viernes, 6 de abril de 2012

Cuando los emergentes diseñan el nuevo mundo

 Raúl Zibechi 


Vivimos un parteaguas, asegura el historiador Paul Kennedy. “Mientras ocurre, son muy pocos los contemporáneos que se dan cuenta de que han entrado en una nueva era”, escribió en un articulo titulado, precisamente, “¿Hemos entrado en una nueva era?” (El País, 3 de noviembre de 2011). El historiador prefiere no abordar los cambios bruscos como las grandes guerras, sino “la lenta acumulación de fuerzas transformadoras, en su mayor parte invisibles, casi siempre impredecibles, que, tarde o temprano, acaban convirtiendo una época en otra distinta”. 

 En su análisis destaca cuatro “fuerzas transformadoras”. La primera es la erosión constante del dólar que pasó de representar el 85 por ciento de las divisas internacionales para situarse en el entorno del 60 por ciento. Caminamos hacia un mundo en el que habrá sólo tres grandes divisas de reserva: el dólar, el euro y el yuan. La segunda es la parálisis del proyecto europeo. La tercera es el ascenso de Asia que supone el fin de “500 años de historia” hegemonizada por Occidente. La cuarta es la decrepitud de las Naciones Unidas. 

 La mirada larga del historiador podría ser complementada con el tiempo corto del análisis estratégico como el que esboza el Laboratorio Europeo de Anticipación Política (LEAP) en el análisis de las tendencias globales del último año: “En marzo de 2011 todavía estábamos en el mundo unipolar post 1989. En marzo de 2012 ya estamos en el mundo multipolar post crisis que vacila entre confrontaciones y colaboraciones” (Geab No. 63, 17 de marzo de 2012). En suma, estamos parados sobre una coyuntura de cambios profundos que dejarán su impronta en el mundo del siglo 21.

La IV Cumbre del BRICS realizada el 28 y 29 de marzo en Nueva Delhi, es uno de los núcleos del cambio ya que encarna una de las más potentes fuerzas transformadoras que refiere Kennedy. Los jefes de Estado Dilma Rousseff (Brasil), Dmitri Medvedev (Rusia), Hu Jintao (China) y Jacob Zuma (Sudáfrica) y el primer ministro Manmohan Singh (India) decidieron comenzar a trabajar para crear un banco de desarrollo de los cinco países que es un reflejo del peso adquirido por el grupo en la economía mundial pero también una reacción ante la negativa de los Estados Unidos y la Unión Europea de soltar el control del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. 

 Los cinco emergentes, a los que pueden sumarse en un futuro Turquía, Indonesia e Irán, buscan transformar a sus países en alternativa a las instituciones mundiales dominadas por países occidentales y transformar su creciente poder económico en influencia política y diplomática. La creación de un “banco del BRICS” permite a los países contar con recursos para obras de infraestructura y contar con instrumentos de crédito para afrontar crisis financieras como las que afronta Europa. Mientras tanto, el yuan despliega sus alas. En los últimos meses el yuan ha sido aceptado por varios países como moneda para intercambio bilateral en sustitución del dólar. En diciembre China y Japón acordaron eliminar gradualmente el dólar en los pagos mutuos para utilizar las monedas nacionales (yen y yuan) en el comercio bilateral. Más importante aún, Japón decidió comprar bonos chinos nominados en yuanes. Ambas decisiones, tomadas en diciembre de 2011, tienden a acelerar la conformación de una zona de libre comercio asiática en la que participarán nada menos que la segunda y la tercera economías del mundo, además de Corea del Sur. 

 Acuerdos similares de intercambio en monedas locales estableció China con Rusia y Bielorrusia, pero ahora también con Australia, un país que al igual que Japón se considera en la zona de influencia de Estados Unidos. Los bancos centrales de Australia y China firmaron el acuerdo para comerciar en yuanes y dólares australianos con el objetivo de fortalecer los lazos económicos. Para China es otro paso importante en la internacionalización del yuan que, según el HSBC, una de las mayores instituciones financieras del mundo, se convertirá para 2015 en una de las tres principales monedas globales (Russia Today, 23 de marzo de 2012). Las empresas chinas ya usan el yuan en intercambios con sus socios en 181 países, sobre todo en Asia, Oriente Medio y América Latina. Aunque el dólar aún representa el 60 por ciento de las reservas internacionales, en Asia no llega al 50 por ciento pese a que los principales tenedores de esa divisa son China y Japón. En la región, la más próspera del mundo, la preferencia es por el oro. 

 En la misma dirección, China viene modificando radicalmente sus reservas, que superan los 3, 2 millones de millones de dólares. Hasta 2006, el 74 por ciento de sus reservas estaban en dólares, pero a partir de ese año comenzaron a descender lentamente, hasta que en 2011 cayeron aceleradamente hasta el 54 por ciento (Geab No. 63). No sólo los chinos toman recaudos ante la pérdida de valor del dólar; los bancos europeos abandonaron sus préstamos en esa moneda ante la creciente volatilidad del mercado de divisas. En el marco de la IV Cumbre, el Banco de Desarrollo de China se dispone a firmar un acuerdo con el BRICS para ampliar a esos países los préstamos en yuanes, lo que supone un paso importante en la internacionalización de esa moneda (Russia Today, 9 de marzo de 2012). El bloque que representa el 41 por ciento de la población mundial, casi el 20 por ciento del PIB y la mitad de la reservas en divisas y oro, parece haber apostado al yuan como su paraguas monetario frente a un dólar cada vez más devaluado.

La decisión supone traspasar una línea de no retorno. Que ese paso lo den China y Rusia, dos potencias nucleares que no temen el enorme poderío militar de Washington, no es algo que pueda llamar la atención. Que lo hagan India y Brasil, es diferente. Jaipal Reddy, ministro de Petróleo de India, desafió las presiones estadounidenses al afirmar que su país seguirá importando petróleo de Irán y llamó a Occidente a entender “las necesidades” de su país (Russia Today, 26 de marzo de 2012). 

India acaba de anunciar la compra de 126 cazabombarderos Rafale, fabricados por la francesa Dassault, dejando de lado la oferta de la estadounidense Boeing. Brasil tiene aparcada desde 2009 la compra de 36 cazas en la que compiten el F-18 de Boeing, el Rafale y el Gripen de la sueca Saab. Hace más de dos años Luiz Inazio Lula da Silva había anunciado su preferencia por el avión francés, aún siendo más caro que el de Boeing, ya que Francia asegura un completo traspaso de tecnología que le permitiría a la brasileña Embraer iniciar su producción en serie. Las presiones de la Casa Blanca a favor del caza de Boeing forzaron al gobierno de Lula y luego al de Dilma Rousseff a aplazar la compra. Sin embargo, la decisión de India, primer país del mundo que compra el caza francés, puede facilitar la decisión de Brasil. Algunos van más lejos y apuntan, como el director del sitio Defesanet, Nelson During, que Brasil e India pueden resucitar “un viejo proyecto debatido en 2002 de producir un avión conjuntamente”, que en esa época era el Mirage francés (AFP, 26 de marzo de 2012). 

 La decisión estratégica de Brasil puede estar muy cerca y todo apunta a la compra de los Rafale, sobre todo luego del desaire recibido por Washington que suspendió el contrato que había ganado la brasileña Embraer para la compra de 20 aviones se ataque Super Tucano por 355 millones de dólares para la fuerza aérea de Estados Unidos. Si la Embraer lograba “ingresar” en el selecto grupo de proveedores de la principal fuerza aérea del mundo, se hubiera consolidado como industria aeronáutica militar. Esta vez la cancillería brasileña no pudo ocultar su desagrado “en especial por el momento y la forma” de la decisión, semanas antes de la visita oficial de Rousseff a Washington.

 Pero el dato mayor es otro: la cancillería asegura que esa decisión “no contribuye a la profundización de las relaciones entre los dos países en materia de defensa” (Valor, 2 de marzo de 2012). Por su parte, la subsecretaria de Asuntos Políticos de la cancillera brasileña, Maria Edileuza Fontenele Resis, recordó que en 2012 los BRICS “serán responsables del 56 por ciento del crecimiento global cuando el G7 (Alemania, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Japón, Italia y Canadá) será apenas responsable por el 9 por ciento del crecimiento”. Destacó que el intercambio entre los cinco emergentes creció de 27.000 millones de dólares en 2002 a 250.0000 millones en 2011 e insistió en que además el bloque presenta una “notable convergencia” de posiciones en aspectos destacados de la agenda internacional como la situación n Oriente Medio y el norte de África (Xinhua, 22 de marzo de 2012).

Pero el bloque BRICS presenta enormes dificultades para su consolidación. La principal, además de sistemas políticos, economías y objetivos diferentes, consiste en el rechazo a la política de exportaciones baratas de China que genera desindustralización en países como India y Brasil. China aparece empeñada en revisar el injusto sistema de Bretton Woods (que creó la actual arquitectura financiera global) pero se niega a aceptar una ampliación de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, y muy en concreto rechaza e ingreso de países asiáticos, lo que la lleva a chocar con India. Para superar las dificultades que imponen las contradicciones anotadas, sumada a la dificultad de convertirse en un bloque dada su dispersión geográfica, es que se han concentrado en el objetivo común de buscar alternativas al dólar, un problema que aqueja a todas las economías emergentes. Puede decirse que la frustración generada por la especulación financiera ha sido uno de los principales factores de cohesión del BRICS, como apunta el profesor de estudios estratégicos Brama Chellaney, del Centro de Investigaciones Políticas de Nueva Delhi (Valor, 23 de marzo de 2012). 

 “No queremos el dinero de los países ricos”, le dijo Dilma a la canciller Angela Merkel en su reciente visita a Alemania. Criticó “el tsunami de liquidez” creado por los países ricos para levantar una barrera proteccionista que terminaría hundiendo a la industria de los países emergentes: “La salida que ellos encontraron para enfrentar los problemas es una manera clásica, conocida, de exportar la crisis. Cuando el compañero Mario Draghi (ironía por el italiano que preside el Banco Central Europeo y proviene del sector financiero privado) dice que ‘vamos a echar a rodar la maquinita que hace dinero’, está inundando los mercados con dinero. ¿Y qué hacen los inversores? Toman préstamos a tasas bajísimas, en algunos casos hasta negativas, en los países europeos y corren a Brasil para aprovechar lo que los especialistas denominan arbitraje, que, grosso modo, es la diferencia entre las tasas de interés de allí y de aquí. Entonces, Brasil no puede permanecer paralizado ante eso. Tenemos que actuar. Tenemos que actuar defendiéndonos, cosa bastante distinta del proteccionismo” (Pagina 12, 28 de marzo de 2012).

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