ANALITICA.COM
Diego Soriano
El índice de precios de los alimentos de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) batió el récord de los últimos 20 años el pasado mes de febrero. Los cinco grupos alimentarios que mide esta organización (cereales, lácteos, aceites, azúcares y carnes) subieron respecto a sus niveles de hace doce meses en una tendencia que se ha acelerado desde el pasado verano.
Mientras esto ocurría, surgían numerosas voces que pedían nuevas regulaciones, más aranceles o incrementar el control sobre los "especuladores". Incluso, en varios países se han oído en los últimos meses propuestas sobre restricciones a la exportación para asegurar el abastecimiento de su población (Rusia anunció controles sobre el trigo a raíz de los incendios del pasado verano). Nicolás Sarkozy ha pedido que se regulen los mercados para evitar que "se produzcan altercados en los países pobres y dañar el crecimiento económico global".
Sin embargo, hay menos análisis sobre las causas de la situación actual y sobre cómo afectarán todas esas medidas a los precios de las materias primas, especialmente en lo que hace referencia a la alimentación.
Los chinos se vuelven carnívoros
Como explica uno de los inversores más reconocidos de los últimos años, Jim Rogers, la principal causa del incremento en el precio de los alimentos es tan vieja como la economía: la demanda crece más que la oferta. Además, el norteamericano apunta a que esta tendencia se mantendrá en los próximos veinte años, generando un boom en el mercado de las commodities.
El principal incremento en la demanda viene de los países en desarrollo. Desde siempre, cuando un país consigue salir de los niveles más bajos de pobreza, incrementa su gasto en alimentación (tanto en calidad como en cantidad). De los cereales y los vegetales más baratos, se pasa a los productos con más valor proteico y a los asociados habitualmente con un mayor nivel de riqueza: carne, pescado, frutas, productos importados.... Eso es lo que está ocurriendo ahora.
Nunca antes tantos salieron tan rápido de la pobreza como ahora. India y China, además de otros países, están creciendo desde hace dos décadas a ritmos impensables y eso está cambiando la forma en que sus habitantes se enfrentan al mundo. Y que más de 2.000 millones de personas cambien sus hábitos de consumo tiene repercusiones en el mercado global. Entre 1980 y 2002, la cantidad de carne consumida por cada chino subió de 14 a 52 kilos por año, una tendencia que se ha mantenido en esta década. En España, en ese mismo año 2002, se consumieron hasta 118 kilos de carne por habitante.
La ternera y los cereales
Estos cambios en los patrones de consumo, además, tienen numerosas derivadas. En primer lugar, porque no toda la carne es igual. Así, en China y otras zonas de Asia era tradicional comer pollo o cerdo, pero no tanto ternera. Sin embargo, en los últimos años, este tipo de productos más occidentales, también se están haciendo un hueco en la despensa de los chinos: su consumo de ternera se ha multiplicado por diez en la última década.
Por otro lado, todos esos animales que hacen falta para llenar las despensas de los 2.000 millones de personas que están saliendo de la pobreza se alimentan, fundamentalmente, de cereales, lo que tiene como inesperada consecuencia una mayor presión en los precios de estos alimentos. Además, en muchas ocasiones la cría de ganado se hace a expensas de superficie anteriormente dedicada a la agricultura.
Los biocombustibles también comen
No sólo el ganado se alimenta de cereales, también los biocombustibles, que se han vuelto a poner de moda con el incremento del precio del petróleo, se nutren de las cosechas de muchos agricultores. De hecho, son numerosas las voces, como la del presidente de Nestlé en Davos, que en las últimas semanas han alertado de que el uso de maíz, mandioca, girasol, soja o palma como carburante ayuda al incremento de los precios de los alimentos.
Los combustibles verdes que tanto gustan a algunos de los gobernantes occidentales expulsan cosechas que antes se dedicaban a otro tipo de alimentos. De esta manera, las subvenciones al bioetanol o al biodiesel podrían hacer que los cielos de nuestras ciudades estén algo más limpios a costa de que los estómagos de los más pobres estén algo más vacíos. En México, hace apenas cuatro años, hubo un espectacular alza en el precio de las tradicionales tortillas de maíz en el que tuvo mucho que ver el nuevo uso, como combustible, que ahora tiene este cereal.
El petróleo: transporte y tractores
Evidentemente, los alimentos tampoco han escapado al alza en los precios del petróleo. Todos los productos se encarecen cuando la materia prima que mueve al mundo sube de precios. En este sentido, las revueltas de los últimos días en los países árabes han complicado aún más una situación que se había agravado desde el verano.
La carestía del crudo no sólo afecta al transporte de los alimentos (que también). Un efecto no siempre tenido en cuenta es el que se produce en la maquinaria agrícola y ganadera (tractores, cosechadoras...) que funciona, casi exclusivamente, con derivados del petróleo. Así, mientras la energía que mueve otros sectores es en gran parte eléctrica (por lo tanto, procede sobre todo del gas, de la nuclear o la hidroeléctrica), en el campo, el uso del petróleo es intensivo, lo que supone un efecto encarecedor más que se suma a una cadena muy larga.
Los aranceles: 450 euros más en la lista de la compra
Pero la intervención de los políticos del primer mundo tampoco es neutral en esta cuestión. Las políticas agrícolas en EEUU o la Unión Europea (la famosa PAC) contribuyen a incrementar el precio de los alimentos, favoreciendo a los agricultores menos eficientes, a costa de los países exportadores de materias primas. Además, no facilitan que el campo europeo se adapte a los nuevos tiempos.
Además, numerosas organizaciones de consumidores han alertado en muchas ocasiones de que estas ayudas contribuyen a encarecer la cesta de la compra de las familias de la UE. Según un cálculo hecho en el Reino Unido por The Tax Payers Alliance, la PAC cuesta a su país 10.300 millones de libras al año, lo que equivale a unos 450 euros (398 libras) por hogar y año. Según los cálculos de Ecipe, el sobrecoste es todavía mayor y supone entre un 80% y un 100% de incremento en los precios de los alimentos. Y todo este dinero no va a parar a esos pequeños agricultores que se suelen utilizar como símbolo de las ayudas agrarias. El 80% de las ayudas es superior a los 10.000 euros, es decir, son para explotaciones de tamaño medio-alto.
Según cálculos de la OCDE, un recorte del 75% en los aranceles y subsidios se estima que aumentaría la renta de los países en desarrollo en alrededor de 23.000 millones de dólares. Por su parte, el Copenhague Consensus estimó que liberalizar el comercio mundial era la medida más efectiva y de menor coste para acabar con la pobreza, con 3 billones de dólares de beneficios globales cada año, de los que 2,5 irían a países en vías de desarrollo.
Las cosechas: buenas y malas noticias
Para aquellos que quieran ver el vaso medio vacío, las malas cosechas en Rusia y Australia, dos de los graneros del mundo, están detrás del incremento del precio de los últimos meses y determinarán el futuro inmediato del mercado alimentario. Sin embargo, no todo son malas noticias. La FAO, en sus perspectivas sobre las cosechas de diciembre, apostaba por un ligero repunte en la recolección del trigo en el hemisferio norte respecto a años anteriores. Además, apunta a que, aunque los precios están incrementándose, en algunas de las zonas más pobres, como África, se mantienen más estables que en otros mercados.
Por su parte, Oxfam, en su informe sobre el El incremento de los precios de los alimentos en 2011, también destaca algunas características positivas de esta crisis que la diferencian (para mejor) de la acaecida entre 2007 y 2008: (1) el stock mundial de cereales es mucho mayor ahora que en 2007/2008; (2) el aumento de los precios no se está registrando, por el momento, a nivel mundial, en gran parte de África los precios permanecen estables gracias a las buenas cosechas; (3) no se están imponiendo restricciones a las exportaciones como las experimentadas en 2007/2008, una de las principales causas del incremento de los precios; (4) el precio de los alimentos de base como los cereales, aún se mantiene por debajo del pico registrado en 2007/2008.
No hay comentarios:
Publicar un comentario