Pablo Adrián Vázquez*
RIA Novosti
Las declaraciones cruzadas entre el primer ministro británico y nuestra presidenta por el tema Malvinas tuvieron una nueva escalada. Las palabras destempladas de Cameron sobre el “colonialismo” argentino nos hacen reflexionar sobre la expansión imperialista inglesa.
Gran Bretaña, a pesar de la pérdida de las 13 colonias en América del Norte y de enfrascarse en la guerra contra Napoleón Bonaparte, intentó dominar la zona del Río de la Plata en 1806 y 1807. Fueron derrotados ambas veces por el pueblo rioplatense, pero en 1833, los británicos invadieron las Islas Malvinas - posteriormente las Georgias del Sur, Sandwich del Sur e islotes adyacentes -, originando un conflicto que aún continúa.
A esto se sumó en Oceanía la conquista de Australia, con las colonias penales en 1788, y Nueva Zelanda, bajo su dominio desde 1840, más decenas de islas y puertos. En Europa Irlanda no corrió mejor suerte y fue incorporada al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda en 1801.
Con respecto al continente asiático, la victoria de las fuerzas de la British East India Company en 1757 abrió la provincia india de Bengala al dominio británico, aunque tras la revuelta popular de 1857 los territorios de la Compañía pasaron a estar bajo la administración de la Corona en 1858.
Décadas después, Disraelí proclamó en 1876 a la Reina Victoria Emperatriz de la India. Ceilán (actual Sri Lanka) y Birmania (actual Myanmar) fueron sumados a su dominio, que se extendió hasta Malasia y, desde 1841, a Hong Kong tras la Primera Guerra del Opio contra China, en defensa de las exportaciones de opio de la Compañía.
En el medio el Reino Unido participó, junto a Francia, el Imperio Otomano y el Reino de Piamonte y Cerdeña, de la Guerra de Crimea contra la Rusia zarista, que se desarrolló entre 1853 y 1856.
Luego de entablar sucesivas guerras en Mysore (India) contra Fath Alí Tipu (Tipu Sahib) en 1799 fue derrotado. De la derrota del “Tigre de Mysore” –que inspiró a Julio Verne en su personaje del capitán Nemo– devino una opresión imperialista que desató en 1857 la Gran Insurección de 1857 liderada por hindúes y musulmanes, implementando los ingleses matanzas a mansalva. Según Eric Hobsbawm: “La India tenía que ser conservada a todo trance… La India era la llave que abría las puertas del lejano Oriente al tráfico de drogas y a otras provechosas actividades que los hombres de negocios europeos deseaban iniciar”. Entre las guerras del opio en China y la pelea por el Canal de Suez en Egipto, el Reino Unido deseaba garantizar sus puntos estratégicos para su expansión comercial y militar imperialista.
En Africa, Muhamad Ahmad combatió a los ingleses, comandados por el general Charles George Gordon, –apodado “El Chino” por sus matanzas durante la Guerra del Opio–, y fundó el estado revolucionario de la Mahdiya en Sudán en 1885.
Y llegamos a la Confederación Argentina, a los bloqueos y la resistencia encarnada por Juan Manuel de Rosas y su pueblo.
El avance anglofrancés, que traería el libre comercio y la tentativa de dividir nuestro territorio en la “república de la mesopotamia” se intentó frenar con las cadenas de Obligado. Demasiados cañonazos ingleses y franceses, junto a los mercenarios argentinos, italianos –como Garibaldi– y alemanes se necesitaron para exterminar a Mansilla, Thorne y demás patriotas en las cuatro baterías. Tras la guerra de guerrillas en las costas argentinas, el fracaso en el intercambio comercial y la desmoralización del invasor, sobrevino el triunfo político.
La afrenta de Malvinas no fue olvidada, si uno ve la continuidad de la lucha del gaucho Rivero en ambas tierras. Y no lo fue para las mujeres de San Pedro y San Nicolás que dieron batalla. Batalla librada gallardamente por el Regimiento de Patricios, “militares y pueblo unidos en un solo fusil”, según lo que afirmó nuestra Presidenta el 20 de noviembre del 2010 en San Pedro al inaugurar el monumento nacional.
Como no fueron olvidadas las Malvinas durante los gobiernos de Perón, en donde insistentemente se hicieron reclamos en foros internacionales. Ni por los miembros de la Juventud Peronista que, al mando de Dardo Cabo, las ocuparan en los ’60 reivindicando nuestra soberanía en el Operativo Cóndor.
Malvinas en 1982, más allá de Galtieri y el Proceso genocida, fue un jalón más en esta lucha antiimperialista, donde Thatcher empujó a su pueblo para la lucha, a fin de desviar la tensión de su crisis económica y desocupación, padecida a la de esta época.
Los años pasan, pero las luchas son las mismas. En cada cañonazo de los organismos internacionales financieros, de las multinacionales y de los medios monopólicos de prensa, la respuesta es una: generar conciencia y defender nuestra soberanía de la ingerencia imperialista como lo hizo Rosas, como Perón, como nuestros combatientes en Malvinas, como Néstor, como Cristina, como lo hace desde siempre nuestro pueblo.
* Politólogo, docente de la UNLZ y UNMo, Miembro del Instituto Nacional Manuel Dorrego.
1 comentario:
Gracias por publicar mi artículo.
Quedo a su disposición.
Saludos cordiales.
Pablo Vázquez
biblioteca@museoevita.org
Publicar un comentario