José Baig
BBCMUNDO.COM
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El 15M es un movimiento "de fondo", que amalgama intereses muy diversos y que revela lo decepcionados que están los españoles de las promesas incumplidas de su propia democracia.
Su crítica es más a las estructuras que a la coyuntura, de ahí que su impacto fuera poco en las elecciones locales y regionales celebradas el domingo y en las que el gobernante PSOE sufrió una derrota aplastante.En dos palabras, que el cambio de autoridades en las regiones y municipios de España no les hará desistir de sus demandas.
La convocatoria inicial del movimiento fue muy amplia ("los desempleados, los mal remunerados, los subcontratados, los precarios, los jóvenes") y las propuestas aún son objeto de debates en las asambleas que se celebran en las plazas de toda España.
Su "voz oficial", afirman, es la de las asambleas temáticas que se celebran en las acampadas como la de la Puerta del Sol, en Madrid, pero también en muchos otros lugares de España.
Por eso, el gran desafío del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y de los gobiernos locales elegidos este domingo es definir a quién representa el 15M y cómo van a satisfacer sus exigencias.
Partidos no toman nota
Los analistas coinciden en que el movimiento 15M no tuvo un impacto real en las elecciones de este domingo. Ni en la abstención, ni en los votos nulos o en blanco, ni en los votos obtenidos por los partidos minoritarios.
El panorama parece coincidir con la declaración de principios del movimiento, que se dice "apartidista" y que asegura no haber incitado a sus seguidores a decantarse por ninguna decisión en particular a la hora de votar.
Sin embargo, este factor puede jugar en contra de que se escuchen las propuestas de los indignados, precisamente porque los partidos políticos detectan que las manifestaciones de rechazo a la política tradicional no han tenido impacto concreto.
Ese es, al menos, el punto de vista de Miguel Pérez Moneo, profesor de Ciencias Políticas de la Universitat de Barcelona, quien le dijo a BBC Mundo que le parece que los partidos "no han hecho mucha consideración" de las demandas de los indignados.
"Quizá algunos partidos serán más porosos a estas demandas, pero todo depende del devenir del movimiento", explicó Pérez.
Añade que, en efecto, el movimiento 15M refleja una situación de hartazgo ante una democracia que no articula intereses, "pero es muy abstracto". Se refiere en concreto a cómo convertir en políticas específicas las quejas de los manifestantes.
"El 15M representa la insatisfacción de muchas personas que se manifiestan por razones distintas, lo cual va a ser un problema a la hora de elaborar propuestas concretas", indica el catedrático.
Desconectado de las elecciones
El profesor de Derecho Constitucional y Ciencias Políticas Josep María Reniu Vilamala, le dijo a BBC Mundo que el 15M, o Movimiento de "los indignados", sigue representando a las mismas personas que antes de las elecciones.
"Es un movimiento transversal que le da voz a una mayoría de españoles que quieren llamar la atención sobre la necesidad de revisar las estructuras económicas y políticas", afirma el catedrático.
Asegura que el castigo que sufrió el PSOE en las elecciones era esperable, por la crisis y porque se produjo un cierre del ciclo electoral. Advirtió, sin embargo, que "sería un error trasladar lo que significa el 15M a un resultado electoral concreto".
En su opinión, el proceso electoral y el movimiento ciudadano que impulsó la plataforma Democracia Real Ya "responden a lógicas distintas", ya que uno tiene que ver con una reacción puntual a una forma de gobernar y el otro apunta a cambios más estructurales.
Añade que las incertidumbres que planteó este movimiento ciudadano permanecen, a pesar del cambio político que produjeron las elecciones, y que habrá que seguir observando el movimiento a la espera de cómo evolucione.
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