EL NUEVO HERALD
ARIEL ARMONY
No hay que hablar mandarín para que el taxista en Pekín, Shanghai o cualquier otra gran ciudad de China le prodigue una gran sonrisa. Si el chofer tiene menos de 40 años, diga la palabra mágica: “Messi”. Si es mayor, cambie a “Maradona”. La mayoría de los chinos adoran el fútbol y admiran a los jugadores latinoamericanos.
Pero después de esa sonrisa inicial, el taxista (y la mayor parte de los chinos) no saben mucho de América Latina. Se sorprenderán al enterarse de que China depende de América Latina para las necesidades alimentarias de su población (granos de soya, aceite de soya, carne) y la creciente demanda de los sectores energético y manufacturero (petróleo, hierro, cobre).
En la mayoría de los países latinoamericanos, si uno habla con el taxista de la economía local, es probable que surja el tema de China. El taxista no sabrá distinguir al tendero coreano del chino a la vuelta de la esquina, pero sabe bien que China es una presencia segura en su vida cotidiana, en forma de zapatos, ropa, juguetes, y ahora computadoras, motocicletas y electrodomésticos.
Las cifras del comercio son impresionantes. Los debates se apasionan cada día más. Criticar a China es un deporte cada vez más popular. Todas estas tendencias son un resultado lógico de una relación comercial entre China y América Latina que se ha disparado de $10,000 millones en el 2000 a casi $180,000 millones sólo en diez años.
El dinámico crecimiento económico de China y su surgimiento como potencia mundial ha estado acompañado por una creciente presencia diplomática, cultural y hasta militar en las Américas.
La expansión de China en América Latina y el Caribe, como compradora y como vendedora, se siente como un desembarco súbito. Aunque encuestas recientes sugieren una tendencia de aceptar a China como un recién llegado al hemisferio, hay una gran diversidad de opiniones entre los países. Aunque solemos hablar de interacciones entre China y América Latina, el concepto de América Latina se ha diluido ya que los países de la región han seguido distintas estrategias de integración regional. Además, como han demostrado los economistas, diez sectores en seis países constituyen casi todas las exportaciones de productos básicos a China. Por lo tanto, el impacto de China es desigual y presenta retos muy distintos en la región.
Aunque hay optimismo sobre el potencial de China como potencia emergente, hay inquietudes sobre la sostenibilidad y el impacto del creciente papel de China en América Latina. El desembarco de China ha desatado nuevos debates sobre modelos de desarrollo, las inversiones chinas en sectores estratégicos, y peligros como la desindustrialización y la degradación del medio ambiente.
Otro posible problema derivado de las inversiones y las operaciones comerciales en expansión de China en América Latina es un aumento de la corrupción. Tanto en China como en América Latina falta transparencia en el gobierno y las empresas operan con frecuencia fuera del sistema legal.
¿Es China un socio o un rival? ¿Es un modelo que hay que imitar o que evitar? ¿Es un aliado o una amenaza? La respuesta es simple: es todo lo anterior. El reto es racionalizar las contradicciones, el cambio rápido y la incertidumbre que caracterizan la relación de China y América Latina.
En el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Miami, hemos identificado una demanda sin resolver de una investigación de alta calidad y un intercambio serio de ideas sobre este tema. Para examinar algunos de estos temas nuestro centro celebrará la Cumbre Asiática de Miami, junto con la Cámara de Comercio del Gran Miami, este mes, así como un foro de un día sobre la Agenda para Asia-América Latina en el recinto de UM en Coral Gables.
Conectar los puntos en este tema complejo no es fácil. Requiere de expertos con diversas disciplinas y diversos legados lingüísticos y culturales. Exige una mente abierta, una visión audaz y celeridad en sintonía con las extraordinarias transformaciones en las Américas. El auge de China es un llamado de alerta para América Latina. No tenemos tiempo que perder: China ha desembarcado, y detrás viene la India.
Director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Miami.
umclas@miami.edu
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