sábado, 19 de octubre de 2024

Los BRICS todavía tienen poca relevancia

Project Syndicate

Jim O'Neill


La cumbre anual de los BRICS es una ocasión ideal para que líderes políticos como Vladimir Putin promuevan una visión de un mundo que Estados Unidos no lidere, pero cada año también se confirma que la agrupación no tiene ningún propósito real más allá de generar gestos simbólicos y retórica elevada.

LONDRES – Este mes, el presidente ruso, Vladimir Putin, será el anfitrión de la cumbre BRICS 2024 (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Será la primera reunión anual que incluya a los cuatro nuevos miembros que se sumaron el año pasado (Egipto, Etiopía, Irán y los Emiratos Árabes Unidos), y se dice que muchos otros países también participarán. Pero ¿Cuál será el resultado?

En un principio, los BRIC eran un acrónimo que utilicé (en 2001) para describir las que consideraba las principales economías emergentes del mundo. Pero el ex ministro de Asuntos Exteriores ruso, Igor Ivanov , y su homólogo brasileño, Celso Lafer , tuvieron la idea de aprovechar mi nombre y los BRIC se convirtieron en un foro político, al que se sumó Sudáfrica en 2009.

Sin duda, Putin aprovechará la cumbre de este año para mostrar al mundo que no está tan aislado como los gobiernos occidentales quieren que esté. Es una ocasión ideal para que él y otros líderes promuevan una visión de un mundo que Estados Unidos no lidere. Pero vale la pena señalar que otros dos países que se esperaba que se sumaran al BRICS ampliado no lo hicieron. Después de aceptar originalmente la invitación, Argentina cambió de postura tras la elección de Javier Milei como presidente en 2023; y Arabia Saudita todavía no decidido qué hará.

Se puede adivinar por qué el Reino se muestra reticente a sumarse. Todavía valora su alianza en materia de defensa y seguridad con Estados Unidos, y esos vínculos se fortalecerán aún más si alguna vez normaliza las relaciones con Israel. Más concretamente, no está claro qué pueden ganar los saudíes, o cualquier otro país, con la membresía en el BRICS.

Sin duda, hay oportunidades para sacarse fotos. Los líderes del BRICS+ pueden estar al lado de Putin y denunciar la escasa representación de sus países en muchas de las grandes organizaciones de gobernanza global. Lo hacen todos los años y parece ser uno de los únicos logros reales que surgen de cada reunión.

Mientras tanto, los BRICS no han hecho nada para lograr un cambio organizacional o estructural significativo dentro de las instituciones internacionales. De hecho, han hecho exactamente lo contrario. Debido a la evolución de la geopolítica en torno a Ucrania y al ascenso de líderes más nacionalistas en Occidente y dentro de los BRICS, las instituciones internacionales se han vuelto aún menos efectivas.

El hecho es que los desafíos verdaderamente globales no pueden abordarse mediante agrupaciones estrechas como los BRICS (o el G7, para el caso), y esto seguirá siendo así sin importar cuántos miembros se añadan. Lo que realmente necesitamos es un G20 renovado, que demostró ser muy eficaz en sus primeros días, tras la crisis financiera de 2008. A pesar de ser bastante grande ( incluye a todos los miembros del G7 y los BRICS), refleja mejor el mundo de hoy en todas sus complejidades.

Además, no me queda claro que los BRICS hayan compartido alguna vez un propósito más allá del simbolismo. Hay muchas áreas en las que podrían emprender acciones colectivas para beneficiar a sus miembros y al resto del mundo. Entre ellas, se incluyen, entre otras, la promoción de un comercio más libre entre ellos (y otros) y la asunción de compromisos más firmes para combatir el cambio climático y las enfermedades infecciosas. Es cierto que el lanzamiento del Nuevo Banco de Desarrollo –que originalmente se llamó Banco BRICS– fue un avance positivo, pero la institución nunca ha tenido un mandato claro y poderoso vinculado a objetivos compartidos.

La cumbre de 2024 seguramente incluirá muchas declaraciones elevadas sobre la creación de una alternativa para desafiar el sistema monetario global basado en el dólar estadounidense. Pero hasta que los miembros clave –en particular China– no se tomen en serio la apertura de sus propias cuentas de capital y mercados financieros, eso no va a suceder.

De la misma manera, hasta que los dos miembros más importantes, China y la India, puedan acordar cooperar en iniciativas conjuntas, los BRICS prácticamente no tendrán posibilidades de cumplir sus ambiciones declaradas. Tal como están las cosas, estas dos grandes potencias siguen siendo rivales históricos y llevan años enzarzadas en escaramuzas militares a lo largo de la frontera del Himalaya.

Por todas estas razones, el BRICS+ no llegará a nada. Parece que la mezcolanza de nuevos miembros no fue seleccionada por razones estratégicas de largo plazo, sino porque se los puede convencer. Egipto, Etiopía e Irán pueden estar entre las 12 mayores economías emergentes en términos de población, pero no son las más dinámicas; de igual modo, los Emiratos Árabes Unidos son mucho más ricos que los demás, pero son un país muy pequeño. ¿Dónde están México, Indonesia y las otras economías asiáticas interesantes de las 12 principales?

La respuesta poco importa. Incluso si se sumaran (junto con Bangladesh, Nigeria, Pakistán, Filipinas, Turquía, Corea del Sur y Vietnam), el resultado sería poco más que cumbres más grandes. El G20 seguiría siendo el vehículo más apropiado y eficaz para el multilateralismo.

Jim O'Neill, ex presidente de Goldman Sachs Asset Management y ex ministro del Tesoro del Reino Unido, es miembro de la Comisión Paneuropea de Salud y Desarrollo Sostenible. 

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