martes, 28 de abril de 2009

Vía libre para la revolución de Correa


ELPAIS.COM
SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ / DANIELA CREAMER

Rafael Correa se convirtió el domingo en el presidente más poderoso de Ecuador en muchas décadas. En un país que ha padecido una gran inestabilidad política, Correa consiguió proclamarse presidente en la primera vuelta (51,7% de los votos, con el escrutinio casi finalizado) y, lo que es todavía más importante, que su partido, Alianza País, rondará la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, algo casi sin precedentes en Ecuador.

El presidente tiene ahora el camino libre para desarrollar la Constitución y seguir poniendo en marcha su Revolución Ciudadana y el Socialismo del Siglo XXI con los que ganó unas primeras elecciones hace dos años. Su mayor dificultad es que inicia este segundo mandado cuando las condiciones económicas han empeorado y Ecuador hace frente a una crisis provocada por los bajos precios del petróleo y la caída de remesas de los emigrantes.

Correa es percibido por los ecuatorianos como la única persona capaz de imponerse al viejo establishment del país, destruido políticamente, pero poderoso en lo económico, y de gobernar con políticas de izquierda. Sus críticos, algunos incluso entre quienes le acompañaron en un primer momento, le reprochan un excesivo autoritarismo y una incapacidad para dialogar y negociar grandes acuerdos nacionales. Sus primeras declaraciones al conocer la victoria acentuaron esos temores.

Correa ofreció un "gran acuerdo nacional", pero anunció que no hablará con los representantes de los partidos que han quedado segundo y tercero, el ex presidente Lucio Gutiérrez, de Sociedad Patriótica (28%), y el magnate bananero Álvaro Noboa (11.6%), a los que acusó de oportunismo político y de hacer una oposición sucia.

Lucio Gutiérrez, por su parte, hizo unas declaraciones virulentas asegurando que "la guerra continúa y vamos a seguir luchando". Gutiérrez aseguró que iba a "liderar" la oposición, pero no está nada claro que los otros partidos anti-Correa estén dispuestos a aceptar ese voluntarioso liderazgo. La oposición ecuatoriana sigue profundamente dividida, sin estrategias ni políticas comunes, como han demostrado los comicios del domingo.

El único político en la oposición que concita un cierto respeto general es el alcalde de Guayaquil, el socialcristiano Jaime Nebot, que revalidó el domingo su alcaldía con el 70% de los votos. Nebot, al que muchos consideran un posible aglutinador de la oposición, mantiene un completo silencio respecto a su futuro político y en las pocas ocasiones anteriores en que ha hablado del tema se ha limitado a resaltar su deseo de acabar su carrera política en la ciudad más populosa y rica de Ecuador.

Nebot afirmó ayer que él y su grupo "sabrán respetar el triunfo electoral del presidente, pero que él deberá también respetar nuestro abrumador triunfo en Guayaquil".

Correa ha ganado en la inmensa mayoría de las provincias de Ecuador y su partido ha obtenido igualmente una buena representación en todo el territorio nacional. Eso significa que Alianza País pondrá en marcha rápidamente la reforma legislativa necesaria para aplicar la nueva Constitución: aproximadamente 30 leyes nuevas y otras 40 reformadas, según explicó el ex legislador Marco Proaño.

Según los primeros datos, todavía no confirmados, sobre la composición de la Asamblea nacional, el segundo partido, Sociedad Patriótica, se moverá en torno a los 23 escaños (frente a los 60-62 atribuidos al grupo de Correa). Noboa (PRIAN) no superará probablemente los cinco parlamentarios.

En un encuentro con los corresponsales y enviados especiales extranjeros, celebrado ayer en el palacio presidencial, y al que asistieron más de 30 periodistas, Rafael Correa insistió en que el gran problema de América Latina y de Ecuador es la desigualdad y que su victoria supone un espaldarazo a su política social.
"Yo no represento al establishment", aseguró, "vamos a profundizar nuestro proyecto con leyes como la que protegerá a las empresas públicas contra la privatización". Correa ironizó sobre los grupos que critican su política desde posiciones más a la izquierda: "¿Cuántos votos han sacado entre aquellos que dicen representar? Si quieren unirse a nuestro proyecto, serán bienvenidos".

La victoria de Correa fue acogida con satisfacción en Venezuela, en Bolivia, y en Cuba, entre otros países, con los que el mandatario ecuatoriano mantiene especiales relaciones, pero las felicitaciones llegaron también de Brasil (con quien Correa asegura que ya se han solucionado todos los problemas), y de prácticamente toda América Latina. El Gobierno colombiano fue el único que mostró una cierta frialdad, consecuencia de los problemas que existen entre los dos países. Correa ha sido acusado repetidamente de haber mantenido relaciones con la FARC, extremo que desmiente rotundamente.

La gran incógnita en este segundo mandato de Rafael Correa reside en el comportamiento de la economía ecuatoriana, víctima de la crisis que provoca la bajada del precio del petróleo y el desplome de las remesas de los emigrantes: casi tres millones de ecuatorianos viven en Estados Unidos, España, Italia y en otros países de América Latina. La repercusión que pueda tener esta bajada de ingresos en las políticas sociales de Correa será decisiva a la hora de proseguir las transformaciones sociales que teóricamente impulsa su proyecto político.

Siete presidentes en 10 años

Abdalá Bucaram (1996-1997). El Congreso le destituye por incapacidad mental. Sus excéntricas medidas le valieron el apodo de El Loco.

Rosalía Arteaga (del 6 al 11 de febrero de 1997). La vicepresidenta de Bucaram se autoproclamó presidenta con la oposición del Parlamento.

Fabián Alarcón (del 11 de febrero a agosto de 1998). El Parlamento le nombra presidente interino hasta la celebración de elecciones.

- Jamil Mahuad (1998-2000). Es derrocado en un golpe encabezado por el coronel Lucio Gutiérrez y otros mandos medios del Ejército.

- Gustavo Noboa (2000-2003). Asume el poder de forma interina siendo vicepresidente. Se presenta a los comicios de 2002 y pierde en segunda vuelta.

- Lucio Gutiérrez (2003-2005). El ex golpista gana la presidencia. Hace un giro de su política de la izquierda al libre mercadoy debe huir del país tras una violenta revuelta popular.

- Alfredo Palacio (2005-2007). Asume el poder como vicepresidente hasta las elecciones de 2006, en las que vence Rafael Correa.

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