lunes, 7 de febrero de 2011

LAS BACRIM Y LOS PARAMILITARES


Rogelio Núñez

(Especial para Infolatam ).- Las bandas criminales emergentes, conocidas como Bacrim. se están transformando en un nuevo dolor de cabeza para el gobierno de Juan Manuel Santos. Hasta ahora, con las Farc acorraladas y muy debilitadas y los antiguos paramilitares desmovilizados, el panorama de la seguridad en Colombia parecía despejado.

Pero las Bacrim han crecido en poder e importancia desde 2006 hasta convertirse en poderosos cárteles del narcotráfico cuya presencia es muy fuerte en algunas zonas del país como en el departamento de Córdoba.

Algo mas que paramilitares

Las Bacrim no son exactamente fuerzas paramilitares pero tampoco simple delincuencia común. Se parecen a los paramilitares porque poseen estructuras militares, dominio territorial y, vínculos con sectores estatales, fuerza pública y, en menor proporción, cuentan con aliados políticos.

Como apunta el director de la Policía Nacional, Óscar Naranjo, “luchar contra las Bacrim es una altísima prioridad. Y es un proceso que afecta de manera trasversal todo el asunto de seguridad nacional y ciudadana. Las Bacrim tienen capacidad de generar alianzas con la guerrilla de las Farc , pero también de generar empresas sicariales en centros urbanos”.

A diferencia de los antiguos paras no han constituido una federación coordinada ni defienden una ideología política (antiguerrillera). El viceministro de defensa Rafael Guarin explica que “cada vez es más claro que existen alianzas entre las Farc y las bandas criminales por el narcotráfico”.

Como señalaba la revista Semana en 2007 cuando se inició el fenómeno Bacrim: “tienen similitudes y diferencias con las AUC. Los actuales grupos no tienen una vocación contrainsurgente, y su alcance es local.
Incluso en algunas zonas, como en Norte de Santander y Nariño, no tienen problema en pactar maridajes con la guerrilla, siempre y cuando esa convivencia sea lucrativa. Las bandas de hoy se concentran en participar del narcotráfico y controlar lo más que puedan este negocio. A diferencia de sus antecesores, no parecen contar con complicidad institucional. Sin embargo, como los antiguos paras, echan mano del terror, controlan territorios y se financian con la droga”.

Para Naranjo, “el narcotráfico tiene una capacidad muy alta de mutar. Primero fueron grandes carteles, luego paramilitares, estructuras regionales, federación de paramilitares asociados al narcotráfico, micro carteles, y ahora está este nuevo desafío que se llaman bandas criminales”.
Las Bacrim están conformadas, en parte, por antiguos integrantes de las AUC, que no se desmovilizaron o que regresaron a la ilegalidad. Se calcula que el 17% serían antiguos paras, cifra que parece pequeña pero que incluye a “los líderes, los jefes, los que reclutan, los que le dan continuidad a formas de dominio territorial armado”.

Han formado grupos como “los Rastrojos”, “Los Paisas”, “Águilas Negras” y “Los Urabeños” que combaten entre ellos por el control de los estratégicos corredores de la droga.
La dificil identificacion de las nuevas bandas

Según dijo a la revista Semana Álvaro Villarraga, coordinador del área de desmovilización, desarme y reintegración de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR), “se habla de por lo menos 6 mil efectivos vinculados a más o menos seis estructuras principales. Sin embargo, es una situación muy cambiante. Estos grupos se caracterizan porque se transforman, se fusionan y se sustituyen con gran facilidad”.

En 2006, cuando se desmovilizaron los paras, había unas 33 bandas criminales y ahora, en 2011, sólo 7 pero son, en estos momentos, más poderosas y centralizadas: “el número de personas que conforman sus estructuras es hoy mayor, y no menos su presencia en municipios de diferentes regiones del país. De hecho, se ha detectado que de 110 en que operaban, ya lo hacen en 151″, añade Villarraga.

La CNRR ha constatado que “los nuevos grupos armados ilegales se expandieron y consolidaron en varias regiones, de forma que en medio de las disputas también se registran reagrupamientos, pero no a partir de un solo centro ni de una nueva forma de coordinación federal –al estilo AUC–, sino de distintos centros de poder en pugna”.

Actúan en las zonas clave y estratégicas para el negocio de la droga: Valle, Antioquia, Chocó, Meta, Bolívar, los Santanderes, Nariño, Costa Norte, Bajo Cauca, Córdoba, Guaviare, además en la Sierra Nevada de Santa Marta, Alta Guajira, Sur de Bolívar.

La situación en Córdoba es la más llamativa porque allí existe una pugna por el poder entre los Urabeños (herederos del ahora capturado’Don Mario’). en alianza con Las Águilas Negras. frente a los Paisas, aliados con los Rastrojos.

La ONU y la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento, Codhes ha señalado que solo en el departamento de Córdoba esas bandas asesinaron a 600 personas en 2010 y a otras 45 en este año, aunque la Policía afirma que son 28 los muertos en 2011: “la idea de que el paramilitarismo es ‘cosa del pasado’ (…) es ya insostenible”.

Por esa razón, ha sido en Córdoba donde el ministro de Defensa, Rodrigo Rivera ha anunciado que ya se han “dado instrucciones a las Fuerzas Militares y la Policía Nacional para que se inicie desde ya un operativo sin precedentes de registro, control e interdicción de esos puntos del departamento y cerrar el paso a los narcotraficantes que están utilizando la costa para sacar droga”.

La estrategia del gobierno Santos

El gobierno de Juan Manuel Santos ha propinado duros golpes a las Bacrim: el mayor ocurrió el 24 de diciembre pasado con la muerte de Pedro Oliveiro Guerrero, alias ‘Cuchillo’, en un operativo policial.

Para Rodrigo Rivera, las Bacrim se han convertido en una prioridad del gobierno junto a “la desarticulación de los grupos terroristas, Farc y Eln: “un segundo frente es el de la lucha contra las bandas criminales emergentes, donde hay un desafío muy grande. No son cualquier pandilla. Su estrecha vinculación con el narcotráfico y su fuerte presencia en algunas zonas del país las hace poderosas. Tienen gran capacidad de daño…Las estamos persiguiendo con toda decisión”

Óscar Naranjo asegura en esa misma línea que “aquí hemos venido avanzando desde el 2006. El país va perdiendo la memoria, pero hay que recordar que la banda más grande era la de Los Nevados de los hermanos Mejía Múnera y quedó neutralizada. Luego apareció la banda herencia de ‘Jorge 40′ y liderada por Salomón y también fue capturado. Luego aparecieron ‘HH’ y ‘don Mario’. Nuestra prioridad hoy se centra en Los Rastrojos. Luego están Los Paisas y Los Urabeños. Estas tres estructuras las tenemos que derrotar. Este golpe es un mensaje contundente a los hermanos Calle Serna, a Valenciano, Sebastián y el ‘Loco’ Barrera, porque vamos por ellos”.

Pera dada la magnitud que está cobrando el fenómeno Bacrim, muchos expertos, como Villarraga, alertan de que la estrategia debe modificarse: “la lucha no puede ser solo una competencia de la Policía, se necesita que sea también del Ejército”.

¿Más mano dura o negociación?

El gobierno de Santos ha optado por incrementar la represión y hacer reformas que respalden a las fuerzas del orden. La mano dura es la opción que defiende el ministro del Interior, Germán Vargas Lleras, quien ha asegurado que si los miembros de estas bandas “se quieren entregar y someterse a la justicia, bienvenidos, pero no en el marco de una negociación en paz…La política del Gobierno ha sido la de confrontar con toda decisión a esas organizaciones”.

Paralelamente el gobierno propone reformas que le den más medios legales para afrontar esa pelea. Rodrigo Rivera asegura que “tenemos un reto mayúsculo frente a las BACRIM. Y es que aunque hemos realizado muchas capturas, hay un alto porcentaje de excarcelaciones. Generalmente los capturamos por porte ilegal de armas o por tener cantidades pequeñas de narcóticos, y esos delitos en la legislación actual, si van acompañados de confesión de cargos, de allanamientos, les permiten tener beneficios que producen la excarcelación casi inmediata”.

Por eso, el gobierno ha enviado al Congreso el Proyecto de ley de seguridad ciudadana que busca “no sólo para incrementar penas, sino también para reducir algunos beneficios…Es necesario que se cambie la ley para hacer las precisiones necesarias, de modo que cuando capturemos individuos de estas bandas, el solo hecho de pertenecer a ellas ya sea un delito grave, que no permita la excarcelación”.

Frente a la postura de ataque frontal que defiende el ministro de Defensa (“los colombianos vamos a ganar la batalla contra las bandas criminales. Están generando un desafío y así como otros que se creían intocables cayeron en el pasado también los actuales jefes de las Bacrim y sus estructuras también van a caer”) desde otros sectores se apela a la negociación.

El obispo de Montería, monseñor Julio César Vidal, ha revelado que “elaño antepasado, en septiembre, viendo cómo moría gente asesinada en Córdoba, no obstante a algunas medidas adoptadas, me di cuenta de que había que buscar otra manera de lograr la paz y se me ocurrió decir que nos acercáramos a ellos. En diciembre de ese mismo año recibí respuesta por parte de ellos, y en febrero del año pasado otras bandas me mandaron mensajes y me dijeron que estaban dispuestos a entregarse al Gobierno. No piden mesas de diálogo, sólo acercarse al Gobierno para entregar armas, rutas, cultivos. Entregarse ellos mismos, así el destino sea la misma extradición”.

Vargas Lleras ha advertido, sin embargo, que si “la política del Gobierno ha sido la de confrontar con toda decisión y determinación a esas organizaciones. Si se quieren entregar deben hacerlo unilateralmente y con sometimiento a la justicia, como lo requiere el país”.



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