La VI Cumbre de las Américas reúne a 33 jefes de estado, un encuentro que se da en momentos en los que los países latinoamericanos hablan con voz propia y la región es mirada por el resto del mundo con mucho interés.
La VI Cumbre de las Américas, que reúne este fin de semana a 33 jefes de estado, se sucede en momentos en los que la región ha cobrado una particular importancia: su voz se escucha más fuerte porque habla con mayor confianza y su crecimiento económico hace que los reflectores del resto del mundo se posen sobre ella.
Sobre la importancia y consecuencias de este evento, habló con Portafolio, desde Washington, Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano.
¿Cuál es la relevancia de esta Cumbre en momentos en las que América Latina es una región más sólida?
La relevancia es que es un momento crítico en el hemisferio. Ha habido un cambio en América Latina y en Estados Unidos, y esto es una oportunidad para ajustar una relación que necesita renovarse porque los patrones del pasado ya no funcionan.
¿Cuáles?
Pues que EE. UU. define una agenda y los demás deciden si la apoyan o no, pero eso ya no funciona así.
Tampoco funciona porque EE. UU. no forma parte del hemisferio. Esto implica que hay que actuar con mucho más equilibrio entre los gobiernos, puesto que los países de América Latina son más autónomos, independientes y con mayor confianza en sí mismos.
Esto ha cambiado el balance del poder, lo cual conlleva una relación distinta y la cumbre es una oportunidad para redefinir la manera de relacionarse en la región.
¿La región es ahora un interlocutor menos sumiso?
Sí, ya lo ha logrado y EE. UU. debería aprovechar el momento positivo que está viviendo una parte importante de la región para consolidar alianzas en temas globales en lo económico y político.
También, para recomponer esa relación, pues está enfocado en otros problemas internacionales de mayor peso estratégico como Irán y Medio Oriente, y con dificultades políticas y económicas propias que consumen su atención.
¿Esta cumbre sirve para unir más la región y plantarse como un bloque?
El hecho de que sea un buen momento para la región y para muchos gobiernos no significa que todos estén unidos y que haya consensos.
Hay muchas diferencias en cuanto a comercio, proteccionismo y el mismo tema de drogas. Me parece que de estas cumbres, lo más interesante puede salir de las reuniones, y encuentros bilaterales y subregionales.
¿Los temas de la agenda (seguridad, acceso a la tecnología, desastres naturales, y pobreza y desigualdad), son los prioritarios?
Son importantes. Si uno mira encuestas en los países, la seguridad es un tema central para la ciudadanía, lo mismo que la inequidad y la pobreza. Es difícil pensar en iniciativas grandes a nivel regional, pero está bien debatirlas y mirar propuestas modestas.
¿Son productivas estas cumbres?
Hay que reconocer que de otras cumbres han salido cosas importantes. De la primera y segunda se habló de libre comercio y democracia, que generaron iniciativas concretas, por ejemplo.
De esta, lo que podría ser más importante es que, por primera vez en 20 años EE. UU., y la región se sientan y hablan seria y honestamente sobre drogas, un tema sobre el cual no se ha hablado en forma, pero que afecta a todos los países. Podría sentar una base constructiva para el diálogo y un trabajo colectivo en el futuro.
Pero no es un tema oficial.
No obstante, Pero siempre pasa en estos eventos que resultan temas más importantes que los oficiales. La gente va a tener conversaciones más privadas y en los pasillos se va a hablar de ello. Esto puede ser un inicio para un tema complejo. No saldrá una propuesta o iniciativa concreta, pero es el inicio de un diálogo, y Estados Unidos se ha mostrado, por lo menos, dispuesto a oír.
Se ha dicho que es la década de América latina, ¿cómo aprovecharla?
La oportunidad esta ahí, pero también hay que hacer mucho: se requieren mejores niveles de educación, de productividad, infraestructura y todavía hay muchas reformas institucionales pendientes.
¿Y cómo le va a Colombia?
Es un momento muy oportuno para Colombia, pues hay un gran interés en América latina, e internacional, de lo que está haciendo la administración de Santos y el papel más activo que está jugando hacia afuera, que no fue el caso durante los dos años de gobierno de Uribe, a pesar de muchos logros.
Natalia Díaz Brochet
Subeditora de Portafolio
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