jueves, 16 de abril de 2009

Destructor al acecho

Newsweek

Por David McNeill
¿Quién dijo que la política japonesa era aburrida? Hay un sismo electoral perfilándose para este otoño boreal, cuando se decida si el Partido Democrático Liberal (PDL) es derrotado por primera vez (con una breve excepción) desde hace más de 50 años.

Esperando a tomar el control está el Partido Democrático de Japón (PDJ), liderado por Ichiro Ozawa, un legendario político conocido como “El Destructor”. Ozawa promete convertir a Japón en una verdadera democracia bipartidista y hacer volver a su país a la mayor parte de las tropas estadounidenses. ¿Aburrido? No parece. Pero aún no conviene comenzar a celebrar.

Como en todo buen drama, también hay cambios repentinos de argumento: justo cuando parecía listo para clavar una daga en el debilitado corazón del PDL, Ozawa fue atacado por un escándalo de soborno que dividió al país y a su propio partido. Los críticos señalan que es la prueba de que sufre de la corrupción y el nepotismo que envenena desde hace largo tiempo la política de Tokio.
Los partidarios de Ozawa insisten en que el escándalo fue planeado por el viejo régimen para protegerse a sí mismo como último intento. “Es una señal de que nos estamos acercando”, dice un allegado al PDJ. Sea cual sea la verdad, el PDJ está tan cerca del poder como para plantear su proyecto de gobierno, pero no parece tener nada claro. Los demócratas son un puñado de independientes, socialistas y antiguos miembros del PDL que quedaron a la deriva después del último terremoto de la política japonesa, a mediados de los 1990.
Ozawa, desertor de PDL, jugó un papel clave en la creación de la primera administración que no fuera del PDL desde 1955. Pero esa historia ofrece poco entendimiento sobre de las proclividades de su política, ya que la coalición era un híbrido inestable de liberales y conservadores que pronto se desintegró. Los oponentes de Ozawa dicen que es un oportunista hambriento de poder.
“Quiere desmantelar el gobierno del PDL”, no rescatar a Japón, según el periódico derechista Sankei Shinbun. Los conservadores están asustados por las promesas del PDJ de redirigir el 10 por ciento del presupuesto nacional —unos US$ 210.000 millones— para construir lo que llaman una red de seguridad social, que ofrecería más ayuda a los ancianos, pobres y quienes no tienen hijos, así como un subsidio mensual de 250 dólares para niños, con la intención de estimular la tasa de natalidad.
Los conservadores también se agitan pensando en el futuro de la alianza de medio siglo con EE. UU. Ozawa provocó un escándalo en enero cuando dijo que Japón alberga “demasiadas” tropas americanas, una señal de que el país podía estar preparado para enviar algunos de ellos a sus casas. El año pasado bloqueó el uso de barcos japoneses para cargar de combustible los navíos estadounidenses cerca de Afganistán.
Ozawa argumenta que la política exterior de Japón en este punto viola la constitución pacifista y que es un signo de cobardía frente a EE. UU. “La alianza significa un relación entre iguales”, declaró en octubre pasado. Los expertos creen que como primer ministro Ozawa podrá forzar a repensar seriamente la relación bilateral. El analista Karel Van Wolferen dice que “Ozawa puede ser el cambio necesario para que Washington replantee sus acciones y deje de ignorar a Tokio”.Suponer lo que el PDJ realmente planea es difícil, ya que el partido está profundamente dividido entre liberales y legisladores cercanos al PDL.
Por ello otros analistas discuten lo que Ozawa pueda proponer y también que reserve sus iniciativas más controvertidas, como la reconsideración en temas de defensa. “A pesar de lo insatisfactoria que sea ahora la relación Estados Unidos-Japón, hay muchos asuntos escindidos para que ellos puedan arreglarlas aún”, señala Tobias Harris, autor del blog “Observando Japón”.Casi todo mundo concuerda con que “escindido” es el adjetivo perfecto para el estado actual japonés.
El país está atrapado en sus peor crisis económica desde la Segunda Guerra Mundial. A finales del año pasado sufrió la peor contracción trimestral en 35 años, cayendo su economía dos veces más que la de la zona europea y tres veces más rápido que la de Estados Unidos. Los problemas estructurales, incluyendo una población envejeciendo y una deuda pública (180% del PBI) se han añadido a lo que un analista llamó recientemente “pestilencia de la decadencia”. El PDL no tiene el poder para frenar tal deterioro.
La política nacional está dominada por intereses facciosos que compiten y que han dejado al país sin timón. El gusto del gobierno por gastar en obras públicas es considerado un despilfarro, y la burocracia adquirió mucho poder, de acuerdo con un alto funcionario del Instituto de Política Mundial.Eso explica por qué una de las posiciones más claras que Ozawa tomó le concierne a la reforma del gobierno.
En su libro “Ozawa-shugi” (“Ozawa-ismo”), publicado después de que tomó control en el partido en el 2006, Ozawa prometió atacar a la burocracia desplazando la autoridad hacia los presupuestos y la política de nuevo al gabinete, articulando su gobierno alrededor de un manifiesto de unión y hablando con una voz unificada.
“La idea es crear un sistema donde el gobierno piensa y la burocracia asiste, no al revés”, dice Mari Miura, un profesor de ciencia política en la Universidad de Sofía, en Tokio. Harris afirma que gira en torno a “construir un gobierno que sea capaz de dictar la agenda y apegarse a ella, luego forzar a la burocracia a adscribirse”. Yukio Hatoyama, secretario general del PDJ, dice que el partido pretende “ir a la guerra contra la burocracia” a fin de quitarles el control del presupuesto y redirigir miles de millones de dólares hacia educación, salud y otras áreas “muy necesitadas”.
En la realidad, incluso ejecutando estas promesas, dependerá de cómo el partido salga de las elecciones, dice Miura. Si los demócratas ganan en un triunfo aplastante estarán listos para gobernar. Pero si se les obliga a hacer una coalición, la lista de resultados será pequeña. Por un lado, Ozawa parece dolorosamente cerca: el PDJ ganó una gran victoria en julio del 2007, cuando tomó control del órgano superior del Parlamento. Por el otro lado, el primer ministro del PDL, Taro Aso, tiene hoy niveles de aprobación menores a un 10 por ciento.
Aso es tan impopular que se redujo a tratar de sobornar al electorado con la entrega de dinero en efectivo.No hay que decir cuánto dañó las oportunidades de Ozawa el escándalo de supuesta corrupción. A mediados de marzo, el secretario político de Ozawa, Takanori Okubo, fue acusado por violar las leyes sobre uso de fondos políticos.
Los acusadores dicen que Okubo arregló las cuentas del PDJ para esconder una donación de US$ 360.000 de una constructora.Okubo niega los cargos. Él y Ozawa insisten en que sus motivos son políticos y algunos observadores concuerdan. “Es totalmente predecible”, dice Van Wolferen.
Los conservadores están “cooperando lentamente para tratar de degradarlo.
Son como anticuerpos alrededor de un patógeno peligroso”, una declaración que goza de credibilidad por el hecho de que los medios japoneses supieron de la historia durante semanas, pero la relegaron en vez de lanzar una investigación independiente, hasta que la oficina de los acusadores atacó. Mientras tanto, muchos japoneses impacientes tomaron la acusación de Okubo como una advertencia nefasta de que el PDJ es un poco mejor que el partido que busca reemplazarlo.
“Las expectativas de la gente del PDJ se están desvaneciendo considerablemente” dijo el legislador demócrata Katsuhiko Yokomitsu a finales de marzo. Él y otros legisladores le pidieron a Ozawa que de un paso atrás, pero por el momento “el Destructor” se mantiene firme. Derrocar al PDL “es el sueño de mi vida y mi última tarea como político”, dijo recientemente con lágrimas en los ojos. Ahora Japón espera a ver si tendrá la oportunidad.

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