martes, 12 de mayo de 2009

¿Quién fue el padre de la Cruz Roja?

Swissinfo.ch

Henry Dunant es descrito a menudo como un santo idealista y humanitario que fundó la Cruz Roja, pero la historia de su vida es todavía poco conocida y estuvo llena de contrastes. Para celebrar el aniversario este viernes del nacimiento de Dunant, y del Día Mundial de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, swissinfo analiza a la persona que hay tras el mito, clave para crear la Cruz Roja Internacional y la Media Luna Roja, además del Convenio de Ginebra.

Este artículo forma parte del próximo dossier de swissinfo dedicado a la Cruz Roja, que este año conmemora el 150º aniversario de la Batalla de Solferino, el 90º aniversario del nacimiento del movimiento internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, además del 60º aniversario de los Convenios de Ginebra.

"Su nombre aparece en las placas de las calles y esquinas de todo el mundo, pero en realidad no se conoce mucho sobre él", explica Gerard A. Jaeger, autor suizo de la nueva biografía, 'Henry Dunant: el hombre que inventó el Derecho Humanitario'.

Diferentes Dunants

El dramaturgo helvético Michel Beretti, que dirigió una obra sobre Henry Dunant, comparte la versión de que era difícil definir la figura de Dunant.

"Si él es un santo, es un tipo divertido de santo, ya que su personalidad y su vida son extremadamente contradictorias", dice a swissinfo. "Hay varios y distintos Dunants".
Henry Dunant nació en el seno de una familia religiosa, humanitaria y con conciencia cívica de Ginebra, el 8 de mayo de 1828.

No era una persona con demasiado talento académico, por lo que se vio forzado a dejar el colegio Calvino en Ginebra debido a sus malas notas. Después emprendió una formación en una empresa de cambio de divisas.

Con 26 años entró en el mundo de los negocios como representante de la Compañía Ginebrina de las colonias de Sétif en África del Norte y en Sicilia. Ideó un plan financiero para labrase una fortuna, situándose como presidente de la empresa Compañía Financiera e Industrial de Mons-Gémila Mills en Argelia, y con la explotación de una gran extensión de terreno.

Al precisar derechos sobre el agua, tuvo una idea audaz que consistía en pedírselos directamente al emperador Napoleón III. En la época, Napoleón estaba luchando y dirigiendo al Ejército francés y junto a los italianos trataban de expulsar a los austriacos de Italia.

Choque violento

Dunant se dirigió al cuartel general de Napoleón cerca de la ciudad italiana de Solferino y, por casualidad, llegó a presenciar y participar en los disturbios de la Batalla de Solferino. Se registró una violenta confrontación entre la Alianza Franco-Sarda y la armada austriaca por la independencia de Italia que se produjo el 24 de junio de 1859, cerca de lago de Garda, al norte de Italia.

Cuando se calmó el combate, unos 40.000 soldados quedaron malheridos en el campo de batalla, algunos de ellos aquejados de lesiones muy dolorosas. El ginebrino se vio profundamente afectado por la carnicería, y con la ayuda de gente de la zona organizó los primeros auxilios para los heridos y los enfermos.

"Esto supuso una profunda herida psicológica para él, algo de lo que nunca se recuperaría", según Beretti.

A su vuelta a casa, Dunant escribió un libro para contar sus experiencias, llamado 'Un recuerdo de Solferino', y desarrolló la idea de una organización para asistir a los heridos de guerra como una contribución para establecer un mundo más civilizado y paliar los sufrimientos de los conflictos.

Comité de Ginebra

En 1863, con la experiencia de la matanza de Solferino todavía fresca en su cabeza, Dunant y otros cuatro suizos conocidos crearon un comité que luego daría lugar al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

Beretti ríe cuando habla sobre este hecho: "El inicio de la Cruz Roja es absurdo cuando se piensa en ello", indica. "Cinco chicos que se encontraron en un apartamento en el casco antiguo de Ginebra para fundar una organización internacional. Es increíble".

Después de un año, con la idea de los cinco miembros fundadores del CICR, el Gobierno de Suiza organizó una conferencia diplomática con la participación de 16 países, que condujo a la firma del primer Convenio de Ginebra.

El tratado fijó límites a las leyes de las guerras, estableció el tratamiento humanitario de las víctimas en el campo de batalla y la adopción de un emblema identificativos y especial, una cruz roja sobre fondo blanco.


Exilio y ruina
Sin embargo, los siguientes 30 años de Dunant fueron muy diferentes de la primera etapa de su vida.

Sus negocios en Argelia se debilitaron, en parte debido a su gran dedicación a las causas humanitarias. En abril de 1867, la bancarrota de la financiera Crédit Genevois propició un escándalo que incluía a Dunant. Fue obligado a declararse en bancarrota y resultó condenado por un tribunal de Ginebra el 17 de agosto de 1868 por prácticas engañosas dentro de la quiebra.

Tras el desastre, que también sacudió a muchos de sus amigos de la ciudad, Dunant se convirtió en un paria y en unos años acabó viviendo como un mendigo."El cofundador Gustave Moynier pensó que la bancarrota y la mala fama de Dunant en Ginebra podrían dañar la imagen de la nueva Cruz Roja, por lo que distanció a Dunant del comité", manifiesta Jaeger.

En 1875 Dunant dejó la ciudad, profundamente decepcionado, y se estableció temporalmente en Heiden, una aldea en el cantón de Appenzell Rodas Exteriores. "Esto fue una enorme herida para él ya que estaba convencido de su sinceridad y de su voluntad de trabajo humanitario", expresa Jaeger.

Cuando envejeció, Dunant fue trasladado en 1892 al hospicio de Heiden. Y allí, en la habitación 12, pasó los últimos 18 años de su vida. "La gente pensaba que estaba muerto. En este periodo el CICR continuó su labor y siguió trabajando a pesar de no contar ya con él".

Rehabilitación

Pero la figura de Dunant no fue totalmente desconocida. En 1895 el periodista alemán Georg Baumberger escribió un artículo sobre Dunant, que fue reflejado por toda la prensa mundial y le catapultó de nuevo a la rabiosa actualidad.

En 1901 Dunant recibió el primer Premio Nobel de la historia por su aportación a la fundacion del movimiento internacional de la Cruz Roja y por iniciar los Convenios de Ginebra. Murió el 30 de octubre de 1910 y fue enterrado en Zúrich sin ceremonia alguna.

Aunque las felicitaciones oficiales del CICR y del Nobel de la Paz ganado devolvieron el honor a Dunant y mejoraron su reputación. "No hay ningún hombre que merezca más este honor, porque fuiste tú, hace 40 años, el que puso los cimientos de una organización internacional para el auxilio de las víctimas y los heridos en el campo de batalla. Sin ti, la Cruz Roja, el supremo logro humanitario del siglo XIX, probablemente nunca habría existido", escribieron.

Sin Dunant los otros cuatro fundadores de la Cruz Roja nunca hubieran llegado tan lejos, según defiende Jaeger. "El dinamismo y la obsesión de Dunant supusieron que las cosas fueran mucho más rápidas. Cincuenta años después, la Cruz Roja podría haber surgido en cualquier parte, pero él simplemente aceleró la historia". "Era un idealista, pero también alguien que quería dar una expresión concreta a sus ideales".
Simon Bradley, swissinfo.ch
(Traducción: Iván Turmo)

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