Manuel de Ramón
Después de dos guerras seguidas (1994-1996 y 1999-2002), la Rusia de Putin y de Medvédev ha tropezado con el Cáucaso Norte, una trampa en la que han muerto miles de chechenos y de soldados rusos, al tiempo que la región se ha convertido en un semillero de terroristas que periódicamente llevan la muerte al corazón de la Metrópoli.
El salvaje atentado que el lunes le costó la vida al menos a 35 personas y heridas a casi 170 en el aeropuerto de Domodédovo, el más importante del país, constituye el último ataque por ahora de una oposición que busca con el terrorismo indiscriminado la salida a una situación opresiva que viene arrastrándose desde hace casi veinte años. La torpe política rusa en la región constituye un excelente caldo de cultivo para el odio y las ansias de venganza que ella misma ha originado.
Para agravar la situación, los jóvenes chechenos han ido abandonando el islamismo tolerante de sus mayores para abrazar en muchos casos unas doctrinas radicales que les impulsan a inmolarse en los lugares más concurridos de la capital. En marzo de 2010, dos mujeres suicidas causaron 40 muertos en el metro de Moscú. En aquel momento, Doku Umárov, jefe del grupo terrorista denominado Emirato del Cáucaso, se atribuyó la responsabilidad.
Unos años antes, 2002, un comando chechenio había secuestrado a 900 espectadores en el Teatro Dubrovka de Moscú. La intervención de las fuerzas especiales rusas Stepnatz provocó la muerte de 129 rehenes y 39 terroristas, en su mayoría por inhalación del gas tóxico que habían lanzado las fuerzas del Escuadrón Alfa para el rescate. Los médicos acusaron a las autoridades rusas de no querer desvelar la composición química del gas, lo que impidió el tratamiento adecuado de las víctimas y aumentó el número de muertos. Se calcula que posteriormente han fallecido otros 200 rehenes más por las secuelas del gas.
En un principio, el terrorismo caucásico no tenía un origen exclusivamente religioso. Los insurrectos que lucharon contra las tropas federales rusas en la primera guerra eran predominantemente laicos. Ahora se apoyan en grupos de guerrilleros wahabitas que van ganando cada vez más terreno. Se habla ya de la existencia de un "wahabismo caucásico". Algunos de los atentados suicidas son realizados por las llamadas "viudas negras". Esto es, mujeres de guerrilleros chechenos que han perdido a su marido en enfrentamientos contra los federales en las montañas del norte de su país.
Petróleo y Uranio
El norte del Cáucaso constituye un puente entre Europa y Asia en el que hoy por hoy sólo hay miseria y corrupción. Un auténtico polvorín en el que viven 30 millones de personas repartidas en 60 etnias. Una zona que, a pesar de los quebraderos de cabeza, es imposible que ningún gobierno ruso esté dispuesto a abandonar si se tiene en cuenta que está situada sobre un auténtico mar de petróleo y en la que también existen grandes reservas de uranio.
El enfrentamiento entre rusos y chechenos hunde sus raíces en el siglo XVIII, cuando el zar Pedro el Grande decidió ocupar la región para poner freno al expansionismo otomano. Desde ese momento, los chechenos estuvieron sometidos a las autoridades de Moscú hasta que se produjo el desmoronamiento de la URSS en 1991. En 1993 se proclamó en Grozni, la capital, una efímera república independiente que logró resistir a las tropas enviadas por Boris Yeltsin en la llamada Primera Guerra de Chechenia. La independencia fue sólo un breve paréntesis, liquidado por Moscú en la Segunda Guerra.
Aunque es cierto que tras la independencia el gobierno de Chechenia se había mostrado incapaz de controlar los desmanes de los grupos radicales contra los civiles rusos, numerosos observadores acusan a Vladimir Putin de haber provocado la Segunda Guerra para ganar las elecciones de 1999. Putin aprovechó dos circunstancias para atacar a Chechenia y restablecer la autoridad del gobierno central. Por un lado, la invasión de los guerrilleros islamistas en Daguestán, una república federada de Rusia. Por otro, una oleada de atentados que se registró en Moscú. Los fundamentalistas que invadieron Daguestán pretendían crear un Califato en todo el Norte del Cáucaso, pero hay quien asegura que tras los atentados de la capital rusa podría estar la larga mano del KGB.
En el nuevo conflicto, que teóricamente terminó en 2002, aunque los ataques y la violencia han seguido de forma casi ininterrumpida, tanto las tropas federales como los señores de la guerra insurgentes cometieron numerosos crímenes contra la población civil. La periodista rusa Anna Polítkovskaya (1) denunció la actuación de los combatientes, especialmente los atropellos cometidos presuntamente por las tropas rusas . Anna Polítkovskaya fue asesinada en octubre de 2006 en Moscú. Sus presuntos asesinos fueron absueltos en 2009 por falta de pruebas.
Gobierno prorruso
Actualmente, en Chechenia gobierna Ramzán Kadírov, un político prorruso que sucedió a su padre, Akhmad Kadírov, impuesto por Moscú tras la segunda guerra y asesinado en 2004. Un nombramiento que respondía al objetivo de los rusos de "chechenizar" el conflicto. Es decir, una estrategia basada en la lucha de "chechenos contra chechenos" que ha logrado debilitar a la guerrilla. El régimen de Kadírov ha sido acusado de secuestros, torturas, asesinatos y repetidas violaciones de los derechos humanos contra los guerrilleros, sus familiares o simplemente contra los sospechosos de simpatizar con sus ideas.
Como no podía ser menos su gobierno también ha permitido la mayor tasa de corrupción del país y de despilfarrar las ayudas federales. Se le acusa de imponer una "tasa extra" para la reconstrucción del país a los asalariados. La Fundación Ahmad Kadírov es la encargada de cobrar ese impuesto. A pesar de los avances en la recuperación de las ciudades destruidas durante las dos guerras, especialmente Grozni, a lo largo de todo este tiempo han crecido los problemas sociales y económicos. Se dice que en amplias zonas de Chechenia la mitad de la población se encuentra en paro. El gobierno federal tiene previsto destinar 1.000 millones de euros durante 2011 para el desarrollo de la región.
Además del terrorismo indiscriminado, las guerras de Chechenia han traído una segunda consecuencia sobre Rusia. Se trata del llamado "síndrome checheno", que padecen numerosos policías y soldados veteranos de la larga campaña. Otra parte de esos veteranos se han acostumbrado a la impunidad con la que actuaban en la zona de operaciones y han seguido comportándose igual a su regreso a Rusia.
La masacre del lunes en el aeropuerto de Moscú ha supuesto asimismo un retroceso para la imagen de modernidad de Rusia. El presidente Dmitri Medvédev y el primer ministro, Vladimir Putin, querían aprovechar el impulso que dará la organización de dos importantes acontecimientos deportivos como la Olimpiada de Invierno de 2014 y el Mundial de Fútbol de 2018 para atraer inversiones extranjeras. Pero de momento, esa campaña tendrá que esperar algún tiempo.
(1) Polítkovskaya, Anna: "Chechenia. La deshonra rusa" (2003)
*Manuel de Ramón es presidente de la Asociación de Periodista de Defensa
El salvaje atentado que el lunes le costó la vida al menos a 35 personas y heridas a casi 170 en el aeropuerto de Domodédovo, el más importante del país, constituye el último ataque por ahora de una oposición que busca con el terrorismo indiscriminado la salida a una situación opresiva que viene arrastrándose desde hace casi veinte años. La torpe política rusa en la región constituye un excelente caldo de cultivo para el odio y las ansias de venganza que ella misma ha originado.
Para agravar la situación, los jóvenes chechenos han ido abandonando el islamismo tolerante de sus mayores para abrazar en muchos casos unas doctrinas radicales que les impulsan a inmolarse en los lugares más concurridos de la capital. En marzo de 2010, dos mujeres suicidas causaron 40 muertos en el metro de Moscú. En aquel momento, Doku Umárov, jefe del grupo terrorista denominado Emirato del Cáucaso, se atribuyó la responsabilidad.
Unos años antes, 2002, un comando chechenio había secuestrado a 900 espectadores en el Teatro Dubrovka de Moscú. La intervención de las fuerzas especiales rusas Stepnatz provocó la muerte de 129 rehenes y 39 terroristas, en su mayoría por inhalación del gas tóxico que habían lanzado las fuerzas del Escuadrón Alfa para el rescate. Los médicos acusaron a las autoridades rusas de no querer desvelar la composición química del gas, lo que impidió el tratamiento adecuado de las víctimas y aumentó el número de muertos. Se calcula que posteriormente han fallecido otros 200 rehenes más por las secuelas del gas.
En un principio, el terrorismo caucásico no tenía un origen exclusivamente religioso. Los insurrectos que lucharon contra las tropas federales rusas en la primera guerra eran predominantemente laicos. Ahora se apoyan en grupos de guerrilleros wahabitas que van ganando cada vez más terreno. Se habla ya de la existencia de un "wahabismo caucásico". Algunos de los atentados suicidas son realizados por las llamadas "viudas negras". Esto es, mujeres de guerrilleros chechenos que han perdido a su marido en enfrentamientos contra los federales en las montañas del norte de su país.
Petróleo y Uranio
El norte del Cáucaso constituye un puente entre Europa y Asia en el que hoy por hoy sólo hay miseria y corrupción. Un auténtico polvorín en el que viven 30 millones de personas repartidas en 60 etnias. Una zona que, a pesar de los quebraderos de cabeza, es imposible que ningún gobierno ruso esté dispuesto a abandonar si se tiene en cuenta que está situada sobre un auténtico mar de petróleo y en la que también existen grandes reservas de uranio.
El enfrentamiento entre rusos y chechenos hunde sus raíces en el siglo XVIII, cuando el zar Pedro el Grande decidió ocupar la región para poner freno al expansionismo otomano. Desde ese momento, los chechenos estuvieron sometidos a las autoridades de Moscú hasta que se produjo el desmoronamiento de la URSS en 1991. En 1993 se proclamó en Grozni, la capital, una efímera república independiente que logró resistir a las tropas enviadas por Boris Yeltsin en la llamada Primera Guerra de Chechenia. La independencia fue sólo un breve paréntesis, liquidado por Moscú en la Segunda Guerra.
Aunque es cierto que tras la independencia el gobierno de Chechenia se había mostrado incapaz de controlar los desmanes de los grupos radicales contra los civiles rusos, numerosos observadores acusan a Vladimir Putin de haber provocado la Segunda Guerra para ganar las elecciones de 1999. Putin aprovechó dos circunstancias para atacar a Chechenia y restablecer la autoridad del gobierno central. Por un lado, la invasión de los guerrilleros islamistas en Daguestán, una república federada de Rusia. Por otro, una oleada de atentados que se registró en Moscú. Los fundamentalistas que invadieron Daguestán pretendían crear un Califato en todo el Norte del Cáucaso, pero hay quien asegura que tras los atentados de la capital rusa podría estar la larga mano del KGB.
En el nuevo conflicto, que teóricamente terminó en 2002, aunque los ataques y la violencia han seguido de forma casi ininterrumpida, tanto las tropas federales como los señores de la guerra insurgentes cometieron numerosos crímenes contra la población civil. La periodista rusa Anna Polítkovskaya (1) denunció la actuación de los combatientes, especialmente los atropellos cometidos presuntamente por las tropas rusas . Anna Polítkovskaya fue asesinada en octubre de 2006 en Moscú. Sus presuntos asesinos fueron absueltos en 2009 por falta de pruebas.
Gobierno prorruso
Actualmente, en Chechenia gobierna Ramzán Kadírov, un político prorruso que sucedió a su padre, Akhmad Kadírov, impuesto por Moscú tras la segunda guerra y asesinado en 2004. Un nombramiento que respondía al objetivo de los rusos de "chechenizar" el conflicto. Es decir, una estrategia basada en la lucha de "chechenos contra chechenos" que ha logrado debilitar a la guerrilla. El régimen de Kadírov ha sido acusado de secuestros, torturas, asesinatos y repetidas violaciones de los derechos humanos contra los guerrilleros, sus familiares o simplemente contra los sospechosos de simpatizar con sus ideas.
Como no podía ser menos su gobierno también ha permitido la mayor tasa de corrupción del país y de despilfarrar las ayudas federales. Se le acusa de imponer una "tasa extra" para la reconstrucción del país a los asalariados. La Fundación Ahmad Kadírov es la encargada de cobrar ese impuesto. A pesar de los avances en la recuperación de las ciudades destruidas durante las dos guerras, especialmente Grozni, a lo largo de todo este tiempo han crecido los problemas sociales y económicos. Se dice que en amplias zonas de Chechenia la mitad de la población se encuentra en paro. El gobierno federal tiene previsto destinar 1.000 millones de euros durante 2011 para el desarrollo de la región.
Además del terrorismo indiscriminado, las guerras de Chechenia han traído una segunda consecuencia sobre Rusia. Se trata del llamado "síndrome checheno", que padecen numerosos policías y soldados veteranos de la larga campaña. Otra parte de esos veteranos se han acostumbrado a la impunidad con la que actuaban en la zona de operaciones y han seguido comportándose igual a su regreso a Rusia.
La masacre del lunes en el aeropuerto de Moscú ha supuesto asimismo un retroceso para la imagen de modernidad de Rusia. El presidente Dmitri Medvédev y el primer ministro, Vladimir Putin, querían aprovechar el impulso que dará la organización de dos importantes acontecimientos deportivos como la Olimpiada de Invierno de 2014 y el Mundial de Fútbol de 2018 para atraer inversiones extranjeras. Pero de momento, esa campaña tendrá que esperar algún tiempo.
(1) Polítkovskaya, Anna: "Chechenia. La deshonra rusa" (2003)
*Manuel de Ramón es presidente de la Asociación de Periodista de Defensa
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