BBC Mundo
Redacción
La batalla de las balas y las bombas parece estar acercándose a su desenlace en Libia. Lo que se viene ahora es otra guerra: la de los contratos, la pelea por ver quién se posiciona mejor en la nueva Libia. El más prominente de los hijos de Muamar Gadafi, Saif al Islam, niega que ese momento haya llegado e insiste en que desde su bastión de Sirte los partidarios de su padre reconquistarán Libia.
Y si bien es cierto que la guerra no ha terminado, no parece que las palabras de Al Islam inquieten en la comunidad internacional, reunida en la conferencia de "Amigos de Libia" en París.
El encuentro sirve para expresar apoyo al Consejo Nacional de Transición (CNT) y, al tiempo, "meter un cambio de marcha", como lo describe el corresponsal para Asuntos Diplomáticos de la BBC, Jonathan Marcus.
La reunión de París cambiará el foco de la agenda "de la guerra a la reconstrucción", como señala Marcus.
Es probable que la decisión de Naciones Unidas de autorizar la liberación de los fondos que habían sido congelados a Gadafi, también le imprima al encuentro un interés comercial.
Los países que propiciaron la intervención de la OTAN, como Francia y Reino Unido, ya están tomando posiciones.
Los italianos, tradicionales socios comerciales de Libia en Europa (y antigua potencia colonial) también tratan de no perder terreno, y ya preparan una misión de empresarios a Bengasi.
Pero tampoco se quedan atrás otros como Rusia o China, que opuestos a la intervención de la alianza atlántica, no dejaron de enviar sus representantes a París.
"No necesitamos donantes"
De lo que nadie duda es de que Libia va a necesitar contratar empresas extranjeras para la reconstrucción. Además, sus enormes reservas internacionales y su abundante petróleo, hacen que la cuestión sea potencialmente muy lucrativa.
"No necesitamos donantes. Libia es un país rico. Los activos estatales de la Autoridad de Inversiones Libia, el Banco Central y las reservas en oro equivalen a US$168.000 millones", declaró el ex director del Banco Central libio, Farhat Bengdara.
Conscientes de ello, recientemente, el presidente del CNT, Mustafa Abdel Jalil, prometió favorecer a los países que ayudaron en la rebelión. "Lo gestionaremos de acuerdo con el apoyo que nos han brindado", dijo.
Rusia presente
No hace mucho tiempo, el primer ministro ruso, Vladimir Putin, se preguntaba quién había autorizado a la OTAN a buscar la salida del poder de Gadafi. Este jueves, no obstante, Moscú anunció que reconoce al Consejo Nacional de Transición como la legítima autoridad.
No eran pocos los que daban por hecho que las nuevas autoridades libias pasarían factura a países como China y Rusia por su falta de apoyo a la intervención de la OTAN. De hecho, entre los propios rusos algunos temían ser grandes perjudicados del cambio de régimen.
Empresas como Gazprom o Tatneft han invertido cientos de millones en el sector del gas y el petróleo libio. Y la estatal ferroviaria rusa estaba construyendo una línea de tren de alta velocidad entre Sirte y Bengasi gracias a un contrato de US$3.000 millones ganado durante el gobierno de Gadafi.
"No creo que el nuevo gobierno de Libia empiece revisando los contratos con Rusia por cuestiones políticas más que criterios técnicos o económicos", dijo Mikhail Margelov, enviado ruso a la conferencia de París.
China también quiere estar ahí
Las empresas chinas también tenían una fuerte presencia en Libia antes de que estallara la rebelión. Al menos 26 compañías hacían negocios por unos US$20.000 millones. El gobierno chino en todo momento se mostró reticente a la acción impulsada por Francia y Reino Unido.
Pero Pekín se ha hecho presente en la reunión. "China desea sumarse a la comunidad internacional y jugar un rol activo en la reconstrucción de Libia", declaró el portavoz de la cancillería china, Ma Zhaoxu.
Pekín envió a un viceministro a la conferencia de París con la intención de "apoyar a las partes en sus esfuerzos para restaurar la estabilidad y promover una transición tranquila".
Italia firma acuerdo
Italia podría tener razones para estar preocupada por sus intereses económicos en Libia. Las aparentes buenas relaciones entre el primer ministro Silvio Berlusconi y el coronel Gadafi podrían causar dificultades a la antigua potencia colonial frente a las nuevas autoridades libias.
La petrolera italiana Eni, que está presente en Libia desde 1959 (diez años antes de la llegada de Gadafi al poder), se considera a sí misma la primera compañía internacional en términos de producción de hidrocarburos del país.
Eni firmó un memorándum de entendimiento con el CNT, donde ambas partes se comprometieron a "recrear las condiciones para una rápida y completa reanudación de las actividades de la compañía petrolera en Libia y a trabajar para la reactivación del gasoducto GreenStream", que proveía 8.000 millones de metros cúbicos de gas natural al año.
Los italianos se comprometen inicialmente a proveer hidrocarburos para satisfacer las necesidades inmediatas de la población. Igualmente ofrecerán asistencia técnica para ayudar a restaurar el funcionamiento de las instalaciones. Eni también ofreció ayuda humanitaria y material médico.
No sólo petróleo
Pero los acuerdos no se limitan al crudo. Así fue que el CNT firmó dos contratos con productores franceses para comprarles 60.000 toneladas de trigo a cada uno. Según un alto funcionario francés, los contratos ascendieron a US$22 millones. De hecho, Libia planea importar medio millón de toneladas de trigo.
La cámara de comercio italiana anunció para el 20 de septiembre un viaje con empresarios a Bengasi, donde su presidente expresó su intención de abrir una oficina.
"Primero, porque es el área industrial que va a necesitar mayor intervención y desarrollo; y segundo por que es más estable y segura", declaró el presidente de los empresarios italianos, Antonio de Cappoa al diario Libero.
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