sábado, 16 de mayo de 2009

El riesgo de abandonar a los 'aliados suníes'


Elmundo.es /Blog
Shijab al Adami responde una llamada en su móvil y, a medida que escucha a su interlocutor, le cambia la expresión. "Acaban de atacar al sheikh Mahmud al Falal. Dispararon contra su coche, está herido pero sobrevivirá".

El atentado ha tenido lugar a medio kilómetro de su oficina, la base del Sahwat en el barrio de Ghazaliya, el más conflictivo de Bagdad. El responsable de esta fuerza suní, la misma que acabó con el monopolio de Al Qaeda tras más de dos años de control de los extremistas, suspira.

"Hemos conseguido echarles al 80%, pero sigue habiendo elementos aislados. Hace dos días, un doctor y su hija fueron secuestrados. Les rescatamos tras detener a tres de los implicados. En revancha, ayer un soldado fue asesinado por un francotirador: le atravesó la garganta".

Al Adami, antiguo coronel del Ejército de Sadam Husein, trabaja al mando de 350 hombres, los responsables de abortar las acciones de los extremistas en el barrio. Como el resto del Sahwat (despertar, en árabe, el movimiento de tribus suníes que se rebelaron contra Al Qaeda a partir de 2006 financiado por EEUU), la mayoría son ex oficiales e insurgentes que, tras combatir durante tres años contra la ocupación, cambiaron de objetivo para librarse de los radicales.

Pero Al Adami no sabe por cuánto tiempo seguirá teniendo una fuerza a la que dirigir. El Gobierno central ya les debe tres sueldos, y eso se ha traducido en el abandono de 40 de sus hombres. "Si seguimos así, a finales de este año el Sahwat no existirá", confiesa apesadumbrado. "Y está pasando en todos los barrios. Los demás jefes me cuentan que ya han perdido entre 30 y 50 hombres cada uno. No sabemos por cuánto tiempo podremos resistir".

Los temores de que, tras la retirada norteamericana, el Gobierno del primer ministro Nuri al Maliki abandone al Sahwat e incluso persiga a sus integrantes son cada vez más fuertes. Ya se han producido detenciones de varios de sus líderes a manos del Ejército iraquí, acusados de "terrorismo", una persecución que se suma al hostigamiento continuo contra ellos del remanente de Al Qaeda en Irak.

Falta de integración

Pese a las promesas gubernamentales de incorporar a los 90.000 suníes a las Fuerzas de Seguridad, sólo 10.000 han sido integrados en el Ejército y la Policía. No es de extrañar: en una entrevista a 'The New York Times', el general del Ejército iraquí Naser al Hiti les describía como "un cáncer" que "debe ser extirpado". Entrevistado por elmundo.es, el general Husein Jasim al Awady, máximo responsable de la Policía Nacional, los considera "patriotas" que deben trabajar por Irak pero admite que su integración apenas ha comenzado.

Muchos advierten de que eso puede derivar en una disolución del Sahwat, que podría redirigir las armas suníes contra las fuerzas chiíes de Seguridad -contra quienes combatieron durante la guerra civil, entre 2005 y 2007- relanzando la guerra civil.

"Es cierto que con los americanos los salarios llegaban puntuales cada mes. Es el Gobierno de Bagdad el que no sabe qué hacer con el Sahwat. Hay muchos líderes que perderían con nuestra integración", estima Mustafa Kamal al Shebib, responsable del Sahwat en Dora.

"Mis hombres llevan dos meses sin cobrar, pero esperamos el sueldo este mes. Tampoco hemos oido hablar de que nos vayan a integrar en el Ejército iraquí". En Ghazaliya, dos de los oficiales de Al Adami pidieron su incorporación. "En el Ministerio del Interior nos dijeron que, si éramos del Sahwat, nos fuéramos a casa".

Nadie pone en duda que buena parte de la estabilidad de Irak (donde se han reducido los ataques un 75%) se debe al Sahwat. Con 3.000 hombres a su cargo, el general Shebib ha logrado normalizar un barrio intransitable hace año y medio.

Bastión de Al Qaeda, en las calles de Dora han muerto "miles" de personas, estima, tanto en combates con la ocupación como, posteriormente, con los extremistas. Hoy se puede circular con considerable libertad. Las tiendas están abiertas y el tráfico es fluido en la mayor parte del sector.

Lo mismo ocurre en Adhamiya, enclave suní del Bagdad chií y uno de los lugares que ha vivido combates más trágicos. Miles de vecinos murieron entre 2005 y 2007, los peores años de la guerra. Fueron enterrados en el jardín próximo a la mezquita de Abu Hanifa, convertido en el 'cementerio de los mártires'.

En la última visita realizada por elmundo.es, a finales de 2007, había mucho miedo. Apenas circulaban coches, y pocos negocios estaban abiertos. Casi a diario se producían atentados y tiroteos contra el Sahwat a manos de Al Qaeda.

Hoy, sus calles están limpias y bien cuidadas. Los restaurantes han reabierto y los negocios están llenos. Pese a ello, el ingente muro que enclaustra Adhamiya para aislarlo de los barrios chiíes, contra los que se enfrentó durante años, sigue intacto.
Gente educada
"En Adhamiya no ha empezado la integración del Sahwat en las fuerzas de Seguridad", admite el sheikh Amir Hamid al Azawi, responsable del Comité de Apoyo, institución creada por el Gobierno para mediar con el Sahwat.

"Pero nadie, aunque deje de recibir su sueldo, va a crear problemas. Aquí somos gente educada a la que no le importa el dinero, sino la protección del barrio", dice sentado en un despacho decorado con fotografías de sí mismo junto a los líderes del nuevo Irak, desde Maliki hasta el general de EEUU David Petraeus.

No piensan lo mismo muchos vecinos, que denuncian que en el Sahwat se alistaron muchos milicianos que combatieron en las filas de Al Qaeda y que, si dejan de cobrar, podrían volver a combatir a las órdenes de quien mejor les pague.

"El Sahwat no es bueno. Al principio, todos ellos eran miembros de Al Qaeda que se cambiaron el uniforme", incide Qais al Obeidi, un gerente de 55 años. "En mi opinión, la mitad del Sahwat son gente de bien que quiere proteger el barrio y la otra mitad criminales que buscan una salida digna. Si integran a la primera parte en las fuerzas de Seguridad, todo estará bien. Como no lo hagan, volverán sus armas contra el Gobierno. No se pueden hacer promesas en falso".

La estabilidad de los barrios suníes de Bagdad fomentada por el Sahwat se ha traducido en notables cambios. Los incidentes armados son ahora aislados -con la excepción de Ghazaliya- y algunos vecinos que huyeron de los combates vuelven a sus hogares.

"Regresan aquellos que no tienen otra casa, los que no pudieron intercambiar su vivienda o los que se quedaron sin fondos para seguir viviendo de alquiler", confiesa un vecino suní de Al Hurriya (chií) que desde hace cuatro años no ha visto su casa.

Limpieza étnica

Este ex oficial asentó en Al Zeiyuna, un barrio mixto, tras intercambiarla con una familia chií. "Sigue habiendo miedo a la limpieza étnica", sostiene. Hace poco más de un año, algunos iraquíes habían comenzado a retornar a sus barrios originales pese a haber quedado en manos de la secta contraria. "En Adhamiya, centenares de familias chiíes han regresado a sus casas", sostiene el sheikh Al Azawi, un extremo cuestionado por muchos vecinos.

Desde la apertura del puente que une la Adhamiya suní con la vecina Khadimiya chií, hay una circulación fluida entre ambos barrios, aunque sea de visita. El símbolo del retorno ha sido la reapertura del restaurante Al Qass, el más famoso de Bagdad.

El establecimiento, fundado por el chií Qasem Al Qass, fue cerrado entre finales de 2005 y finales de 2008. "Sufrimos muchos ataques, todos los grupos querían destruirlo por ser propiedad de un chií", explica su dueño. En noviembre del pasado año Al Qass reabrió, y a medida que se conoció la noticia comenzaron a llegar clientes. "Hoy servimos mil comidas diarias, y el 75% de los clientes son chiíes", dice con orgullo.

Una de las parejas que almorzaba el pasado martes era mixta. Hassan, suní, y su novia Marwa, chií, disfrutaban entre risas de la comida. "Hace un año que recuperamos nuestra vida normal", explica el universitario, "pero me temo que la guerra no ha terminado. Cualquier día explotará. No sabemos cuándo, pero sí sabemos cómo empiezan estas cosas". "Cuando los americanos se vayan de Bagdad, volverán los secuestros, los robos y los asesinatos. Esto sólo acaba de empezar", apostilla Abu Kamal desde su tienda.

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