David Martínez
En dos meses el presidente y vicepresidente rusos han visitado las islas en el Pacífico para imponer su soberanía, lo que ha disgustado a Tokio.
A poco más de 10.600 kilómetros de distancia de España se está gestando una disputa que enfrenta a dos grandes potencias. Como casi siempre ha ocurrido en la historia de la humanidad el motivo del desencuentro es por la propiedad del territorio.
Lejos de los focos de la atención mediática en nuestras latitudes, Rusia y Japón han subido la tensión diplomática por el control de uno o varios pedazos de tierra de superfícies dispares: un conjunto de islas remotas -y tremendamente maravillosas por su riqueza natural y volcánica- que como si fueran una línea discontínua de champiñones florecen sobre el Pacífico norte uniendo el norte de la isla nipona con la península rusa de Kamchatka.
Una frontera natural o, según como se mire, una barrera de pedazos de tierra que emerge del mar, pero que puede suponer un perfecto escudo de defensa ante ataques inesperados. En opinión de los rusos se trata de las islas Kuriles (Curiles, en castellano) y para los japoneses, son parte de su territorio del Norte.
La razón de la disputa diplomática es que en los dos últimos meses, altos mandatarios del Gobierno ruso han incomodado con su presencia en las islas a las autoridades japonesas, que consideran suyo este territorio sobre la superficie marina. La gota que ha colmado el vaso, y que ha provocado un serio aviso de Tokio a Moscú, ha sido la visita que se produjo ayer lunes por parte de viceprimer ministro ruso Igor Shuvalov a las islas Kuriles. La visita ha vuelto a levantar las críticas del Gobierno japones, quien ya se quejó abiertamente hace seis semanas por el viaje al archipiélago en disputa del presidente de Rusia, Dimitri Medvedev.
El viaje de Shuvalov a dos de las islas, denominadas por Rusia Kuriles del Sur y por Japón Territorios del Norte, se enmarca en los deseos de Moscú por fomentar alianzas y desarrollo económico, según explicó un portavoz gubernamental. Sin embargo, para el primer ministro nipón, Naoto Kan, la visita es "muy lamentable", ha informado la agencia de noticias japonesa Kiodo. Una fuente de la administración señaló que la protesta ha sido trasladada a la Embajada rusa en Tokio.
Las tropas soviéticas ocuparon las cuatro islas frente a Hokkaido en el año 1945. Las Kuriles han permanecido bajo control ruso desde entonces, aunque a costa de suponer un foco permanente de disputa con las autoridades de Japón.
Varias voces de la administración rusa han pedido a Japón que cese sus reivindicaciones de soberanía y se concentre en la mejora de las relaciones comerciales con el país vecino.
El 1 de noviembre Dmitri Medvédev viajó a Kunashir, la isla más meridional del archipiélago de las islas Kuriles, en lo que ha sido la primera visita de un presidente ruso a estos territorios que Tokio reclama como suyos tras concluir la Segunda Guerra Mundial en 1945. Ese viaje generó uno de los peores conflictos diplomáticos en décadas entre Moscú y Tokio.
Un acuerdo de paz, pendiente
La particularidad de las relaciones entre Rusia y Japón es que todavía no han firmado un acuerdo de paz que certifique el fin de ese conflicto e incluya una solución a las pretensiones territoriales expuestas por Japón.
Lejos de los focos de la atención mediática en nuestras latitudes, Rusia y Japón han subido la tensión diplomática por el control de uno o varios pedazos de tierra de superfícies dispares: un conjunto de islas remotas -y tremendamente maravillosas por su riqueza natural y volcánica- que como si fueran una línea discontínua de champiñones florecen sobre el Pacífico norte uniendo el norte de la isla nipona con la península rusa de Kamchatka.
Una frontera natural o, según como se mire, una barrera de pedazos de tierra que emerge del mar, pero que puede suponer un perfecto escudo de defensa ante ataques inesperados. En opinión de los rusos se trata de las islas Kuriles (Curiles, en castellano) y para los japoneses, son parte de su territorio del Norte.
La razón de la disputa diplomática es que en los dos últimos meses, altos mandatarios del Gobierno ruso han incomodado con su presencia en las islas a las autoridades japonesas, que consideran suyo este territorio sobre la superficie marina. La gota que ha colmado el vaso, y que ha provocado un serio aviso de Tokio a Moscú, ha sido la visita que se produjo ayer lunes por parte de viceprimer ministro ruso Igor Shuvalov a las islas Kuriles. La visita ha vuelto a levantar las críticas del Gobierno japones, quien ya se quejó abiertamente hace seis semanas por el viaje al archipiélago en disputa del presidente de Rusia, Dimitri Medvedev.
El viaje de Shuvalov a dos de las islas, denominadas por Rusia Kuriles del Sur y por Japón Territorios del Norte, se enmarca en los deseos de Moscú por fomentar alianzas y desarrollo económico, según explicó un portavoz gubernamental. Sin embargo, para el primer ministro nipón, Naoto Kan, la visita es "muy lamentable", ha informado la agencia de noticias japonesa Kiodo. Una fuente de la administración señaló que la protesta ha sido trasladada a la Embajada rusa en Tokio.
Las tropas soviéticas ocuparon las cuatro islas frente a Hokkaido en el año 1945. Las Kuriles han permanecido bajo control ruso desde entonces, aunque a costa de suponer un foco permanente de disputa con las autoridades de Japón.
Varias voces de la administración rusa han pedido a Japón que cese sus reivindicaciones de soberanía y se concentre en la mejora de las relaciones comerciales con el país vecino.
El 1 de noviembre Dmitri Medvédev viajó a Kunashir, la isla más meridional del archipiélago de las islas Kuriles, en lo que ha sido la primera visita de un presidente ruso a estos territorios que Tokio reclama como suyos tras concluir la Segunda Guerra Mundial en 1945. Ese viaje generó uno de los peores conflictos diplomáticos en décadas entre Moscú y Tokio.
Un acuerdo de paz, pendiente
La particularidad de las relaciones entre Rusia y Japón es que todavía no han firmado un acuerdo de paz que certifique el fin de ese conflicto e incluya una solución a las pretensiones territoriales expuestas por Japón.
El mayor obstáculo para el acuerdo son las reclamaciones infundadas de Japón sobre las islas Kuriles del Sur (Iturup, Kunashir, Shikotan y Kuriles Pequeñas).
Las Kuriles son una cadena de islas volcánicas que se extiende entre la península rusa de Kamchatka, al norte, y la isla nipona de Hokkaido, al sur, separando el Mar de Ojotsk del Pacífico. El archipiélago se compone de dos grupos paralelos, las Grandes Kuriles y las Kuriles Pequeñas, descritas por primera vez por el explorador ruso Vladímir Atlasov.
Las islas Kuriles fueron habitadas por el pueblo ainus desde hace miles de años, hasta que fueron expulsados por los rusos en el siglo XVIII. Japón se quedó con su propiedad en 1875 tras firmar el Tratado de San Petersburgo a cambio de ceder la isla de Sajalín a Rusia.
Moscú volvió a capturarlas sin respetar el Tratado firmado con Japón tras la Segunda Guerra Mundial y la derrota de las tropas imperiales japonesas y volvió a firmar un nuevo tratado de anhexión: el de San Francisco y se integraron en la Unión Soviética, pero Japón mantiene su reivindicación sobre las islas más meridionales de la Kuriles: Etorofu, Kunashiri, Shikotan, y las Jabornai, conocidas por el Gobierno nipón como pertenecientes en sus mapas a los territorios del Norte.
Un territorio, dos países
En 1745 la mayor parte de las islas Kuriles fue marcada en el “Mapa general del Imperio de Rusia” en el atlas académico. En los 1770 en las islas Kuriles existían asentamientos rusos permanentes bajo la administración del ruso Vasili Zvezdochotov. En el mapa de 1809 los Kuriles y la península de Kamchatka se consideraban territorios rusos adscritos a la provincia de Irkutsk.
El 7 de febrero de 1855 Rusia y Japón firmaron el primer acuerdo bilateral, Tratado de Comercio y Fronteras que proclamó paz y amistad entre ambos países, abrió tres puertos japoneses para los barcos rusos y determinó la frontera por los Kuriles del Sur, entre las islas Urup y Iturup.
En 1875 las partes firmaron un acuerdo según el cual Rusia cedió a Japón 18 islas Kuriles. A su vez, Japón reconoció que la isla de Sajalín pertenece definitivamente a Rusia. De 1875 a 1945 Japón controló las islas Kuriles.
El 11 de febrero de 1945 los líderes de la Unión Soviética, Estados Unidos y Gran Bretaña, Iosif Stalin, Franklin Roosvelt y Winston Churchill, firmaron un acuerdo, según el cual terminada la Guerra contra Japón, y las islas Kuriles fueron transferidas a la Unión Soviética.
El 2 de septiembre de 1945 Japón firmó el Acta de capitulación y aprobó las condiciones de la Declaración de Potsdam de 1945, que limitó su soberanía con las islas de Honshu, Kyushu, Shikoku y Hokkaido y otras islas menores del archipiélago japonés. Las islas Iturup, Kunashir, Shikotan y Habomai se traspasaron a la Unión Soviética, según informa la agencia internacional rusa de noticias Ria Novosti.
El 2 de febrero de 1946 la Presidencia Suprema de la Unión Soviética decretó las islas Iturup, Kunashir, Shikotan y Habomai parte de la Unión Soviética.
El 8 de septiembre de 1951 durante la conferencia internacional de San Francisco Japón y 48 países miembros de la coalición antihitleriana suscribieron un acuerdo de paz, según el cual Japón rechazó todos los derechos, fundaciones jurídicas y pretensiones a las islas Kuriles y Sajalín.
La delegación soviética no firmó el acuerdo alegando que fue un acuerdo bilateral suscrito entre los gobiernos de Estados Unidos y Japón. Desde el punto de vista jurídico el problema de las islas Kuriles quedó indeterminado. Los Kuriles dejaron de ser japoneses, pero tampoco se hicieron soviéticos.
Aprovechando el hecho, en 1955 Japón presentó a la Unión Soviética las pretensiones sobre las islas Kuriles y el sur de Sajalín. Tras dos años de negociaciones las partes aproximaron sus posturas: Japón limitó sus reclamaciones y pretendió la soberanía sobre Iturup, Kunashir, Shikotan y Habomai.
El 19 de octubre de 1956 la Unión Soviética y Japón firmaron una declaración conjunta en Moscú que puso fin al estado de guerra entre ambos países y restableció las relaciones diplomáticas bilaterales. Asimismo la Unión Soviética acordó traspasar a Japón las islas de Shikotan y Habomai.
En 1960 Japón y Estados Unidos concluyeron un tratado de seguridad, tras el cual la Unión Soviética rescindió sus obligaciones inscritas en la declaración de 1956. Durante la época de la Guerra Fría Moscú no reconoció el problema territorial entre ambos países.
En 1993 el presidente de Rusia y el primer ministro de Japón firmaron en Tokio una declaración sobre las relaciones ruso-japonesas que estipuló la disposición de las partes de continuar las negociaciones para resolver la pertenencia de las islas y firmar un acuerdo de paz lo más pronto posible.
Últimamente las partes establecieron la cooperación bilateral práctica en las islas para favorecer el ambiente de las negociaciones y la búsqueda de soluciones. Así, en septiembre de 1999 iniciaron la realización del acuerdo que facilita el procedimiento de las visitas a las islas para sus ex habitantes japoneses y miembros de sus familias.
Además, Rusia y Japón cooperan en materia de pesca a base del acuerdo de 1998 en la región de los Kuriles del Sur.
Japón reclama cuatro islas Kuriles del Sur (Iturup, Kunashir, Shikotan y Habomai) alegando un tratado de 1855. Rusia insiste en que las islas fueron traspasadas a la Unión Soviética mediante los acuerdos internacionales suscritos al término de la II Guerra Mundial. Rusia, como sucesora legal de la URSS, asumió la soberanía de estos territorios.
Las Kuriles son una cadena de islas volcánicas que se extiende entre la península rusa de Kamchatka, al norte, y la isla nipona de Hokkaido, al sur, separando el Mar de Ojotsk del Pacífico. El archipiélago se compone de dos grupos paralelos, las Grandes Kuriles y las Kuriles Pequeñas, descritas por primera vez por el explorador ruso Vladímir Atlasov.
Las islas Kuriles fueron habitadas por el pueblo ainus desde hace miles de años, hasta que fueron expulsados por los rusos en el siglo XVIII. Japón se quedó con su propiedad en 1875 tras firmar el Tratado de San Petersburgo a cambio de ceder la isla de Sajalín a Rusia.
Moscú volvió a capturarlas sin respetar el Tratado firmado con Japón tras la Segunda Guerra Mundial y la derrota de las tropas imperiales japonesas y volvió a firmar un nuevo tratado de anhexión: el de San Francisco y se integraron en la Unión Soviética, pero Japón mantiene su reivindicación sobre las islas más meridionales de la Kuriles: Etorofu, Kunashiri, Shikotan, y las Jabornai, conocidas por el Gobierno nipón como pertenecientes en sus mapas a los territorios del Norte.
Un territorio, dos países
En 1745 la mayor parte de las islas Kuriles fue marcada en el “Mapa general del Imperio de Rusia” en el atlas académico. En los 1770 en las islas Kuriles existían asentamientos rusos permanentes bajo la administración del ruso Vasili Zvezdochotov. En el mapa de 1809 los Kuriles y la península de Kamchatka se consideraban territorios rusos adscritos a la provincia de Irkutsk.
El 7 de febrero de 1855 Rusia y Japón firmaron el primer acuerdo bilateral, Tratado de Comercio y Fronteras que proclamó paz y amistad entre ambos países, abrió tres puertos japoneses para los barcos rusos y determinó la frontera por los Kuriles del Sur, entre las islas Urup y Iturup.
En 1875 las partes firmaron un acuerdo según el cual Rusia cedió a Japón 18 islas Kuriles. A su vez, Japón reconoció que la isla de Sajalín pertenece definitivamente a Rusia. De 1875 a 1945 Japón controló las islas Kuriles.
El 11 de febrero de 1945 los líderes de la Unión Soviética, Estados Unidos y Gran Bretaña, Iosif Stalin, Franklin Roosvelt y Winston Churchill, firmaron un acuerdo, según el cual terminada la Guerra contra Japón, y las islas Kuriles fueron transferidas a la Unión Soviética.
El 2 de septiembre de 1945 Japón firmó el Acta de capitulación y aprobó las condiciones de la Declaración de Potsdam de 1945, que limitó su soberanía con las islas de Honshu, Kyushu, Shikoku y Hokkaido y otras islas menores del archipiélago japonés. Las islas Iturup, Kunashir, Shikotan y Habomai se traspasaron a la Unión Soviética, según informa la agencia internacional rusa de noticias Ria Novosti.
El 2 de febrero de 1946 la Presidencia Suprema de la Unión Soviética decretó las islas Iturup, Kunashir, Shikotan y Habomai parte de la Unión Soviética.
El 8 de septiembre de 1951 durante la conferencia internacional de San Francisco Japón y 48 países miembros de la coalición antihitleriana suscribieron un acuerdo de paz, según el cual Japón rechazó todos los derechos, fundaciones jurídicas y pretensiones a las islas Kuriles y Sajalín.
La delegación soviética no firmó el acuerdo alegando que fue un acuerdo bilateral suscrito entre los gobiernos de Estados Unidos y Japón. Desde el punto de vista jurídico el problema de las islas Kuriles quedó indeterminado. Los Kuriles dejaron de ser japoneses, pero tampoco se hicieron soviéticos.
Aprovechando el hecho, en 1955 Japón presentó a la Unión Soviética las pretensiones sobre las islas Kuriles y el sur de Sajalín. Tras dos años de negociaciones las partes aproximaron sus posturas: Japón limitó sus reclamaciones y pretendió la soberanía sobre Iturup, Kunashir, Shikotan y Habomai.
El 19 de octubre de 1956 la Unión Soviética y Japón firmaron una declaración conjunta en Moscú que puso fin al estado de guerra entre ambos países y restableció las relaciones diplomáticas bilaterales. Asimismo la Unión Soviética acordó traspasar a Japón las islas de Shikotan y Habomai.
En 1960 Japón y Estados Unidos concluyeron un tratado de seguridad, tras el cual la Unión Soviética rescindió sus obligaciones inscritas en la declaración de 1956. Durante la época de la Guerra Fría Moscú no reconoció el problema territorial entre ambos países.
En 1993 el presidente de Rusia y el primer ministro de Japón firmaron en Tokio una declaración sobre las relaciones ruso-japonesas que estipuló la disposición de las partes de continuar las negociaciones para resolver la pertenencia de las islas y firmar un acuerdo de paz lo más pronto posible.
Últimamente las partes establecieron la cooperación bilateral práctica en las islas para favorecer el ambiente de las negociaciones y la búsqueda de soluciones. Así, en septiembre de 1999 iniciaron la realización del acuerdo que facilita el procedimiento de las visitas a las islas para sus ex habitantes japoneses y miembros de sus familias.
Además, Rusia y Japón cooperan en materia de pesca a base del acuerdo de 1998 en la región de los Kuriles del Sur.
Japón reclama cuatro islas Kuriles del Sur (Iturup, Kunashir, Shikotan y Habomai) alegando un tratado de 1855. Rusia insiste en que las islas fueron traspasadas a la Unión Soviética mediante los acuerdos internacionales suscritos al término de la II Guerra Mundial. Rusia, como sucesora legal de la URSS, asumió la soberanía de estos territorios.
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