sábado, 3 de septiembre de 2011

En la Libia sin Gadafi comienza la repartición del petróleo libio




Boris Babanov


Parece que la consigna “Alá, Muamar, Libia”, que hace 41 años enarboló el coronel Gadafi, líder de Jamahiriya, quedó sin “Muamar”.

Y mientras los rebeldes, con apoyo de la aviación de la OTAN, consolidan sus posiciones en Trípoli, el resto del mundo ya se está haciendo la pregunta clave después de cualquier revolución: ¿qué pasará ahora? O sea, ¿quién se quedará con todo? ¿Y con qué se quedará Rusia?
Si se toma en consideración que el 95% de las exportaciones de Libia antes de estallar la guerra civil eran petróleo y gas, se entiende perfectamente de qué se trata.

El “modelo libio” y la postura rusa

También se entiende que la “herencia petrolera” de Libia no se repartirá en partes iguales. La mayor parte pertenecerá a los que votaron a favor de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la “protección de la población civil” y la “aplicación de la zona de exclusión aérea”. Nadie lo formulará así directamente pero todos recuerdan quien participó en la operación y quien no.

De modo que Moscú, que se abstuvo en la votación de la mentada resolución, no será para las autoridades rebeldes un socio tan evidente como la OTAN. Mientras tanto, Rusia tiene mucho que perder si la “engañan” en Libia igual que le “engañaron” en Iraq. La fórmula utilizada es asombrosamente parecida.

Las cuentas son sencillas. En abril de 2008 Rusia condonó la deuda libia de 4,5 mil millones de dólares, pero a cambio obtuvo contratos millonarios. El más importante de ellos corresponde a un contrato por un monto de 2,2 mil millones de dólares para la construcción de una vía férrea de 550 kilómetros de largo que unirá Sirte con el puerto de Bengasi.

Anteriormente, las empresas rusas Tatneft y Gazprom entraron en el mercado libio ganando concursos para explorar yacimientos en las cuencas de Ghadamés y Sirte. Además, Gazprom tenía acordado la constitución en Libia de una empresa conjunta de “ciclo completo”: desde la exploración geológica hasta la extracción, transporte y refinación del crudo. Las perspectivas eran grandiosas.

En enero de 2010 Rusia firmó con Libia otro acuerdo, sobre los suministros de armas, por un costo de 1,3 mil millones de euros. El acuerdo comprendía la compra de los sistemas de misiles antiaéreos rusos C-300PMU2 Favorit, decenas de tanques T-90C y unos 20 aviones de combate.

Ahora la realización de estos acuerdos queda en suspenso ya que la particularidad de la política libia consistía en que todo estaba controlado por una sola persona – Muamar Gadafi. Cuando abandone el escenario político nadie podrá garantizar el cumplimiento de estos contratos. Resulta que la deuda fue condonada a cambio de nada.

Las consecuencias políticas de la postura rusa

La postura de Rusia, que se abstuvo en la votación, lo quisiera o no, ayudó a la OTAN a modernizar y perfeccionar los métodos de guerra aplicados en los bombardeos de Serbia en 1999 y diseñar el “esquema libio” para aplicarlo en otras situaciones.




Porque en la realidad, la OTAN en seguida interpretó la resolución 1973, con sus contenidos imprecisos, como un permiso para iniciar la operación militar. Sin el veto de Rusia y China (que siempre tiene sus propias razones) significó la aprobación de la intromisión militar.

El incidente se convirtió en un precedente muy peligroso. La ONU aprueba una resolución política, aparentemente muy moderada, pero con tantas “hendiduras” que la OTAN tuvo la posibilidad de pasar por ellas a sus planes militares.

Si Moscú se hubiera dado cuenta de ello antes de votar, seguramente habría actuado de otra manera. Quizás hubiera recurrido a su derecho de veto o tal vez hubiera votado a favor. Esta última opción habría sido, seguramente, la más beneficiosa. Pero ya son conjeturas, lo hecho, hecho está.

Ahora Rusia, aunque tarde, se dio cuenta de su error. Lo demuestra una frase que dejó escapar el embajador ruso ante la ONU, Vitali Churkin, en una entrevista.

Hablando de la aplicación del “modelo libio” en Siria, que están preparando activamente los miembros de la coalición antilibia, dijo: “Todavía estamos bajo la sombra de los acontecimientos en Libia, donde la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU (se trata precisamente de la resolución 1973 sobre la protección de población civil y zona de exclusión aérea) fue interpretada con mucha frivolidad, y no podemos dejar de tenerlo en cuenta cuando pensamos en lo que puede y lo que no puede hacer el Consejo de Seguridad en Siria”.

Es decir, el Kremlin no tenía una estrategia definida para Libia, o la tenía pero decidió quedarse al margen de los acontecimientos. En cualquier caso, Moscú salió perdiendo. Si lo mismo pasa con Siria, Rusia se quedará casi sin amigos en el Oriente Próximo.

¿Quién se quedará con la herencia libia?

Para el día de hoy unos 30 países han reconocido ya el Consejo Nacional de Transición de Libia. Rusia no está entre ellos, son casi todos los estados miembros de la OTAN y las monarquías petroleras árabes.




Francia, Italia y Alemania, además de reconocer las nuevas autoridades libias, ya están negociando con ellas. Los representantes de las fuerzas opositoras del país norafricano confirmaron que seguirán cumpliendo las condiciones de los contratos de petróleo y gas que habían sido firmados durante el gobierno de Gadafi.

El gigante energético italiano ENI ya está trabajando en cooperación con el Consejo y está trabajando en los yacimientos de la parte oriental del país.




Roma, París y Berlín siempre han sido socios importantísimos de Libia: 37,65% de las exportaciones libias correspondían a Italia, 10,1% a Alemania y 8,5% a Francia. Seguramente seguirán siéndolo después de derrocado Gadafi. Antes de la guerra, Libia producía unos 1,7 millones de barriles de crudo al día y planeaba aumentar la producción hasta los 3 millones de barriles para el año 2012 o 2014.

Los británicos también intentan unirse al proceso. Lord Trefgarne, actual presidente del Consejo Empresarial Libio-británico, anunció que espera encabezar una delegación de los empresarios británicos para visitar Libia ya “a finales de septiembre o principios de octubre”.




Para ello British Petroleum, a juzgar por la publicación del diario The Independent, contrató al ex agente del MI6 británico, experto arabista Marc Allen, como asesor para las relaciones con Libia.

Mike Pullen, analista de la consultoría internacional DLA Piper (una de las diez más grandes del mundo) y, por cierto, el ex asesor del régimen de Gadafi, está seguro de que la oposición colaborará con mucho gusto con las empresas británicas porque sus líderes aprecian la ayuda que Gran Bretaña brindó para derrocar el régimen de Gadafi.

China se mantiene aparte en la “saga revolucionaria” de Libia. En el país norafricano residen y trabajan más de 30 mil chinos. No se marcharon de allí a pesar de los bombardeos. Además, Pekín tiene sus contratos millonarios con Libia para extracción y manipulación de hidrocarburos.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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