lunes, 27 de abril de 2009

La negra historia de los piratas de Somalia encubre una trágica realidad nacional


Diego Moctezuma, El Periódico de México

Somalia es un país empobrecido por las guerras y la corrupción, intermitentemente ocupa las primeras planas de la prensa y espacios importantes en radio y televisión por las acciones de los piratas somalíes, que parecen no temer a nada y, contra viento y marea, secuestran barcos y toman rehenes con un solo fin: Obtener dinero del pago de rescates.

Pero en esa nación del Cuerno de África hay muchos dramas más, uno es el que viven a diario cientos de miles de refugiados que han huido a Kenia, donde a su miseria agregan el abuso de policías corruptos y violentos, así como a una emergencia humanitaria que crece aceleradamente en lo que es el asentamiento de refugiados más grande del mundo.

“Las personas que huyen de la violencia en Somalia necesitan protección y asistencia, pero se enfrentan a más peligros, abusos y privaciones”, asegura Gerry Simpson, investigador de Human Rights Watch y autor del informe “Del horror a la desesperanza: La crisis olvidada de los refugiados somalíes en Kenia”.

“Los solicitantes de asilo somalíes deberían cruzar a salvo la frontera con Kenia y obtener la ayuda que necesitan con urgencia”, señala el informe al explicar que en su camino ponen en riesgo su vida y sus precarios bienes.

La organización humanitaria exige al gobierno keniano controlar los abusos policiales y dar más terrenos para la instalación de nuevos campamentos. Además pide que las Naciones Unidas y los donantes atiendan urgentemente las necesidades básicas de los refugiados somalíes. El informe del investigador Simpson documenta la cruel realidad que viven a diario las víctimas de una espiral de violencia y pobreza extrema.

La investigación denuncia que los refugiados sufren extorsión, detención, violencia y deportación por parte de la policía keniata; los recién llegados se suman al más de un cuarto de millón de compañeros de refugio que luchan por sobrevivir en campamentos diseñados para 85,000 personas. El año pasado se alcanzó la cifra histórica anual de 60,000 somalíes en busca de refugio en tres campamentos cercanos a la ciudad de Dadaab, en el noreste de Kenia, y es posible que decenas de miles más se trasladen a Nairobi, la capital keniata.

La historia es vieja, ya en enero de 2007 Kenia alegó razones de seguridad para cerrar oficialmente su frontera de 682 kilómetros con Somalia, cuando las tropas etíopes intervinieron para apoyar al débil gobierno de transición somalí y expulsaron a una coalición de tribunales islámicos de Mogadiscio, la capital de Somalia.

Human Rights Watch apunta que en los últimos dos años la escalada del conflicto de las fuerzas gubernamentales de Etiopía y Somalia contra la insurgencia, en el que se han cometido crímenes de guerra y abusos contra los derechos humanos, ha obligado a casi un millón de residentes de Mogadiscio a huir de la ciudad, lo que ha provocado un flujo creciente de inmigrantes somalíes hacia Kenia.
A pesar de la retirada de Etiopía a finales de 2008, la violencia en Somalia se mantiene entre los grupos islamistas y el gobierno, lo que hace temer que este año crezca el número de personas que busca refugio.

El cierre de la frontera ha fomentado que policías keniatas extorsionen a los solicitantes de asilo. Miles de somalíes recurren a las redes de tráfico de personas para cruzar clandestinamente la frontera con Kenia, lo cual ha forzado al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) a cerrar su centro de tránsito, donde los refugiados recién llegados se registraban y sometían a exámenes médicos antes de ser trasladados a los campamentos.

El informe concluye que el cierre de la frontera con Somalia viola leyes internacionales que prohíben la devolución forzada de los refugiados, quienes denuncian malos tratos y las terribles condiciones en los campamentos donde se les recluye.EEM

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