda en la costa del Mar Negro, en esa ocasión debido a la preocupación por la creciente dependencia energética de Rusia.
Sin embargo, parece que a la cuarta va la vencida: dentro de un amplio acuerdo energético firmado el año pasado, Ankara y Moscú firmaron un contrato para que una filial de Rosatom construya una planta en Akkuyu. Después del desastre de Fukushima, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, y el presidente ruso, Dimitri Medvédev, reafirmaron su entusiasmo ante el proyecto, pese a las prolongadas protestas locales y el hecho de que, como explicó un experto turco en energía a The New York Times el año pasado, el modelo de reactor que quiere utilizarse no cuenta con la aprobación de las autoridades europeas.
País: Armenia
Central: Metsamor
El buque insignia de la energía atómica armenia, que suministra el 40% de la electricidad del país, está envejeciendo. Situado no lejos de la capital, Yereván, con 1,1 millones de habitantes, contiene un reactor construido en 1980 de diseño soviético de mitad de siglo -el mismo modelo empleado en la central de Kozloduy en Bulgaria-, que carece de varias características de seguridad fundamentales de otras más modernas; la Unión Europea ha dicho que Metsamor es el reactor “más viejo y menos fiable” de los 66 de ese tipo que aún existen.
Metsamor se cerró en 1989 por motivos de seguridad después de un terremoto y volvió a abrirse a mediados de los 90. Su seguridad ha sido un asunto polémico entre las autoridades europeas y estadounidenses, que dan dinero a Armenia y están inquietas por la viabilidad de la planta, y el Gobierno de Yereván, que insiste en que al reactor no le pasa absolutamente nada. El cierre de Metsamor está programado desde hace años, pero los responsables dicen que, debido a retrasos en la construcción y problemas de financiación de la central que debe sustituirla -con un modelo de reactor ruso más nuevo y seguro-, seguramente no podrá llevarse a cabo hasta 2017.
País: Estados Unidos
Central: Indian Point
En agosto, la Comisión Reguladora de la Energía de EE UU calculó las probabilidades de que las 104 centrales nucleares del país pudieran sufrir daños críticos a causa de un terremoto. ¿La más peligrosa? El reactor número 3 de la central de Indian Point, en el condado de Westchester, Estado de Nueva York, a sólo 40 kilómetros de Manhattan. Aunque otras centrales -sobre todo, la de Diablo Canyon y la de San Onofre, en California- tienen más posibilidades de sufrir un seísmo, están construidas para resistirlo. La de Indian Point, no.
Las probabilidades de que el núcleo del reactor número 3 sufra daños por un terremoto en un año determinado son, según un informe de MSNBC, 1 entre 10.000, aproximadamente siete veces más que la media nacional (en comparación, la posibilidad de que un estadounidense muera en un accidente de coche es aproximadamente 1 entre 6.600 al año). Pero esas probabilidades no son suficientemente bajas para los políticos de Nueva York, que son un poco más aprensivos sobre este tema que sus homólogos de Yereván y Sofía. “Hace mucho tiempo que me preocupa Indian Point”, dijo hace unos días el gobernador Andrew Cuomo. “Soy consciente de la energía que proporciona y de las ventajas... Pero ésta es una información nueva que vamos a investigar”.
País: Japón
Central: Shika
En 1999, un percance durante una inspección de rutina de un reactor en la central nuclear de Shika, en una ciudad de unos 15.000 habitantes en la prefectura japonesa de Ishikawa, situó la central en peligro de una reacción en cadena descontrolada durante 15 minutos. No sucedió nada pero, como suele decirse, lo malo no fue el delito sino el encubrimiento posterior: los responsables de la planta ocultaron las pruebas del incidente hasta 2007, cuando el Gobierno nipón llevó a cabo una revisión total del sector de la energía atómico, descubrió lo que había ocurrido y ordenó que se cerrase temporalmente Shika.
Era el segundo cierre de la central en otros tantos años: en 2006, un tribunal había ordenado su paralización cuando la población local presentó una querella por la preocupación de que la estructura de Shika no fuera capaz de soportar terremotos de una magnitud razonablemente previsible en la zona, pero la Agencia de Seguridad nuclear e Industrial de Japón invalidó la decisión.
Los problemas en Shika forman parte de una negligencia general en materia de seguridad en el sector nuclear nipón que ha saltado a primer plano desde que comenzó el desastre de Fukushima. Como explicó un sismólogo japonés a The Guardian el 12 de marzo, la mayoría de las centrales nucleares del país asiático de primera generación se construyeron en una época de relativamente poca actividad sísmica. A pesar de que a mediados de la pasada década hubo averías derivadas de terremotos en varias plantas, ni las compañías de servicios públicos ni los reguladores del sector nuclear comprendieron las posibles catástrofes que acechaban bajo el terreno.
Era el segundo cierre de la central en otros tantos años: en 2006, un tribunal había ordenado su paralización cuando la población local presentó una querella por la preocupación de que la estructura de Shika no fuera capaz de soportar terremotos de una magnitud razonablemente previsible en la zona, pero la Agencia de Seguridad nuclear e Industrial de Japón invalidó la decisión.
Los problemas en Shika forman parte de una negligencia general en materia de seguridad en el sector nuclear nipón que ha saltado a primer plano desde que comenzó el desastre de Fukushima. Como explicó un sismólogo japonés a The Guardian el 12 de marzo, la mayoría de las centrales nucleares del país asiático de primera generación se construyeron en una época de relativamente poca actividad sísmica. A pesar de que a mediados de la pasada década hubo averías derivadas de terremotos en varias plantas, ni las compañías de servicios públicos ni los reguladores del sector nuclear comprendieron las posibles catástrofes que acechaban bajo el terreno.
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