domingo, 16 de junio de 2013

¿Cambiara el Presidente electo de Irán la política exterior?

Por Juan González



 Hassan Rohani, fue electo Presidente de Irán en primera vuelta con el 50.7% de los votos validos en un proceso electoral que se caracterizó por una alta partición ciudadana que superó el 70%. Otros cinco candidatos, todos conservadores se disputaban la Presidencia con Rohani.


Rohani, es un clérigo moderado que antes de la Revolución Islámica se doctoró en Derecho en una universidad inglesa y  ha ocupado diferentes funciones en la República Islámica: participó activamente en la Guerra irano-iraquí (1980-1988), fue designado jefe de la defensa aérea del año 1985 al 1991. Entre el 2003 y 2005 fue representante de Irán en las negociaciones del programa nuclear ante Alemania, Francia y Reino Unido. Rohani es un hombre que ha estado vinculado a los cuerpos castrenses y clericales de Irán. 

Irán está ubicado entre Asia Central y Medio Oriente, sus costa están bañadas por el Mar Caspio al norte y al sur por el golfo pérsico.  Su territorio es de aproximadamente 1 millón 600 mil kilómetros cuadrados y tiene una población que ronda los 77 millones de personas.

Su amplio acceso al golfo le permite tener gran influencia sobre el estratégico Estrecho de Ormuz por donde circulan más de 15 millones de barriles de petróleo por día.  

Irán es un actor clave en el mercado energético mundial por poseer la segunda reservas de gas y la tercera reservas de petróleo del planeta. 

En la antigüedad fue la cuna del poderoso Imperio Medo Persa. El Estado iraní, es el más antiguo de esa región ya que surgió a partir del siglo XVI con la imposición del Islam shii a todo el territorio. Desde la Revolución Islámica en 1979, se convirtió en un Estado teocrático, con un complejo sistema político que mezcla elementos democráticos con prácticas religiosas basada en el Corán. 

En estos momentos Irán se encuentra en una crítica situación económica que se manifiesta en un progresivo deterioro del nivel de vida de la población por los efectos del embargo petrolero que le han impuesto EE.UU. y Europa como manera de presionar para que abandone su programa nuclear. 

Tanto a lo interno como a lo externo de Irán, esperan la llegada de un gobernante moderado que pueda realizar reformas encaminadas a garantizar los derechos civiles y políticos como lo establecen los pactos y convenios internacionales, especialmente con un enfoque de género en un país islámico donde las mujeres han alcanzado algunas conquistas como poder estudiar o trabajar, pero siguen relegadas en cuanto a los derechos de igualdad con los hombres. 

En lo que concierne a la política exterior, el único cambio que puede introducir el Presidente electo Rohani es, moderar el discurso frente Occidente y mostrar una postura conciliatoria frente al conflicto por el programa nuclear. 

El principio (artículo) 113 de la Constitución de Irán, establece que el Presidente de Irán es la máxima autoridad del país, solo después del Líder Espiritual, el Ayatola Alí Jamanei. Y el principio 110, indica que entre las funciones del Líder, están: delinear la política del sistema general de la República Islámica, controlar la buena marcha de la política general del sistema, ejercer la comandancia de las fuerzas armadas, declarar la guerra y la paz, ordenar la celebración de referendos, entre otras atribuciones. 

Es importante señalar que la política exterior de la República Islámica de Irán se fundamenta en que Estados Unidos es el principal enemigo de la Revolución. 

Cabe destacar que Irán y EEUU mantienen rotas sus relaciones diplomáticas desde el año 1979, a raíz del secuestro del personal de la embajada norteamericana por cientos de estudiantes iraníes que exigían la extradicción del derrocado monarca persa Mohamed Reza Pahlevi para que enfrentara un juicio en ese territorio.  Para justificar esta acción, el Líder Ruhollah Jomeini,  indicó que esa embajada era un “nido de espías”.

En la actualidad la política exterior de Irán está centrada en el programa nuclear que viene desarrollándose desde la década del 60s del pasado siglo XX, cuando gobernaba la dinastía Reza Pahlevi aliados de EEUU y Europa. Al producirse la Revolución Islámica en 1979 la dinastía fue derrocada y muchos proyectos que estaban ejecutando fueron descontinuado, entre ellos el programa nuclear, por orden del Líder Espiritual, Ruhollah Jomeini, considerando que esta tecnología era antiislámica.

Cuando concluye la Guerra irano-iraqui (1980-1988) y posteriormente se produce la muerte de Jomeini, es el moderado Presidente Hashemí Rafsanyani que influye para que se retome dicho programa, con la anuencia del recién nombrado Líder Espiritual, Alí Jamenei.

 En el año 2002, el Presidente norteamericano George W. Bush, anuncia que Irán, Irak y Corea del Norte forman un “Eje del mal”. Que según la lógica guerrerista de este mandatario estos Estados debían ser combatidos por representar “sería una amenaza” a la seguridad de de su país. 

Irak, uno de los tres países en la lista del "eje del mal" fue invadido en el 2003, bajo la excusa de poseer armas de destrucción masiva que ponían en pelígro a los EE.UU. 

Las declaraciones de Bush y la invasión a Irak, sirvieron de sustento para el desarrollo de la doctrina de la “Guerra Preventiva” que ha sido tomada muy en serio en Irán y en Corea del Norte.

Al observar lo sucedido en Irak, tanto Corea del Norte como Irán aceleraron sus programas nucleares. Muchos militares y politólogos, expertos en geopolítica daban como un hecho la invasión a Irán porque los EE.UU. habían invadido a Afganistán en el 2001 y luego a Irak 2003 (países fronterizos de Irán ubicados al este y noreste respectivamente), como estrategia para facilitar su incursión en la República Islámica. Los reveses militares sufrido por las tropas norteamericanas en estos dos países impidieron que estas predicciones se hicieran realidad. 

Tanto Israel como EE.UU. se oponen a que Irán domine la tecnología nuclear aunque sea con carácter pacífico porque el dominio de esta tecnología lo llevará a los conocimientos para algún día no muy lejano fabricar un arma nuclear si es necesario. Sin embargo, el programa nuclear iraní es innegociable para la élite política, militar y religiosa de Irán, que lo ve como el escudo de protección para la permanencia de la revolución islámica y  la garantías de sus intereses. 

En conclusión, Hassan Rohani, no podrá hacer ajustes importantes en la política exterior de Irán porque está supeditada a los intereses de los líderes de la revolución islámica y ellos no están dispuestos a ceder terreno en sus posturas. Mientras que lo interno, se prevé cambios importantes siempre y cuando no afecten a la clase gobernante.

 El autor es politólogo, analista de temas internacionales.

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