lunes, 24 de junio de 2013

La victoria de Rohaní deja a Netanyahu aislado frente a Irán

EL PAIS

DAVID ALANDETE 
La clase dirigente de Israel no se ha contagiado del optimismo con el que sus aliados occidentales, especialmente Estados Unidos, han saludado la reciente elección del clérigo moderado Hasan Rohaní como nuevo Presidente de Irán. El Ejecutivo de Benjamín Netanyahu ha quedado enrocado, aislado en sus advertencias de que Irán prosigue en un inexorable camino hacia la consecución de un arma nuclear. No cree el Gobierno israelí que se haya abierto ninguna ventana que permita abrir vías a la distensión, porque quien en última instancia controla el programa nuclear de Irán es el líder supremo Alí Jamenei, que ha vetado a los candidatos que le resultaban incómodos y ha aprobado y permitido la elección de Rohaní, que fue negociador nuclear entre 2003 y 2005, en la Administración de Mohamed Jatamí.
Aunque entonces Irán suspendió temporalmente el enriquecimiento de uranio para evitar sanciones por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y a pesar de que Rohaní ha prometido más transparencia en ese programa nuclear, los dirigentes israelíes no ven motivos que justifiquen una suavización de las sanciones económicas de occidente sobre Teherán. Aun así, a Netanyahu le es mucho más complicado ahora seguir buscando con tanta urgencia el apoyo de occidente, y sobre todo de Estados Unidos, para trazar planes de contingencia, incluidos los militares, que eviten que Irán logre la infraestructura necesaria para disponer de armamento nuclear.
El mensaje de Netanyahu en los pasados días ha sido claro. Ha quedado como una voz aislada en la comunidad internacional que sigue clamando contra la amenaza iraní. Horas después de la elección de Rohaní dijo, en su Consejo de Ministros, que “la comunidad internacional no debe quedar atrapada por sus deseos ni debe verse tentada a aligerar la presión sobre Irán”. El martes, en una reunión en Jerusalén con el ministro de Exteriores de Canadá, John Baird, añadió que “hasta que Irán cumpla con todas esas exigencias, se deben incrementar las presiones y el programa nuclear de Irán debe detenerse”. “Y punto”, sentenció.
Los oficiales israelíes se han apresurado a circular extractos de un libro que Rohaní publicó en 2011, titulado Seguridad nacional y diplomacia nuclear, en el que defiende el programa nuclear y recomienda que el Gobierno que ahora lidera debe hacer avanzar sus intereses de seguridad “sin sentir aprehensión”. “De hecho, hemos sufrido el mayor daño en las áreas de desarrollo y poder nacional”, opina en la conclusión del libro, según un análisis de la profesora Farideh Farhi, del Consejo Nacional Iraní Americano. Netanyahu detalló el martes la interpretación israelí de ese volumen. “Es el autor de un documento que podría titularse ‘negocia y enriquece’”, dijo. “Dijo que, calmando a la comunidad internacional, Irán será capaz de seguir avanzando lentamente en su programa de armas nucleares”.
Farhi disiente: “Creo que la interpretación de Netanyahu no recoge el sentido de lo que dijo [Rohaní]. Dado que Irán considera el enriquecimiento un derecho dentro de sus obligaciones en el marco del Tratado de No Proliferación Nuclear, el argumento de Rohaní es que a través de diplomacia y negociaciones, Irán puede generar la confianza de que su programa de enriquecimiento o nuclear es pacífico. Durante el tiempo en que negoció con Francia, Alemania y Reino Unido, dejó claro que Irán nunca suspendería su programa de enriquecimiento de forma indefinida pero estaba dispuesto, tal y como hizo, a suspenderlo de forma temporal para crear confianza”.
Hasta hoy, Irán admite que enriquece uranio al 20%, que puede emplearse en isótopos médicos para diagnosticar enfermedades diversas. Con un 5% de enriquecimiento, el uranio sirve para emplear el fuel de reactores civiles, con usos como la electricidad. Para que ese mismo material pueda emplearse como elemento fisible en un arma nuclear debe enriquecerse a un nivel superior pero a no más de un 90%. Según dijo Netanyahu en un discurso pronunciado en la Asamblea General de la ONU el año pasado, Israel estima que Teherán ya ha recorrido un 70% de ese proceso. El mandatario israelí empleó buena parte del año pasado tratando de convencer sin éxito a la Casa Blanca de la necesidad de un ataque preventivo.
Netanyahu aceptó calladamente el aplazamiento de la decisión sobre un posible ataque, marcando como límite para que Irán pudiera alcanzar la capacidad de tener armas nucleares la primavera o el verano de este mismo año. Aún con la elección de Rohaní, el Gobierno de Israel no ha alterado públicamente esas modificaciones, aunque según dijo recientemente a este diario una fuente gubernamental, “esos plazos nunca son completamente firmes, y dependen también de las sanciones económicas y la propia dinámica interna del régimen iraní”.
El primer ministro israelí no está solo en ese inmovilismo diplomático respecto a Irán. El miércoles, su ministro de Defensa, Moshe Yaalon, dijo en una ceremonia militar que Israel está “examinando los nuevos desarrollos en Irán a la luz de los resultados electorales”. “Aun así, no perdemos la sobriedad al evaluar las ambiciones del régimen iraní a la hora de buscar armas nucleares”, dijo. La inteligencia occidental asume que Israel es una potencia nuclear desde mediados del siglo pasado, algo que logró con la asistencia de Francia.
“Israel entiende mejor la zona que occidente y EE UU”, asegura Zeev Maghen, jefe del departamento de estudios de Oriente Próximo en la universidad israelí de Bar-Ilan. “Es la realidad en la que vivimos, tratamos con la amenaza de Irán desde hace mucho tiempo, y somos menos crédulos, no se nos engaña de forma tan fácil”. Añade que “cuando se trata de su programa nuclear, de las divisiones entre chiíes y suníes y la guerra contra Israel, Rohaní no es necesariamente más moderado que [el presidente saliente Mahmud] Ahmadineyad”.

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