Por Juan González
La disputa territorial en Asia Pacífico, el conflicto en Europa del Este y la competencia por el mercado latinoamericano son fruto del ascenso de China y el resurgimiento de Rusia como potencias globales.
Se
recuerda que al finalizar la Segunda Guerra Mundial nació un orden internacional
bipolar dominado por Estados Unidos (EEUU) y la Unión Soviética
(URSS). En 1991, solo dos años después
de la caída del Muro de Berlín, el bloque soviético se disolvió, quedando EEUU sin contrapeso geopolítico lo que conllevo a que
ese país se convirtiera hasta 2008, en una potencia hegemónica planetaria, con
un poder económico, militar, diplomático, científico, tecnológico y cultural
como nunca antes se había registrado en la historia.
Sin
embargo, a partir del 2008, se inicia la decadencia de ese poder hegemónico, como
consecuencia de la crisis financiera y los costos incurridos en las intervenciones
de Irak y Afganistán.
Cabe destacar que estos hechos antes mencionados coinciden con el ascenso de China y el resurgimiento de Rusia
como actores globales. A esto se
le suma el aumento de la influencia de Alemania en Europa y las intenciones de
Japón de fortalecer su capacidad militar.
El
orden internacional en la primera mitad del siglo XXI estará marcado por los
roces entre las potencias, algunas que quieren preservar sus intereses y otras
que buscan aumentarlo.
De manera que en esta transición hacia un orden multipolar en que vivimos, la paz descansará en la diplomacia y la prudencia de los líderes
mundiales.
El autor, es politólogo,
analista de temas internacionales.
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