martes, 19 de abril de 2011

Siria: Bashar al-Assad, el enemigo imprescindible

Arturo Wallace
BBC Mundo


Más de 200 personas han muerto durante las protestas del último mes en Siria, donde este martes las fuerzas de seguridad volvieron a disparar contra los manifestantes que exigen reformas al gobierno de Bashar al-Assad.

La policía utilizó armas de fuego y gases lacrimógenos para dispersar a las más de 20.000 personas que ocupaban la plaza principal de la ciudad de Homs, donde el domingo ya habían perdido la vida ocho manifestantes.

Y el gobierno dijo que las protestas que se han registrado en las ciudades de Homs y Banias, en el noroeste del país, eran parte de una "insurrección armada" liderada por extremistas religiosos vinculados al Salafismo, una estricta corriente sunita que muchos gobiernos árabes han asociado a grupos militantes como al-Qaeda.


"Sus actos terroristas no serán tolerados", advirtió el ministerio del Interior en un comunicado.

El argumento es muy parecido al empleado por el coronel Muamr Gadafi para justificar la represión de las protestas en Libia.

Pero, por el momento, ni Estados Unidos ni sus aliados han reaccionado como lo hicieron con Libia, exigiendo un cambio de régimen o amenazando con la posibilidad de una intervención militar, limitándose a condenar la violencia y a insistir en la necesidad de diálogo.

¿Qué hace tan diferentes a estos dos países? ¿A Muamar Gadafi y al presidente Bashar al-Assad?

El factor Irán

Curiosamente, aunque ninguno de los dos países puede ser considerado un aliado de Washington, en los últimos años Gadafi había hecho importantes esfuerzos por congraciarse con Occidente.

Mientras, Siria no sólo mantiene estrechos lazos con agrupaciones consideradas terroristas por Estados Unidos, como Hamas y Hezbolá, sino que es el principal aliado regional de Irán.

"Irán consideraría una intervención occidental en Siria casi como un ataque a su propio territorio", le dijo a BBC Mundo Ignacio Álvarez, profesor de estudios árabes e islámicos de la Universidad de Alicante y autor del libro "Siria contemporánea".

"Y parece poco probable que Estados Unidos quiera meterse en unas arenas tan movedizas. Lo que quiere es salir de Irak, no meterse en otro país", acotó.

Álvarez también hizo notar que, en el caso de Libia, el gobierno de Gadafi empleó medios de guerra para reprimir a los manifestantes.

"Y en Siria todavía no se ha hecho uso de esos medios de guerra, que es lo que justificaría una intervención internacional", le dijo a BBC Mundo.

"Ha habido represión, pero es más parecido a Túnez y Egipto", explicó.

Aunque las declaraciones de este martes podrían anticipar una estrategia más agresiva contra las expresiones de disenso de la oposición.

"Enemigo imprescindible"

Tal vez más importante para la sobrevivencia de Assad, sin embargo, sea el hecho de que para muchos una Siria bajo su control es preferible a la llegada de grupos extremistas al poder.

"Incluso en el momento de mayor ambición de EE.UU. en la región, que culminó con el derrocamiento de Saddam Hussein en Irak en 2003, la idea de derrocar a Assad no consiguió mucho apoyo, por miedo a que los sunitas radicales se hicieran con el control", recordó el corresponsal de la BBC en Beirut, Jim Muir.

Y lo mismo preocupa en la actualidad al exdirector general del ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, Alon Liel

"Si hay un cambio (en el gobierno de Siria), creo que será en una dirección que no nos gustaría", le dijo Liel a la BBC.

"Entre los rebeldes hay kurdos, hay islamistas, y hay activistas de Facebook. No creo que los tipos de Facebook vayan controlar Siria", agregó.

"Siria es un vecino. Es un enemigo que mantiene tranquila la frontera", dijo por su parte el viceprimer ministro de Israel, Dan Meridor.

Y Álvarez resumió el "atractivo" de Assad de la siguiente manera: "Para muchos, es mejor lo malo conocido que lo malo por conocer".

Por ello, el experto de la Universidad de Alicante no cree que Estados Unidos esté interesado en alentar un cambio de régimen en Siria, sino en "reconducir a la actual dinastía gobernante a adoptar una política diferente en el ámbito regional".

Aunque si Damasco decide reprimer con aún más dureza a la oposición, esta podría dejar de ser una opción.

Promesas insuficientes

En cualquier caso, por lo pronto, es la demanda por cambios internos la que está amenazando al gobierno de Assad.

Su partido, Baath, está en el poder desde 1963, año en el que también se decretó el estado de emergencia que el mandatario prometió levantar esta semana.

El sábado, Assad también dijo que le había ordenado a su nuevo gabinete -nombrado la semana pasada- estudiar ideas para implementar un sistema multipartidista y garantizar mayor libertad de prensa.

Estas promesas, sin embargo, no han logrado calmar las protestas, y muchos continúan exigiendo la salida del poder de Assad, quien en 2000 sucedió a su padre luego de 29 años en el poder.

"El régimen se está blindando, porque está en juego su propio futuro, sus propios privilegios", le dijo Álvarez a BBC Mundo.

"Pero si la movilización persiste y se extiende a otras partes del país seguramente tendrá que dar otros pasos", afirmó.

Y si esos pasos incluyen mayor violencia, Occidente podría verse obligado a tomar una difícil decisión.

No hay comentarios: