Era de mañana en Karbala, a unos 100 km al sur de Bagdad, en Irak, el mercado local estaba lleno de compradores y gente platicando en la calle, cuando de pronto se escuchó un grito, después otro y otro.
Un grupo de hombres vestidos de negro que portaban espadas y banderas negras había irrumpido en el mercado matando a cualquiera que encontraban. Niños, mujeres, ancianos y adultos.
Después avanzaron calle por calle hasta que tomaron control de toda la ciudad. Algunos recuentos dicen que ese día murieron unas 4.000 personas.
Los hombres vestidos de negro que llevaron a cabo la matanza no eran del autonombrado Estado Islámico (EI).
Esta masacre ocurrió hace más de 200 años y el grupo estaba dirigido por uno de los primeros gobernantes de Arabia Saudita, que acababa de formar un nuevo movimiento religioso, el wahabismo.
El wahabismo, una forma estricta y conservadora del islamismo, es hoy en día la religión oficial de Arabia Saudita. Y algunos afirman que es "el padre ideológico" de Estado Islámico.
Acuerdo en el desierto
"El wahabismo siempre ha sido descrito popularmente como la madre de todos los movimientos fundamentalistas", le dice a la BBC el profesor Bernard Haykel, experto en teología y ley islámica.
"Pero para encontrar la inspiración idelogógica de estos movimientos –dice– hay que remontarse al salafismo yihadista".
Haykel explica que se trata de "una corriente teológica muy antigua en el islam, sumamente literal en la forma como aborda el texto de la revelación, y tiende a condenar a otros musulmanes que no comparten esta ideología".
El salafismo se remonta al siglo XIX y una de las figuras más influyentes en éste fue un hombre llamado Muhammad ibn Abd al Wahhab, un predicador nacido en un lugar remoto de la península Arábiga en 1703.
"Él creía que los musulmanes se habían desviado del verdadero mensaje del islam", dice Bernard Haykel.
"Se sentía horrorizado por lo que veía en la Meca, el lugar sagrado para los musulmanes, con los nobles vestidos de forma extravagante, fumando hachís y escuchando música".
Esencialmente, Al Wahhab era un fundamentalista que quería "purificar" al islamremitiéndose a los principios básicos de la fe. Y gradualmente sus ideas fueron extendiéndose.
Pero no todos estaban de acuerdo y eventualmente fue expulsado de su pueblo.
Pronto encontró refugio con un hombre que gobernaba un pueblo vecino, Muhammad ibn Saud, con quien pactó un acuerdo en 1744.
Con este acuerdo se sentaron las bases para formar toda la región: Ibn Saud se comprometió a apoyar a Al Wahhab tanto política como militarmente y, a cambio de esto, Al Wahhab le daría a Ibn Saud legitimidad religiosa.
"Al Wahhad creía que la yihad estaba justificada contra los no creyentes, incluso contra los musulmanes que no seguían su verdadera versión de la fe", dice Haykel.
Tomaron control de una ciudad tras otra en la región. Muhammad ibn Saud reinaba y Muhammad ibn Abd al Wahhab predicaba y ponía en vigor lo que él creía eran las prácticas correctas del islam.
"Tenían listas de todos los congregantes y así se aseguraban de que todos acudían a la mezquita cinco veces al día a orar. Era una imposición de la fe que aplicaban casi como justicieros, una versión intolerante de la fe que en el islam tradicional no existe", asegura el experto.
Pero la alianza de Al Wahhab e Ibn Saud siguió capturando territorios. Y para fines del siglo XVIII tenía control de casi toda la península Arábiga.
De esta forma quedó establecida la unión entre Arabia Saudita y el wahabismo.
Wahabismo globalizado
Hoy en día, sin embargo, sigue habiendo un feroz debate entre los expertos sobre si realmente Al Wahhab propugnó la violencia con sus enseñanzas o si sus ideas fueron manipuladas por Ibn Saud o por sus consecuentes partidarios.
Madawi al Rasheed es profesora saudita de Antropología y Religión en la London School of Economics (LSE) y es autora de varios libros sobre Arabia Saudita.
Tal como explica la experta a la BBC, en 1932 los wahabistas descendientes de Muhammad ibn Saud tuvieron un renovado impulso con un nuevo acuerdo, con el que afianzaron su poder para formar el país que conocemos hoy como Arabia Saudita.
"Con el acuerdo, se les dio a los wahabistas control total de la vida social y cultural del reino, lo que significaba que tendrían el control de la educación y del sistema judicial", explica al Rasheed.
"Yla familia al Saud tendría control total de las relaciones internacionales y del manejo de la economía".
"A cambio, los clérigos wahabistas debían predicar a los ciudadanos sauditas que obedecieran a sus dirigentes. Y esto mantenía contentos a los al Saud porque garantizaba la conformidad a nivel doméstico".
Así, siempre que el gobierno trataba de hacer un cambio en el país, grande o pequeño –como introducir la televisión en el reino o permitir la educación de las mujeres–, debía negociar con los clérigos.
Esto ha tenido consecuencias tanto para Arabia Saudita como para los musulmanes en todo el mundo, explica la profesora Al Rasheed.
"En los 1960 y 1970, comenzaron a surgir muchas ideas revolucionarias en el mundo árabe y para protegerse de estas ideas los dirigentes sauditas pensaron que los wahabistas eran un buen antídoto, porque ofrecían una narrativa alternativa sobre cómo obedecer a los dirigentes sin interferir en la política".
Los dirigentes sauditas invirtieron millones de dólares en campañas educativas, construyeron miles de mezquitas, imprimieron millones de ejemplares del Corán para distribuir gratuitamente, establecieron la Universidad de Al Madinah para que estudiantes becados de todo el mundo pudieran estudiar religión y después regresar a sus países a enseñarla.
Todo con el objetivo de promover el wahabismo en el mundo.
Así, lo que en el siglo XVIII era sólo un movimiento local, 200 años después se convirtió en una ideología global.
Pero hay quienes afirman que al exportar el wahabismo Arabia Saudita ayudó voluntariamente a conseguir reclutas para Estado Islámico.
"Lo que vimos fue la propagación de un lenguaje revolucionario que ha inspirado a algunos individuos a cometer atrocidades en nombre del islam", asegura Madawi al Rasheed.
"Cuando Afganistán fue invadido por la Unión Soviética, el wahabismo fue utilizado por el régimen saudita para inspirar a los jóvenes a ir a luchar la yihad a Afganistán contra los infieles soviéticos".
Se dijo que los sauditas pagaron para enviar a miles de jóvenes a pelear a Afganistán, entre ellos, Osama bin Laden.
"Despertar islámico"
Sin embargo, Madawi al Rasheed asegura que es un error ver al wahabismo como la única influencia de Estado Islámico.
En el siglo XX surgieron otros movimientos políticos en los que también se inspiró el grupo extremista.
"Se benefició con la llegada de los Hermanos Musulmanes, que habían sido exiliados de Egipto, Siria e Irak, en los 50 y 60, y que fueron bien recibidos en Arabia Saudita. Muchos de ellos se convirtieron en profesores de religión", dice la experta.
"Esta fusión de la religión del wahabismo con las capacidades de organización de otros movimientos islamistas condujo a la creación de una nueva tendencia a la que se le llamó 'el despertar islámico'".
Con esta tendencia, en los últimos 20 o 30 años ha cambiado el tono de muchos clérigos musulmanes en todo el mundo, como explica Aimen Dean, quien fue miembro de Al Qaeda en Afganistán y después se convirtió en espía para los servicios de inteligencia británicos.
"Esto se debió a la globalización. Porque muchos clérigos tenían problemas con lo que veían como la expansión de la cultura estadounidense, con sus películas de Hollywood y sus televisiones de satélite", le dice a la BBC.
"Y los clérigos respondieron a ello con el método del miedo. Propagando 'el temor de Dios' en la mente de los jóvenes musulmanes para evitar que los valores occidentales entraran a sus habitaciones", agrega.
Este 'temor de Dios' –asegura Dean– produjo una generación de personas que se sienten culpables y que piensan que, de alguna forma, deben redimirse.
"Muchos de estos jóvenes quedaron muy vulnerables ante grupos como EI o Al Qaeda, que les ofrecían algo que nunca antes nadie les había ofrecido: absolución total", afirma Aimen Dean.
"Porque en el islam la recompensa que recibes a cambio del martirio, es la absolución total".
Pero Aimen Dean subraya que esta culpabilidad con que crecen muchos musulmanes no es suficiente para convertir a alguien en un violento extremista.
Esto es solo la primera etapa del largo trayecto que lleva a alguien a adoptar el islamismo extremista.
"Se necesita perder todo sentido de identidad, además de la fe, y después identificarte con los mártires del Corán que fueron perseguidos. Así se llega al destino final de este viaje", asegura el exmiembro de Al Qaeda.
"Allí es donde entras en este oscuro territorio que es la ideología de EI, donde rezas, ayunas y donde no vacilas ni un segundo para matar a alguien. Todo para lograr la supervivencia de EI", afirma Aimen Dean.
"Así es como se forma un yihadista prejuiciado y psicópata".
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