INSTITUTO ESPAÑOL DE ESTUDIOS ESTRATEGICOS
Irán es una pieza clave para la estabilidad de su entorno regional, lo que quiere decir que es un país central para la estabilidad internacional. Aunque con desigual intensidad, juega un papel cada vez más relevante en la cuenca mediterránea, especialmente en su vertiente oriental, así como en el Golfo Pérsico y en Asia Central y Meridional. Por todo ello, su capacidad de estabilización o desestabilización hacen de este país uno de los principales actores del sistema internacional.
Irán es heredero de un Imperio Persa con más de tres milenios de historia. Uno de los acontecimientos que ha marcado el período más reciente de la misma fue la Revolución Islámica en 1979. Con la llegada del Ayatolá Jomeini de su exilio parisino se puso fin, poco tiempo después, a la monarquía de Mohamed Reza Pahlavi, que mantenía estrechos lazos con el bloque occidental. A partir de esta transformación, dos acontecimientos condicionaron el papel de este nuevo Irán a nivel global y regional.
El primero fue la crisis originada por el secuestro del personal de la embajada norteamericana en noviembre de 1979, poniendo de manifiesto su capacidad de enfrentamiento con el bloque occidental, y el segundo fue, un año después, el estallido de la guerra con Irak –que provocó cientos de miles de muertos y se prolongó hasta el año 1988– con la que Irán mostró su capacidad y voluntad de erigirse como una potencia regional.
Más recientemente, algunos acontecimientos están demostrando la centralidad de este país en el escenario internacional. Entre ellos hemos de citar la crisis desencadenada por su programa nuclear, su papel en las luchas internas en Irak y Afganistán así como su relación con el movimiento político y armado Hizbollah en el Líbano.
El informe Hamilton-Baker, publicado recientemente para repensar la estrategia norteamericana en Irak, ponía de manifiesto la necesidad de intensificar el diálogo con Irán, en vez de seguir considerándolo como un integrante del eje del mal, es decir, de la lista negra de la administración norteamericana.
Seguramente, si se hicieran informes parecidos para dibujar la estrategia con relación al Líbano, el conflicto israelí-palestino, Afganistán o, de modo más amplio, a la estabilidad de la región que se extiende desde Pakistán hasta el Magreb, acabarían coincidiendo en que la variable iraní debe tenerse en cuenta y que debe intensificarse el diálogo con este país a fin de evitar crisis mayores.
Últimamente Irán se ha convertido en uno de los países más discutidos y polémicos del mundo, y está ocupando el lugar que ocupó China en la década de los sesenta o la URSS en la de los cincuenta. Mientras sus propios líderes han enunciado una política exterior combativa y desafiante, los EEUU, con sus aliados más cercanos en Oriente Medio –Israel, Egipto y Arabia Saudí– han llegado a considerar a Irán como la mayor fuente de inestabilidad en la región, un “estado canalla”, un promotor del terrorismo, un componente del ‘Eje del Mal’.
En el centro de esta inquietud se encuentra el respaldo de Irán a los grupos radicales de Oriente Medio, particularmente en Irak, Líbano y Palestina, y su programa nuclear. Para analizar esta situación y para comprender el pensamiento de los líderes iraníes, sin embargo, es importante dejar a un lado estas imágenes convencionales y estereotipos.
Por encima de todo, este análisis tiene que tener en cuenta tres consideraciones que con frecuencia se pasan por alto: primero, Irán es, en virtud de su historia moderna, un país donde el nacionalismo es excepcionalmente fuerte, tanto en su forma secular como religiosa; segundo, la política exterior de Irán es una política determinada, por encima de todo, por la compleja situación regional en que se encuentra, tanto en su flanco oriental (Pakistán, Afganistán, Asia Central) como en su flanco occidental (Irak, Arabia Saudí, Turquía, Líbano, Palestina); finalmente, y lo más importante de todo, la República Islámica de Irán es un régimen que ha salido, hace menos de treinta años, de una gran revolución social y política; una revolución cuyas consecuencias se vieron muy ampliadas por los ocho años de la guerra con Irak que la siguió.
Para entender al Irán actual, y para aceptar que los tratos con este país serán, en un futuro inmediato, difíciles y en ocasiones hasta frustrantes, es esencial tener en cuenta estos principios. Los políticos y diplomáticos iraníes, tanto en el régimen del imam Jomeini como en tiempos del Sha, no carecen de autopercepciones y de ideas grandiosas, de sueños de establecer una república islámica universal, por un lado, y de reconstituir el imperio persa del siglo IV antes de Cristo, que abarcaba desde el Asia Central al Norte de África, por otro.
Para la mayoría de iraníes, este sentimiento de derecho imperial tiene más que ver con la hegemonía cultural que con cualquier tipo de reclamación territorial. Sin embargo, el resultado es que, cuando discuten los conflictos que les han enfrentado a otros países, a menudo se apresuran a invocar una perspectiva histórica muy amplia: los rusos, nos dicen, llegaron y se fueron al cabo de doscientos años, los británicos y los franceses ejercieron su influencia durante apenas unas décadas, y los norteamericanos durante un período de tiempo todavía más breve. Irán, en cambio, ha sido una fuerza en la región durante casi tres mil años.
Más pronto o más tarde, desde el Asia Central hasta el Mediterráneo, volverá a desempeñar este papel. De todos los países de la región, solamente Egipto, India y en cierto modo Turquía son puestos en el mismo plano de igualdad, y por tanto de legitimidad, que Irán. Los demás, ya sean Pakistán, Irak o Israel, se consideran simples vestigios del colonialismo. Más pronto o más tarde, serán barridos o quedarán subordinados en el interior de las estructuras más amplias del poder histórico y estratégico, que son las que, en última instancia, determinan la política de la región.
En cuanto a los afganos y a los estados árabes del Golfo, no tienen la significación histórica ni pueden compararse a la milenaria civilización y al destino de Irán. LEER INFORME COMPLETO...
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