sábado, 12 de febrero de 2011

Radiografía de la revuelta árabe


Jesús Aldabi Olvera

MÉXICO, 5 de febrero (apro).- El reciente levantamiento de los pueblos yemení y egipcio contra sus gobiernos tiene raíces profundas. Durante más de 20 años, las sociedades de estos países han resistido —junto a la falta de empleo y los altos precios— la violación sistemática de sus derechos humanos, la falta de libertades políticas y una rampante corrupción, atropellos que las sociedades de estas naciones denunciaban sin resultados… hasta la reciente rebelión.

En entrevista con Apro, el poeta libio Ghazi Gheblawi aclara que si bien las recientes manifestaciones son inéditas por su tamaño, durante la última década existieron protestas y levantamientos en todo el Medio Oriente, especialmente para reclamar los continuos fraudes electorales.

Desde el año 2006 existe en Yemen un gran movimiento popular encabezado por periodistas que acusan al presidente Alí Abdulá Saleh de reelegirse de forma fraudulenta. Desde 2007, la población del sur del país —antiguamente la República Popular del Yemen del Sur— realiza huelgas que terminan en brutal represión por parte del gobierno.

Igualmente, en 2004 y 2009 los argelinos salieron a las calles acusando al gobierno de Abdelaziz Bouteflika de fraude. Hoy, las pancartas en las calles egipcias reclaman: "¿Dónde está mi voto?", en alusión al presunto fraude electoral del pasado 24 de noviembre.

Gheblawi confiesa a Apro que los pueblos árabes habían perdido su fe en las movilizaciones callejeras, pero desde la Intifada Palestina y las marchas contra la guerra en Irak de 2001, además de la apertura con las nuevas herramientas de información, se ha recuperado la confianza, y el sentimiento de hartazgo ha encontrado eco.

Para Zidane Zeraoui, experto mexicano de origen argelino y director de la cátedra de investigación “Regionalización y nuevos actores internacionales”, del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), se pueden encontrar las raíces del descontento después del derrumbe del Muro de Berlín.

“Las masas están cansadas de tener gobiernos autoritarios que no terminan y además buscan pasar la estafeta a sus hijos, a modo de repúblicas hereditarias", dice Zeraoui.

"Después del derrumbe del mundo bipolar creció el sentimiento de hartazgo en el mundo árabe porque quedó como la última región de las dictaduras. Ningún país árabe es democrático”, explica el catedrático del Campus Monterrey del ITESM.

Por ejemplo, en Siria, Bashar al-Assad –hijo de Hafez al-Asad, quien duró 29 años en la silla presidencial– lleva 10 años en el poder. En Libia, Muammar al-Gaddafi tiene 41 años como "líder fraternal y guía de la revolución". En Yemen, Saleh cuenta con 33 años al mando del país. En Egipto, Hosni Mubarak cumpliría en octubre 30 años en el poder. En Argelia, Bouteflika lleva sólo 11 años en la presidencia, pero ya es acusado de cometer dos fraudes electorales.

La historia de represión es larga en estos países: en 1989, las huelgas siderúrgicas egipcias fueron disueltas con armas de fuego, y lo mismo sucedió en las huelgas textiles de 1994. En Túnez, la policía disparó contra manifestantes en la llamada “crisis del pan” de 1984, y el gobierno de Marruecos viola los derechos humanos del pueblo del Sahara Occidental desde hace 30 años.

De acuerdo con Zeraoui, los regímenes de Argelia, Túnez, Egipto y Yemen no han dejado ninguna figura política relevante al aniquilar a la oposición para concentrar la riqueza en manos de pequeños grupos cercanos a presidentes “muy viejos” (Mubarak tiene 81 años, Saleh tiene 64 y Bouteflika tiene 73 años).

Ello “lo ha resentido no sólo la población, sino la elite política y miliar, lo cual explica el hecho de que en Túnez y Egipto ni el ejército ni la elite hayan respaldado a sus gobiernos”, dice el experto.

El diario The Wall Street Journal publicó el miércoles 2 un texto titulado “Agitación en Medio Oriente: ¿hecha en América?”, en el que anota que egipcios, marroquíes, argelinos y jordanos gastan más de 40% de su ingreso familiar en alimentos, mientras que los tunecinos desembolsan 35%. Ello es elevado si se compara con el 14% de países como Japón.

Este hecho, aunado al aumento de los precios de los alimentos —este viernes 4 la ONU anunció que el índice de precios de la FAO alcanzó 224 puntos en enero, el índice más alto desde que se registran los precios desde 1990—, es uno de los detonantes de la crisis política actual.

Argelia, donde casi la mitad del ingreso familiar se gasta en comida, sufrió subidas de entre 20 y 30% en enero, de acuerdo con la Unión General de Comerciantes Argelinos.

A esto se suma la dependencia de los precios internacionales, pues Egipto tuvo una inflación del 11% en 2010, a la vez que importaba 40% de sus alimentos y 60% del trigo, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Gheblawi explica que también su natal Libia está sufriendo problemas políticos y económicos, además de que se está creando un profundo resentimiento en un amplio sector de la población. Pero un cambio como el de Túnez es menos probable, debido a que en países como Libia o Yemen el espectro político es mucho más cerrado.

“El gobierno no será inmune a las olas de cambio de la región, aunque la pintura en Libia es mucho más compleja que la de sus vecinos Túnez y Egipto", señala.

Y explica: "Libia no tiene sociedad civil, no tiene partidos políticos. Durante los últimos 40 años los medios están completamente controlados por el gobierno. Los medios extranjeros no están presentes o están bajo control de las agencias de seguridad. La estructura de poder en Libia se basa en lealtades tribales que el gobierno ha favorecido".

Jane Novak, periodista independiente experta en Yemen —su sitio http://armiesofliberation.com está prohibido en aquel país— relata a Apro que la situación de Yemen es más compleja, ya que bajo la fachada de democracia existe un sistema de partidos cooptado por el Estado:

"A diferencia de Túnez o Egipto, los militares y las fuerzas de seguridad están directamente en las manos de la familia del presidente Saleh. Hay militares en el partido del poder, miembros del parlamento son generales, además de empresarios.

“Existe una amplia red de corrupción relacionada con las contrataciones del gobierno y un enorme robo de los beneficios de petróleo y la ayuda extranjera. Las elites de los partidos de oposición tienen un papel en la sobrevivencia del régimen y ellos no están pidiendo que el régimen se caiga, sólo reformas", detalla.

La sociedad civil ha sobrevivido marginada en Egipto, Yemen y Siria. Durante las protestas en Túnez, fue clave el papel del sindicato independiente Sidi Bouzid, de la Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT); en Yemen, el Sindicato de Periodistas es el que lidera las marchas. En Egipto, los movimientos sindicales como el textil, el de técnicos de la salud y los contribuyentes de bienes raíces lideran los levantamientos desde 2006.

Además, existen algunas organizaciones civiles como el Centro de Estudios de Derechos Humanos de El Cairo, el Movimiento 6 de Abril de Egipto, la Declaración de Damasco en Siria, la Asociación Marroquí de Derechos Humanos, el Consejo de la Revolución Pacífica del Sur de Yemen, el Frente de Fuerzas Socialistas en Argelia, el movimiento Mujeres Periodistas sin Cadenas en Yemen y algunos medios independientes como el egipcio Dostour y el yemení The Yemen Post.

Durante la última década, la respuesta a los reclamos de estas organizaciones fueron duras leyes contra el terrorismo y la criminalización de las protestas. Esta vez, los gobiernos sirio, saudí y libio han congelado algunos precios y bajado impuestos. El presidente yemení prometió el pasado miércoles 2 no presentarse de nuevo a las elecciones ni permitir que su hijo extienda el mandato; el rey jordano Abdalah II disolvió el gobierno, pero no garantiza elecciones. Bouteflika declaró que terminará el estado de excepción vigente en Argelia desde hace 19 años. Incluso, hasta la junta militar del lejano Myanmar acaba de elegir a su primer presidente civil en medio siglo.

Aun así, las pancartas de las marchas de este viernes 4 en Egipto son tajantes: "¡Demandamos la caída de este régimen! ¡Queremos que te vayas!".

El Premio Nóbel de la Paz egipcio, Mohamed al Baradei, que llegó para apoyar la revuelta el 27 de enero, dice que no habrá diálogo hasta que Mubarak deje el gobierno. Las protestas en la Plaza Tahir (de la libertad), de este viernes 4, parecen no detenerse, no hasta ver la caída del gobierno egipcio.

La mano de Washington


“Está muy claro que durante la Guerra Fría la base misma de la política estadunidense y la soviética fueron los regímenes dictatoriales. Es un régimen donde se puede asegurar su lealtad. La democracia es muy peligrosa, conlleva a regímenes opuestos, como el caso de Chile con Allende", aclara Zeraoui.

El experto relata que ante los diversos fracasos acumulados como el socialismo árabe por la derrota ante Israel en 1949, el del liberalismo económico en las décadas de los setenta y ochenta y la posterior caída de la Unión Soviética, las primeras elecciones democráticas en Argelia de 1989 llevaron al Frente Islámico de Salvación al poder.

Estados Unidos contaba con los antecedentes de la revolución islámica iraní de 1979 y de un golpe de Estado islámico en 1989 en Sudán, que presentaban amenazas para sus intereses en la región. Así, Occidente promovió un golpe de Estado que derrocó a los musulmanes en Argelia.

"El mundo Occidental bloqueó todo proceso democrático y promovió largos autoritarismos como el de Mubarak y el de Ben Alí que se presentaban como los pilares contra el terrorismo de los grupos radicales”, explica.

Y agrega: “Tanto a Estados Unidos, como a Europa e Israel les convenía tener a gobiernos que veían como una garantía de estabilidad frente a una expectativa democrática que podría triunfar y llevar a grupos musulmanes al poder. Recordemos cómo en las elecciones democráticas de Palestina en 2006 le dan la victoria a Hamas".

Egipto es el segundo país que más ayuda recibe de Estados Unidos (después de Israel): mil 300 millones de dólares, Marruecos recibe 700 millones de dólares anuales, Jordania 530 millones de dólares y Yemen recibe 300 millones de dólares en concepto de ayuda humanitaria y financiamiento del ejército. Pero durante los últimos seis años, estos gobiernos debían realizar varias reformas para responder a la presión de Estados Unidos y Europa después de los ataques terroristas del 11 de septiembre.

Esta presión fue adoptada y codificada en políticas regionales, iniciativas y estructuras apoyadas por la Unión Europea y Estados Unidos, de acuerdo con el reporte “Derechos humanos en la región árabe del 2009”, publicado por El Instituto de Estudios de Derechos Humanos de el Cairo.

El informe dice que “en vez de perseguir al terrorismo, estas acciones han ayudado a crear medidas represivas contra activistas políticos y defensores de los derechos humanos, incluyendo defensores de los derechos de las mujeres y las minorías”.

En Túnez, Ben Alí calificó de "terroristas" las manifestaciones de los primeros días de enero. En Yemen, Saleh adopta la tesis de la lucha contra el terrorismo, pero de acuerdo con la periodista Jane Novak, el propio gobierno tolera a la red terrorista Al Qaeda:

“Saleh mantiene a los islamistas duros como un apoyo fundamental para detener la modernidad, los derechos civiles y el pluralismo”, denuncia Novak.

Pero desde el estallido de las manifestaciones, ni en Yemen ni en Argelia, calificados continuamente como "paraísos" del terrorismo, se han dado ataques de Al Qaeda. En una entrevista con la cadena de noticias Al Jazeera el 26 de enero, el bloggero y activista Hossam el-Hamalawy dijo que los gobiernos de la región ya no se podrán cobijar bajo la excusa del combate a grupos radicales.

“Al Estado le ayudó la excusa de combatir el terrorismo en los años noventa para acabar con todo tipo de disenso en el país, un truco utilizado por todos los gobiernos, incluido Estados Unidos", aclara, "pero una vez que la oposición formal a un régimen pasa de las armas a protestas masivas, es muy difícil enfrentar un disenso semejante.

“Se puede planificar la liquidación de un grupo de terroristas que combate en los cañaverales, ¿pero qué van a hacer ante miles de manifestantes en las calles? No pueden matarlos a todos. Ni siquiera pueden garantizar que los soldados lo hagan, que disparen contra los pobres".

Estados Unidos sigue apoyando a sus aliados: la secretaria de Estado, Hillary Clinton, hizo un viaje el 11 de enero a Yemen para reconocer la ayuda de Saleh en la "lucha contra el terrorismo" y el pasado jueves 3 prometió ayuda para Jordania en eventuales “tiempos difíciles”.

Zidane Zeraoui explica que Estados Unidos y Europa temen la eventual llegada de un gobierno islámico como el de Irán, por lo que los islamistas moderados están tomando sus precauciones. Al volver del exilio a Túnez, el líder islamista Rachid Ghanuchi anunció que no se presentará como candidato. Además, aclaró: “No soy Jomeini” (el líder revolucionario iraní). En Egipto, la Hermandad Musulmana se ha convertido en un movimiento más enfocado a lo social, aunque tiene participación política.

De la computadora a las calles

El poeta Ghazi Gheblawi explica que el triunfo de la revolución en Egipto es esencial: "Egipto es el punto focal de la cultura árabe, siempre ha sido un fuerte centro de cambio político y social. Muchos analistas han dicho que la revolución en Túnez comenzó un efecto dominó de cambio, pero si la revolución egipcia triunfa para derrocar uno de los regímenes autocráticos más brutales de la región, continuará como una gran ola de tsunami que alcanzará toda capital del Medio Oriente y el Norte de África, e incluso más allá”.

Esta vez la rebelión tiene nuevas herramientas, como lo retrata la nota “Cómo comenzó la revolución en Túnez”, publicada el 26 de enero por Al Jazeera. Los activistas hicieron el cambio con "una mano con una piedra y la otra con el celular". Los activistas dicen que pudieron haber protestado en su pueblo natal por años, "pero sin videos nadie los hubiera tenido en cuenta", señala la nota.

"Podemos decir que la nueva generación con su extenso conocimiento del mundo digital es la mayor fuerza de cambio en el mundo árabe", dice Gheblawi.

De acuerdo con la base de datos CIA Worldfactbook, la media de edad de la región ronda los 25 años, y el desempleo en Egipto, Marruecos y Argelia es mayor de 9%; en Jordania y Túnez, mayor a 14% —se dobla en menores de 25 años— y en Yemen mayor a 35%.

En 2009, la Organización Árabe del Trabajo publicó que los países de la región tenían la mayor tasa de desempleo del mundo, un 14% general que en los jóvenes subía a 25%.

A pesar del desempleo, el número de usuarios de Internet y de celulares ha crecido. De acuerdo con Zeraoui, hace diez años Argelia tenía apenas 1 millón de líneas telefónicas para un país de 35 millones de habitantes. La entrada de los celulares fue una revolución tecnológica, ya que en menos de 10 años tiene 15 millones de celulares.

“Se creó una red necesaria en un país donde hay autoritarismo. El twitter ha reemplazado lo que eran los chismes de boca-oreja con el vecino, en la calle”, dice Zeraoui. “Hoy las redes sociales permiten difundir esta información, y esto explica la gran movilización que parece se difundió rápidamente en Túnez, Yemen, Jordania, Egipto, Argelia.

"El internet, en general, abrió una enorme ventana para que entrara aire fresco a la región. Los activistas usan las redes sociales en una forma inteligente para hacer conciencia activa contra la opresión, la corrupción y la dictadura", dice el poeta libio.

Pero también pondera:

"Facebook y twitter son herramientas muy importantes en la lucha, contribuyen en diferentes maneras para saltarse la censura y el control mediático. Pero lo que más importa es la lucha diaria del pueblo, de la masa en las calles de Sidi Bouzid, El Cairo, Alejandría y las otras capitales y ciudades de los países árabes que están convirtiendo la revolución popular en una realidad”.

Los retos aún son grandes. De acuerdo con Zeraoui, en Egipto y Yemen el ejército busca su tajada del pastel. Y el hecho de que no dispare contra los manifestantes no quiere decir que sea democrático.

"Simplemente busca que el pueblo presione para que caigan esos líderes. Esto es lo más preocupante, porque la caída de los líderes no necesariamente abre una vía democrática", aclara.

Pero para el experto, la ola de cambio ya es imparable. Los días de Mubarak están contados, algo parecido ocurre con Bouteflika en Argelia o con Saleh en Yemen. Y aunado a la debilidad están las acciones en las calles, como la gran marcha que se mantiene en la Plaza Tahir de Egipto este 4 de febrero, la marcha planeada por los yemeníes del sur para el viernes 11, la de los argelinos para el 12 del mismo mes y la de los marroquíes para el 20.

“Es crucial que los jóvenes activistas árabes continúen su lucha por una mejor sociedad, con derechos humanos y libertad de prensa y discurso como pilares, que pongan a los gobiernos bajo la vigilancia sólo de la gente de la región”, dice el poeta libio Ghazi Gheblawi.

Añade: “El principal reto será construir la infraestructura de un sistema político libre, mantener un sistema judicial independiente e implementar reformas económicas y sociales que ayuden a preservar las reformas políticas”.

Y resalta: "El primer paso es deshacerse de las fuerzas de la opresión y la tiranía y comenzar un largo y planeado proceso para reconstruir una sociedad justa".

cvb

--fin de texto--

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