La ofensiva geopolítica emprendida por Turquía para reforzar su influencia en Oriente Próximo ha puesto en guardia a países influyentes como Israel e Irán que pueden quedar debilitados, situación que también preocupa a Irak, Siria y Grecia, y hasta levanta ciertos recelos en Rusia.
Lo más notorio de la ofensiva turca es la confrontación creciente entre Ankara y Tel Aviv, que por lo visto, está destinada a poner fin a la alianza turco-israelí, durante muchos años, un factor de equilibrio en una zona de intereses vitales para países de Europa, Asia, Estados Unidos, el mundo árabe.
El gobierno turco ataca al gobierno israelí de forma directa al expresar un apoyo cada vez más amplio a los palestinos, profiriendo amenazas de que apelará ante instituciones internacionales para que investiguen el programa nuclear israelí, y advirtiendo que impedirá a las empresas israelíes el acceso a la explotación de yacimientos de hidrocarburos en el mar Mediterráneo.
Otro punto culminante de esta confrontación fue marcado el pasado 7 de septiembre, cuando Turquía anunció planes de firmar un importante tratado militar con Egipto, casi simultáneamente con la vista a El Cairo del primer turco, Recep Tayyip Erdogan.
Teniendo en cuenta los ánimos anti-israelíes que predominan actualmente en Turquía y Egipto, y la evolución de los procesos revolucionarios en algunos países del norte de África, Israel tiene razones de sobra para preocuparse por el acercamiento turco-egipcio.
Según los expertos, las relaciones entre estos tres países con “la primavera árabe” como telón de fondo, permite pronosticar que la situación en Oriente Próximo evolucionará de forma desfavorable a la estabilidad, con muchas posibilidades de que estallen situaciones de conflicto. Los más pesimistas hablan de un retorno a la situación que existió en la década de los años 1960 y 1970 cuando Israel prácticamente estuvo cercado de vecinos hostiles.
En vísperas de la guerra de los seis días en 1967, contra Israel se enfrentó todo el mundo árabe a excepción de Irán y Turquía.
Y paradójicamente, ahora la situación es peor, pues además del mundo árabe, Israel deberá enfrentarse contra Irán que ahora es su enemigo declarado, y contra Turquía, otro adversario más que probable.
Expertos militares rusos alertan las implicaciones que podrá tener las intenciones de Ankara de enviar otra “flotilla libertad” hacia la Franja de Gaza esta vez custodiada por buques de guerra de la armada turca para impedir lo que ocurrió con otras flotillas cuando intervino la armada israelí.
Los planes anunciados desde Ankara de destinar flotillas de buques de guerra turcos a misiones de patrullaje al mar Rojo y el envió de otra escuadrilla para patrullar cerca a las costas israelíes en el Mediterráneo dan la impresión de que los turcos preparan las condiciones para establecer en el momento preciso, un bloqueo marítimo total contra Israel.
Vale la pena destacar que las relaciones turco-israelíes comenzaron a deteriorarse paulatinamente a partir de 2008 de forma paralela al reforzamiento de la política exterior emprendida por el gobierno islamista en el poder en Turquía con Erdogan a la cabeza.
Aunque, algunos expertos en Moscú afirman que la retórica antiisraelí enarbolada por el gobierno turco va más allá del simple deseo de desafiar a Israel y tiene otras ambiciones geopolíticas ocultas.
Según esos expertos, la aparición de la armada turca en el mar Rojo es antes que todo la respuesta de Ankara a los planes de Teherán de emplazar escuadrillas de buques de guerra de Irán.
De esta forma, Turquía al igual que Irán procuran asentar su potencial bélico en una región estratégicamente importante para Occidente por donde pasa las rutas del transporte de crudo proveniente del Golfo Pérsico.
Los planes geopolíticos de Turquía pasan por del debilitamiento de la influencia iraní en la zona. Esto también explica la política de Ankara contra aliados de Irán como Siria. La componente militar de Turquía se complementa con la política lanzada por Ankara con el resto de países árabes.
Turquía abiertamente amenaza a Siria, aglutina tropas en la frontera con Irak, participa en la operación de la OTAN contra Libia y cambia el vector de sus relaciones con Egipto que durante el gobierno del depuesto presidente Hosni Mubarak era considerado un competidor molesto que impedía la expansión de la influencia turca en Oriente Próximo y en el mundo árabe en general. Hasta hace un tiempo, Egipto contó con el apoyo incondicional de Occidente, y ahora la situación es diferente.
Los cambios producidos en el país tras el derrocamiento de Mubarak penas comienzan, en sectores de la sociedad egipcia se fortalecen los ánimos islamistas y Turquía aprovecha esta situación para ampliar su influencia desarrollando las relaciones económicas y la cooperación militar.
El derrocamiento de gobiernos autoritarios a consecuencia de la “primavera árabe” también favoreció la expansión turca en la zona.
Al respecto, vale la pena destacar el apoyo de Erdogan hacia los partidos “Hermanos Musulmanes” en Siria y Egipto condicionado no tanto por la afinidad ideológica sino por los planes de Turquía en el Gran Juego que comienza en Oriente Próximo.
Mientras que Occidente con Francia e Inglaterra a la cabeza apoyan las fuerzas políticas liberales surgidas en los países donde triunfaron o se dan situaciones de revolución, Turquía apoya las fuerzas políticas islamistas incluso radicales, y desde el punto de vista de la representación, la estrategia turca puede ser más productiva.
El objetivo de Ankara es aumentar su influencia en los gobiernos y aumentar la simpatía en las poblaciones de la mayor cantidad posible de países árabes.
En este sentido, para Turquía la confrontación con Israel es un componente importante que además le permite otros objetivos más ambiciosos como restablecer la influencia en la zona oriental de la cuenca del Mediterráneo y el sur de Europa.
Para lograr ese objetivo, Ankara anunció recientemente la puesta en marcha la “Operación Barbarroja” para afianzar la presencia de buques de guerra turcos entre Israel y Chipre.
Este “factor turco” obligatoriamente tendrá repercusiones que deberán tener en cuenta los gobiernos de Israel, Chipre y Grecia, afectando de paso la política de jugadores más influyentes como Italia y la Unión Europa como representante de países pequeños en los Balcanes.
Últimamente, la política de Ankara hacia Chipre es casi agresiva ya que de todas las formas intenta impedir la participación de empresas griegas en la explotación de yacimientos de hidrocarburos en la isla.
Además Turquía anunció planes para reforzar su presencia militar en el mar Adriático donde emplazarán al menos 14 submarinos turcos, simultáneamente con una ofensiva diplomática para reforzar su influencia con las autoridades de Bosnia, Kosovo y otros países en los Balcanes.
Entre tanto, Moscú mira con cierto recelo los acuerdos suscritos recientemente entre Turquía y Estados Unidos para emplazar en el territorio turco elementos del sistema global de defensa antimisiles, un asunto sensible para Rusia porque en cierta medida afecta la seguridad de su arsenal estratégico nuclear.
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