miércoles, 27 de abril de 2011

El eje franco-alemán se resquebraja en política exterior




Miguel Ángel Benedicto


El eje franco alemán se resquebraja en la UE. La política exterior europea nunca ha sido única pero cada vez tiene menos rasgos de ser incluso común. La búsqueda de una política energética europea también comienza a tener sus grietas. Francia y Alemania, que han capitaneado la Europa de las últimas décadas, lo siguen haciendo de forma más descarada, sin contar con las instituciones comunitarias, y en direcciones opuestas.


Francia nunca ha dejado de ejercer de potencia mundial y Sarkozy no es una excepción a la regla. El liderazgo galo en las guerras de Libia y Costa de Marfil y en la industria nuclear ha quedado patente en los últimos meses.


Paliar el fracaso diplomático en Túnez y Egipto

En el Mediterráneo, Sarkozy quiere paliar la mala imagen que ha dejado su país en Túnez y Egipto, que ha finalizado con la salida de su ministra de Exteriores. La intervención en Libia es apoyada por dos tercios de los franceses y hay que tener en cuenta que en Francia viven 5 millones de musulmanes, la mayoría procedentes del Magreb.Libia tiene frontera con 4 países que fueron colonias francesas: Túnez, Argelia, Chad y Níger. La zona del Sahel ha dado problemas a Francia con el secuestro y asesinato de sus nacionales. Sarkozy teme que el tapón que representa Gadafi para Al Qaeda en el Magreb reviente y convierta al país en una nueva Somalia.


Además, Libia posee cerca de la mitad de las reservas de crudo de África. El 85% del petróleo libio se exporta a Europa, Francia importa el 6% del crudo y la empresa Total explota un yacimiento en el país de Gadafi.


Sarkozy quiere colocar a Francia como gran potencia mundial en política internacional y no duda en intervenir con 1.600 soldados junto a la ONU en Costa de Marfil, donde residen 12.000 franceses, para sacar del poder al ex presidente Gbagbo.


Gran potencia nuclear


El presidente francés también ha sido el primer mandatario en visitar Japón tras el tsunami y el desastre nuclear de Fukushima. Francia es una de las grandes potencias nucleares mundiales cuya industria es un vector más de su política exterior. Es muy avanzada y le provee de su mayor fuente de ingresos por exportaciones. Las tres empresas semipúblicas (Areva, GDF Suez y EDF) están entre las más importantes del sector en el ámbito global. EDF gestiona y mantiene 58 reactores nucleares en Francia .Y Areva, que también lidera este sector, a nivel mundial pretendía construir 480 nuevas centrales nucleares en todo el mundo. Por eso, Sarkozy, que preside el G-20, quiere establecer las nuevas líneas de la seguridad nuclear tras el desastre japonés.


A todos estos factores hay que añadir que las presidenciales francesas son en 2012 y el protagonismo internacional de Sarkozy le puede ayudar a ganarlas ante el amenazador avance de la ultraderecha de Marie Le Pen.


Berlín debilita su posición en el Norte de África


En el lado contrario, Alemania está jugando una partida distinta a la francesa en política exterior. En el caso libio se abstuvo en la votación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y retiró cuatro buques de guerra y 620 soldados, que estaban bajo el mando de la OTAN en el Mediterráneo. En cambio, al día siguiente, Merkel aumentó su número de efectivos en Afganistán, una guerra poco popular en su país.


La actitud de Berlín debilita su posición en el Norte de África y a la hora de conseguir un sillón como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Y sobre todo en Europa, donde ha liderado la ampliación a la UE pero se muestra insolidaria en el Mediterráneo donde los países del sur tienen más intereses. La canciller alemana está más centrada en la política económica de la UE y en su política interna donde tiene varias elecciones regionales, de las que ya ha perdido dos, una de ellas muy significativa, la de Baden-Württemberg uno de los feudos de la CDU durante 58 años.


Giro radical en la industria nuclear


De ahí se explica también el giro radical de Merkel en política nuclear que le llevará a desconectar todos los reactores atómicos en 2021; algo que de momento no le ha dado réditos electorales.


Dos países, Francia y Alemania, que han liderado la UE al unísono pero que en la actualidad han tomado caminos muy diferentes en política exterior. Del protagonismo internacional de Sarkozy al segundo plano de Merkel media un abismo. La política energética de ambos países es absolutamente antitética. Europa se resiente de ese distanciamiento franco-alemán que puede llevar a un descarrilamiento de la locomotora que ha tirado del continente en los últimos decenios.

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