Armando Pérez
China puede sacar provecho de un divorcio entre Estados Unidos y Pakistán para reforzar su influencia en la zona del Golfo Pérsico, crear una infraestructura adecuada para defender su seguridad energética y poner fin a dominio militar de EEUU y la OTAN en el Océano Índico.
Como destacan expertos rusos, el empeoramiento de las relaciones entre EEUU y Pakistán se debe en su mayor parte a la obstinada actitud de Washington de pedir explicaciones a los servicios secretos y cúpula castrense de Pakistán para esclarecer las circunstancias que permitieron al líder de la red terrorista Al Qaeda, Osama Bin Laden, vivir tranquilamente los últimos cinco años en la localidad de Abbottabad a menos de 70 kilómetros de Islamabad, antes de ser aniquilado por tropas de elite estadounidense a comienzos de mayo (2011).
En lugar de tranquilizar al gobierno y el parlamento de Pakistán, que expresaron disgusto por la forma en que actuaron las tropas estadounidense en su territorio, la Casa Blanca afirmó que su lucha contra el terrorismo no descarta que se produzcan nuevos “abbotabbades” agravando aun más la confrontación con sus aliados paquistaníes.
Situación muy favorable para China que ve en Pakistán un socio con el que puede intercambiar favores de mucho beneficio tanto para Pekín como para Islamabad.
Tras el desengaño sufrido por la amistad estadounidense, muchas fuerzas políticas paquistaníes consideran que llegó el momento de buscar nuevos amigos que pueden estar más cerca y dispuestos a cooperar en asuntos de interés común.
Para Pakistán una alianza con China no es tanto un movimiento estratégico sino también una sólida garantía de supervivencia en condiciones cuando todavía es posible un conflicto con India.
La experiencia de todas las guerras afrontadas indican que sin la ayuda de un aliado, Pakistán no podrá encarar un nuevo conflicto contra India, que dicho sea de paso, el es único país que puede competir con China el liderazgo geopolítico en esa zona clave del Asia.
Esa misma razón, obliga a la élite política de Pekín debe tener en cuenta que por razones geopolíticas, para China la alianza con Pakistán también es un asunto importante.
A juicio de expertos, la crisis en las relaciones entre EEUU y Pakistán condiciona la necesidad de emprender correcciones importantes en política exterior, Islamabad y Pekín parece que comprenden que llegó la hora dar un nuevo contenido a las relaciones bilaterales.
Y si antes, las relacione entre Pakistán y China se desarrollaban más que todo en el campo político y militar, ahora ambos países procuran despejar el camino para potenciar a toda marcha las relaciones económicas y comerciales.
Según expertos, el capital chino a corto plazo puede dar un viraje hacia la economía paquistaní y destinar la mayoría de sus inversiones destinadas al zona del sudeste asiático a proyectos energéticos, de comunicaciones y la industria textil de Pakistán, que es altamente competitiva.
Actualmente, el intercambio comercial ente los dos países es superior a los 10 mil millones dólares y sigue en aumento, lo que permite suponer que para 2012, se podrá hablar de 15 millones y otros tantas decenas de miles de millones de dólares en inversiones directas.
Esto implica cambios relacionados con la seguridad y la defensa de esos nuevos mercados y plataformas de inversiones, con repercusión directa en la cooperación militar chino-paquistaní que en general, ya marchan viento en popa.
Poco después de la incursión estadounidense en territorio paquistaní contra Bin Laden, China anunció que acelerará la entrega a Pakistán de 50 cazas JF-17. Por su parte, Islamabad anunció la intención de adquirir a corto plazo seis submarinos diesel que serán construidos en cooperación con astilleros chinos, además de fragatas de la clase F-22P también de fabricación conjunta, que ya han sido incorporadas a la marina de guerra paquistaní.
En los últimos años la cooperación militar entre ambos países se intensificó notablemente, ya en 2009 Pakistán compró a China 36 cazas J-10 y comenzó a incorporar a la Fuerza Aérea cazas JF-17 Thunder también de fabricación conjunta.
Finalmente, en pasado 21 de mayo el ministro de Defensa de Pakistán, Ahmad Mujtar se manifestó a favor de la creación de una base naval en el puerto Gwadar, con ayuda de China.
Según expertos rusos, la propuesta del ministro de Defensa de Pakistán es de profundo calado porque además de la creación de una base con elementos modernos de defensa antimisil, implicaría la posibilidad de que la base paquistaní también sea utilizada por buques de guerra chinos.
La perspectiva de la presencia de buques de guerra chinos en un puerto a menos de 100 kilómetros de la frontera con Irán supone un duro revés para EEUU que hasta el momento mantiene en control militar del mar Arábigo.
La simple presencia de buques chinos en el Océano Indico cambia radicalmente el actual estatus quo bélico dominado por EEUU y sus aliados de la OTAN, con implicaciones políticas que afectarán a todos los países de la región.
La existencia de una base china tan cerca de Irán supone una circunstancia muy seria que debe tener en cuenta aquellos que consideran muy probable una guerra contra Irán, en caso de que el asunto sobre su programa nuclear se vea en un callejón sin salida.
Es decir una señal de contención para Israel, donde existen fuerzas políticas que contemplan con determinada seriedad la posibilidad de asestar ataques preventivos contra las supuestas instalaciones iraníes donde se fabrican armas nucleares.
El asunto es que China no puede permitir una guerra contra Irán porque la estabilidad del país persa en parte condiciona su seguridad energética.
Irán es uno de los principales suministradores de hidrocarburos para la pujante economía china, que cada vez requiere más recursos energéticos.
La perspectiva de que mejoren las relaciones entre China y Pakistán favorece la realización de proyectos energéticos clave como la construcción de gasoductos y oleoductos por el territorio paquistaní para trasegar los hidrocarburos iraníes hacia China.
Entre los proyectos posibles vale destacar el oleoducto a través del Himalaya para trasegar hidrocarburos de Medio Oriente hasta el oeste de China.
Inicialmente, el oleoducto seguirá la carretera de Karakórum hasta el ya mencionado puerto de Gwadar en el sur de Pakistán, con planes para la construcción de refinerías y plantas de licuefacción de gas.
La tubería conectará este puerto con los campos petroleros del sur de Irán, Qatar e incluso los yacimientos de gas de Turkmenistán.
La aparición de una red energética regional reforzará la interdependencia del eje Pekín-Islamabad-Teherán que a mediado y largo plazo pueden concertar alianzas políticas y de defensa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario