domingo, 20 de septiembre de 2020

China y la India: un antagonismo intermitente

Tonatiuh Fierro/ Revistafal


Mientras el mundo atraviesa una de las crisis sanitarias más severas de los tiempos modernos debido al covid-19, el conflicto trasfronterizo entre China y la India se ha exacerbado, lo que derivó en un enfrentamiento frontal “cuerpo a cuerpo” entre ambos ejércitos en el valle del río Galwan, en Ladakh, la parte occidental de la denominada Línea de Control Actual (LAC), en la cordillera del Himalaya. No se usaron armas de fuego, lo que demuestra un apego al acuerdo bilateral de 1996 que tiene como propósito fomentar la confianza en el campo militar en la LAC en las zonas fronterizas entre China y la India, al estipular, en su artículo 6 (1), que “ninguno de los lados abrirá fuego, causará biodegradación, usará productos químicos peligrosos, conducirá operaciones de explosión o cazará con armas o explosivos dentro de dos kilómetros” de los límites fronterizos. No obstante, estos dos poderes nucleares y regionales se han encargado de mostrar desconfianza mutua y mantener el escepticismo en sus relaciones en la segunda década del siglo XXI.

Desde 1975, no se presentaban enfrentamientos mortales en la LAC. El conflicto más reciente en Galwan ha tenido como consecuencia 20 soldados muertos y 76 heridos del ejército indio, según lo reportado por fuentes oficiales indias. Aunque el gobierno chino no ha reconocido públicamente el fallecimiento o heridos de su lado, la India ha confirmado que también hubo “bajas” del bando contrario. Sin embargo, Hu Xijin, Director del periódico estatal chino Global Times, escribió en un mensaje en Twitter reconociendo que sí hubo bajas de militares chinos, sin especificar si se trata de muertos o heridos. Las propias condiciones geográficas hostiles de la cordillera del Himalaya limitan las acciones militares. La topografía accidentada provoca que las tropas tarden en aclimatarse debido a la altitud, además que la logística y el aprovisionamiento son extremadamente limitados. Sobre el último enfrentamiento sangriento, reportan los medios de comunicación, que probablemente fue “resultado de peleas a puñetazos y posiblemente del uso de rocas, barras de hierro” y palos. Es posible, dada la altura de más de 4300 metros, que algunos soldados hayan muerto debido a las caídas.

El número de bajas reales en China son secretas, para no revitalizar el sentimiento antiindio y que ello intensifique las divisiones en ambos lados. La encuesta sobre la opinión pública internacional acerca del ascenso de China del Pew Research Center de 2019 muestra la percepción de inseguridad de la población india que se cierne sobre la influencia de China en su país: el 46% de los encuestados se mostró desfavorable y el 23% favorable. Con este panorama, en la India afloraron una serie de protestas antichinas en algunas ciudades y generó que la Confederación de Comerciantes de la India solicitara, en una carta abierta a la población, que boicoteara los productos fabricados en ChinaLa respuesta del gobierno indio fue prohibir el uso y la descarga de 59 aplicaciones de celulares de origen chino por cuestiones de “seguridad”, debido a que el gobierno chino podría acceder a los datos de los usuarios y servir como espía. Entre estas aplicaciones se encuentran WeChat y TikTok; esta última es la más descargada en la India, con 660 millones de usuarios. Estas prohibiciones se encuentran enmarcadas en un contexto de disputa tecnológica internacional entre China y Estados Unidos, principalmente por el papel de Huawei en su necesidad de expansión de la red 5G en territorio indio. En realidad, las restricciones dañan más a la India que a China por su alta dependencia digital.

A diferencia de lo sucedido en la guerra entre China y la India en 1962, que finalizó con la derrota de la India, actualmente los contextos internos y externos son diferentes. Ante la emergencia de los nacionalismos agresivos en el mundo, en China, el presidente Xi Jinping ha buscado consolidar el nacionalismo, y en la India, el primer ministro Narendra Modi ha reforzado la ideología política hindutva, ambas banderas nacionalistas son sustento de sus políticas para legitimar sus acciones internas y externas, empleando todos los instrumentos de poder de Estado para proyectar y reafirmar el grado de poder obtenido en sus esferas de influencia.

El despliegue estratégico potencial

 

La capacidad disuasiva y de despliegue estratégico potencial de China y de la India es respaldada por sus arsenales nucleares. Hoy, de acuerdo con el reporte de Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) 2020, China y la India ocupan el quinto (320 ojivas) y el sexto lugar (150 ojivas) como poderes nucleares a nivel mundial. En el último año, China ha aumentado 40 ojivas más frente a la India, con 10. De igual forma, Beijing ha perfeccionado la precisión y el alcance de sus misiles nucleares balísticos como el Dongfeng-17 de planeo hipersónico y el Dongfeng-41 de planeo intercontinental. Por ejemplo, el misil DF-41 tiene un alcance operativo de 14 000 kilómetros y puede transportar 10 ojivas nucleares con la capacidad de impactar en cualquier lugar del mundo.

Hoy por hoy, afirma SIPRI 2020, China se mantiene como el segundo país con mayor gasto militar mundial. Por su parte, la India, por primera vez, se coloca como el tercer inversor mundial en defensa. En 2019, Beijing gastó 261 000 millones de dólares; las tensiones fronterizas con sus vecinos y con Estados Unidos la ha arrastrado a incrementar y sofisticar su sistema de defensa. Comparado con 2018, su aumento fue de 5.1%, y 85% más que en 2010. Por su parte, Nueva Delhi gastó en defensa 71 100 millones con la consecuente justificación de su programa nuclear y de misiles. Así pues, el altísimo gasto militar de China es casi cuatro veces mayor respecto al hecho por la India.

Una batalla sin fronteras escritas

 

China y la India han construido un lenguaje de principios de política exterior que se sustenta en la salvaguarda de su soberanía e integridad territorial, pues ni Beijing ni Nueva Delhi reconocen la demarcación impuesta por los colonialistas británicos en lo que es la frontera de facto más grande del mundo, con 3488 kilómetros. Históricamente, China empezó a mostrar interés por el altiplano lejano, árido, inhóspito y hostil al noreste de Ladakh en 1899, que era parte de Cachemira, región perteneciente a la India. El Imperio británico propuso revisar los límites fronterizos. George MacCartney, Cónsul General británico en Kashgar en Xinjiang, y Claude MacDonald, otro diplomático británico, colocaron a Aksai Chin en la parte fronteriza china, región que la India considera como parte de su territorio, pero administrado por China, mientras que el estado de Arunachal Pradesh controlado por Nueva Delhi, lo reclama Beijing.

 

Esta zona es geopolíticamente importante por sus reservas de agua; aproximadamente 1400 millones de personas dependen del agua de los ríos que surgen de las montañas del Himalaya. El control de la gran cuenca conlleva problemas regionales con alcances mundiales, porque se ven involucrados otros Estados más, como Bután, China, la India, Nepal y Pakistán. La presencia de ríos, lagos y montañas nevadas hace que esta frontera cambie constantemente.

 

En la segunda década del siglo XXI, las escaramuzas en la LAC han sido, una vez más, constantes. Sin embargo, de junio a agosto de 2017, un intento de los ingenieros chinos de construir una nueva carretera en el territorio en disputa en la frontera entre Bután, la India y China, llevó a un enfrentamiento que duró 73 días en la meseta de Doklam; solo hubo heridos debido a las peleas a puñetazos entre soldados chinos e indios. ¿Qué vía de solución diplomática encontraron? En abril de 2018, Modi y Xi celebraron una cumbre bilateral en la ciudad china de Wuhan, el epicentro de la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2, para promover el diálogo bilateral y relanzar las relaciones diplomáticas. Desafortunadamente, a principios de mayo de 2020, empezó un nuevo ciclo de tensiones después de que se informara que China seguía con su política de despliegue en su línea divisoria y el estado norteño indio Sikkim; es decir, después de que las fuerzas armadas chinas instalaran tiendas, trincheras y trasladaran equipo pesado. Ya el 6 de junio de 2020 se acordó implementar la desescalada militar que pactaron altos mandos militares de China y la India. 

Mapa 1. Zona fronteriza disputada entre China y la India 



China y la India no han cerrado las puertas a una solución negociada, pues han aprobado sendas resoluciones pacíficas sobre el conflicto fronterizo. La década de 1980 fue la época en que se celebraron más conversaciones de alto nivel para encontrar una solución mutuamente aceptable mediante negociaciones. En diciembre de 1988, en el marco de la visita oficial del primer ministro indio Rajiv Gandhi a China, se estableció un Grupo de Trabajo Conjunto para cuestiones técnicas de la frontera y se adoptaron medidas para el fomento de la confianza. En septiembre de 1993, China y la India firmaron el Acuerdo sobre el Mantenimiento de la Paz y la Tranquilidad a lo largo de la Línea de Control Real en las Zonas Fronterizas entre China y la India para mantener el status quo en espera de un acuerdo final pacífico y definitivo para reducir las fuerzas militares en la frontera, de acuerdo con el principio de “seguridad mutua e igualitaria”. Los dos países han logrado otros cuatro acuerdos bilaterales firmados en 1996, 2005, 2012 y 2013 con el fin de delimitar la frontera.

La desconfianza incremental

La India se ha sentido excluida al no ser parte del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, y ha sido un actor activo, junto con China, que es miembro del selecto club, en las negociaciones para la reforma de ese organismo internacional. El 17 de junio de 2020, fue electa para ser miembro no permanente del Consejo de Seguridad para el período 2021-2022, como representante de la región Asía-Pacífico. Cabe preguntarse cuáles serán los esfuerzos y la posición de la India para frenar la política de despliegue de China en la región en medio de la incertidumbre que genera su ascenso.

Dado el antagonismo y la desconfianza mutua, hasta cierto grado, la India se ha alineado a Estados Unidos, junto con Australia y Japón, para contener la expansión y el predominio regional de China. Resultado de ello es el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral, fundado en 2007, en el que estos cuatro países mantienen cumbres semirregulares, intercambios de información y ejercicios militares conjuntos. Este grupo se ha mantenido firme para que haya una investigación internacional sobre los orígenes de la pandemia del covid-19 en Wuhan. Asimismo, la India se ha acercado a Rusia para que acelere la entrega del sistema de defensa antimisiles S-400 y la compra de los cazas Su-30Mki y MiG-29 para aumentar la capacidad de su fuerza aérea. En este sentido, la India también ha comprado a Francia 36 aviones Rafale en el marco de un acuerdo intergubernamental de 2016, cinco de ellos ya fueron entregados el 27 de julio de 2020. 

Por supuesto, los cuestionamientos de la India sobre los propósitos reales de China se refuerzan con las políticas agresivas del actual gobierno chino en su periferia, como las disputas en el mar de China Meridional con Brunéi, Filipinas, Malasia y Vietnam. Con todo y este escenario catastrófico, China y la India han sido reacias a mostrarse o definirse públicamente como enemigos, tratando de negociar a fin de evitar caer en una confrontación bélica directa que finalmente regionalice o internacionalice el conflicto.

Desde el establecimiento de la República Popular China en 1949, China y la India han buscado encontrar un equilibrio en sus relaciones de cooperación y competencia. En 1954, China firmó con la India el acuerdo sobre el Tíbet, en el que se delinearon los cinco principios de coexistencia pacífica para los chinos y las cinco virtudes panchsheel –en sánscrito- para los indios, que actualmente sirven de guía para orientar a su política exterior. Estos principios son la no agresión, la no intervención en los asuntos internos de otros países, el respeto a la integridad territorial, la cooperación y la coexistencia pacífica. En 2005, China y la India firmaron la Asociación Estratégica y Cooperativa para la Paz y la Prosperidad, reconociendo que sin la negociación, la cooperación y el intercambio conjunto, ambos poderes no podrían lograr ser polos emergentes de poder. Por la creciente asimetría a favor de Beijing, Nueva Delhi por sí sola no podría detener el ascenso de su vecino y la política que escoja para relacionarse con China será la que definirá en su lugar en el mundo.

Reflexiones finales

La muerte de algunos miembros del ejército indio -y chino, si es que las hay- es injustificada, y evidencia la falta de compromiso por la paz internacional por parte de ambos Estados, lo que genera incertidumbre sobre el futuro de la región. Sin embargo, China y la India estuvieron disponibles al diálogo de alto nivel para neutralizar las tensiones y reducir el conflicto. El 6 de julio de 2020, el canciller chino Wang Yi y el representante especial indio y asesor de Seguridad Nacional Ajit Doval “alcanzaron un consenso positivo sobre la distensión de su situación fronteriza”. Finalmente, 2 días después, las tropas chinas empezaron con la desescalada militar.

Este conflicto es un indicador del margen de maniobra política-diplomática de China y la India para disipar sus miedos y dar respuestas a sus dudas de forma pragmática. Un reto importante para ambas potencias regionales será la congruencia de sus principios de política exterior con sus respectivos proyectos nacionales, sin que haya daño profundo a sus relaciones políticas, económicas-comerciales, y estratégicas globales de largo alcance. A pesar de que en 2020 se conmemora el 70 aniversario del establecimiento de sus relaciones diplomáticas, la tendencia es que el aumento de las incursiones agresivas chinas e indias en la LAC siga en marcha. Así pues, el legado imperial de fronteras indefinidas y las rivalidades históricas por la hegemonía en la región de ambas partes continuarán sin ser resueltas. Por ello, cabría preguntarse si China y la India están dispuestas a asumir los costos de un conflicto armado que dañen sus logros bilaterales alcanzados.

TONATIUH FIERRO es doctorando en Ciencias Políticas y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), maestro en Estudios de Asia y África, con especialidad en China, por El Colegio de México, y licenciado en Relaciones Internacionales por la UNAM. Su área de investigación es la política exterior de China, principalmente hacia Latinoamérica y México. Sígalo en Twitter en @FierroTonatiuh.


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