sábado, 12 de noviembre de 2011

Desafío crítico de Irán al mundo



José Javaloyes



Desde que hace nueve años fuera desvelado el programa secreto de Irán en materia nuclear, la tensión internacional suscitada por ello ha ido a una permanente y progresiva escalada de sanciones que no han desviado a la república islámica un centímetro de su ejecutoria en ese sentido; sólo, en contadas y medidas ocasiones, a la simulación de aperturas a negociaciones con las potencias occidentales en lo tocante al procesamiento civil del uranio enriquecido.



Aunque la rigidez de fondo por parte de los iraníes ha sido tan manifiesta al cabo que tanto Rusia como China, aliados de las políticas de Teherán, han acabado por no interponer su veto cuando se han propuesto sanciones muy severas por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, mediante las cuales la comunidad internacional ha interpuesto medidas de retorsión. Proporcionales al riesgo que para el mundo dimana de esa política persa.



Pero ha ocurrido ahora que en el último de los informes de la Agencia Internacional de Energía Atómica, se reiteran las cada vez más alarmadas apreciaciones confirmatorias de que la hoja de ruta seguida por el presidente Ahmadineyad incluye, entre programas nucleares de doble uso - civil y militar - metas específicamente orientadas a la obtención del arma atómica. Algo que al propio tiempo se acompaña de logros armamentísticos en el plano de los recursos militares convencionales, llamados a implementar en su momento el empleo de artefactos nucleares; especialmente en lo que se refiere a la disponibilidad de vectores misilísticos capaces de llevar una cabeza nuclear a distancias en las que puede incluirse el Estado de Israel como objetivo.



Todo ello ha contribuido a consolidar un estado internacional de alarma, dentro del que se incluye el hecho de que el Estado judío esgrima la hipótesis de un ataque contra los puntos en los que se entiende y cree saberse que Irán tiene situadas sus instalaciones para la fabricación de artefactos nucleares. Más allá de todo esto resulta obligada la consideración de dos cosas.



Una que es la interrogante de si Rusia y China colaborarían a la hora de votar nuevas y más graves sanciones en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas; sanciones que incluirían el bloqueo de las exportaciones iraníes de petróleo, además del embargo de las importaciones iraníes de productos refinados del propio oro negro; productos de los que Irán carece por la obsolescencia de sus instalaciones de refino, determinada a su vez por el impacto de la cadena de sanciones que le han sido aplicadas en ocasiones anteriores.



Frente a este nuevo ciclo de sanciones occidentales, amenaza Teherán, como respuesta, con atacar objetivos militares de Estados Unidos y de sus aliados en Oriente Medio.



Aunque ocurre también, y ello no es menos preocupante, que las amenazas disuasorias esgrimidas por los iraníes, ante los revelados propósitos occidentales de frenar así su programa atómico, suben a su vez de tono en un momento realmente crítico para la economía mundial. Es decir, en un marco de relaciones en el que los necesarios consensos internacionales para la cooperación necesaria - puesto que sin ello las consecuencias de la crisis económica serían incalculables - los desacuerdos políticos con Rusia y China en lo tocante a nuevas sanciones contra los persas, podrían tener gravísimos efectos económicos colaterales fáciles de imaginar.



*José Javaloyes es periodista

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