Por
Juan González
En la Segunda Guerra Mundial se produjo una inusual alianza entre
potencias que representaban sistemas antagónicos como Estados Unidos
y la Unión Soviética (URSS) que tenían como objetivo derrotar a los países del
eje integrados por Alemania, Japón e Italia.
Es importante destacar que en la conferencia de Teherán en 1943, Estados
Unidos, Reino Unido y la Unión Soviética, acordaron los términos de dicha
alianza.
La Segunda Guerra Mundial llegó a su fin en 1945 en la que Japón,
Alemania e Italia, cargaron con la derrota; mientras que Estados Unidos y la
Unión Soviética, emergieron como las principales superpotencias en el mundo
capitalista y socialista, respectivamente.
En los acuerdos de Potsdam, celebrados entre julio y agosto de 1945,
Estados Unidos y la Unión Soviética pactaron dividir Alemania en dos regiones,
una Occidental que pasaría a llamarse la República Federal de Alemania,
controladas por las potencias occidentales, y otra Oriental, conocida como la
República Democrática de Alemania, la cual fue alineada con los países
socialistas de Europa del Este.
Tras la división política de Alemania los intereses de ambas
superpotencias comenzaron a chocar de frente en un mismo espacio
geográfico, los cuales se agudizaron luego de que la URSS decidiera construir
un muro en la ciudad de Berlín
en 1961, convirtiéndose en el símbolo por antonomasia de la Guerra Fría.
Se debe destacar que la Guerra Fría fue una batalla en el ámbito
ideológico, geopolítico, económico, científico, tecnológico, deportivo y
cultural, entre EEUU y URSS, la cual se expresó alrededor del planeta, y que
por supuesto descansó ampliamente en una en una vertiginosa carrera
armamentista.
Ante este escenario, en el que un poderoso adversario era capaz de
incidir en cualquier punto del planeta, EEUU se vio en la obligación de
impulsar la reconstrucción y desarrollo de Alemania Occidental a través del
Plan Marshall, así como auspiciar la condonación de alrededor de un 60% de la
deuda que había contraído entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial.
El propósito era frenar la influencia de la Unión Soviética en Europa
fortaleciendo a la Alemania Occidental.
Es preciso indicar que, Alemania Oriental se quedó rezagada en cuanto al desarrollo económico frente Alemania Occidental, por lo que eran constantes las migraciones desde la parte oriental hacia la parte occidental en busca de mejores condiciones de vida.
En otro orden, con la llegada de Mijaíl Gorvachov al frente de la Unión
Soviética en 1985, introdujo cambios importantes enfocados en la apertura,
reestructuración y transparencia mediante lo que llamó la Perestroika y Glasnot
con el fin de enfrentar la grave crisis sistémica que afectaba al bloque
socialista.
Es importante señalar que EEUU aprovechó el ambiente de distención
generado por las transformaciones impulsadas por el líder soviético para
proponerle la reunificación de Alemania bajo el dominio y modelo capitalista de
la República Federal de Alemania que desde los años 70s del pasado siglo XX se
había convertido en una potencia económica, científica y técnológica.
Sin embargo, la propuesta norteamericana de reunificar la nación germana
encontró resistencia inmediatamente países como Reino Unido y Francia, que
consideraban que esta saldría muy fortalecida de este proceso y alteraría el equilibrio de poder en Europa occidental en un futuro cercano.
En 1989, se produjo la caída del Muro de Berlín, y el 03 de octubre 1990
se llevó a cabo la reunificación.
Es oportuno indicar que para EE.UU. la reunificación del Estado alemán
bajo la dirección de la Alemania capitalista era de gran importancia, ya que significaba una gran derrota moral a la Unión Soviética, y así fue, los efectos de la
reunificación cambiaron el mapa geopolítico de Europa, acelerando los
acontecimientos que llevaron a la disolución al bloque soviético en 1991.
Finalmente se debe indicar que Alemania es hoy la potencia
más influyente de Europa con un papel cada vez más protagónico y decisivo en la
toma decisiones, especialmente a lo interno de la Unión Europea. Y esto quedó
demostrado a raíz de la crisis financiera del 2010 que afectó a países como Portugal,
España, Grecia, Italia, entre otros, los cuales tuvieron que doblegarse a las
exigencias trazadas desde Berlín para poder recibir los recursos necesarios
para enfrentar dicha situación.
De manera que, Alemania fue vencida en la Primera y Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, aprovechó la Guerra Fría para recuperarse de estas dos derrotas y ponerse al frente de Europa en el aspecto económico, financiero, industrial, científico y tecnológico.
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