Por Juan González
El pasado mes de mayo de este año 2013 pasará a la historia de las
relaciones de Estados Unidos y América Latina como el mes en el que la Casa
Blanca se concentró en la región. Esta fue visitada por el Presidente, Barack
Obama, que estuvo en México y Centroamérica; y el por el Vicepresidente, Joe
Biden, que realizó su periplo por América del Sur.
En un emotivo discurso en la ciudad de Rio
de Janeiro, Brasil, Joe Biden dijo: “Obama y yo creemos que el
momento presenta una oportunidad increíble para una nueva era de relaciones
entre EE.UU. y las Américas”.
Las palabras del Vicepresidente reflejan con claridad el interés de EE.UU.
de mejorar sus relaciones con América Latina.
Sin embargo, la República Popular China no le dejó la cancha sola a
EE.UU., a principio del mes de junio su Presidente, Xi Jinping,
siguiendo las rutas trazadas por la Casa Blanca se dirigió a Trinidad y
Tobago, Costa Rica y México.
Estas visitas realizadas por las máximas autoridades de ambas
superpotencias no son fortuitas, sino que indican que esta región será un campo
de batalla geopolítico en el siglo XXI, al igual que Asia Pacífico.
Las relaciones comerciales entre China y América Latina han aumentado
vertiginosamente en la última década, pasando de $10 mil millones de dólares en
el año 2000 a más de $200 mil millones de dólares en el 2012. Brasil y México
las dos principales economías de la región son los más importantes socios
comerciales de China. En el caso de Brasil, el comercio con China se ha
profundizado tanto que el 2010 EE.UU. fue desplazado a un segundo lugar.
EE.UU. ve a América Latina como el mercado potencial para poder reducir su
elevado déficit comercial que en el presente año superará los $ 450 mil
millones de dólares, por lo que quiere impedir que China aumente sus vínculos
comerciales con la región.
China es el principal competidor de EE.UU. en el ámbito económico y en un
futuro cercano lo será en lo diplomático, militar, científico y tecnológico.
China todavía está rezagada con respecto a EE.UU. en el desarrollo de
tecnología militar, sin embargo, económicamente, está mejor posicionada ya que
posee una inmensa reserva monetaria que ronda los $3.4 billones de dólares y
desea invertirlos en áreas y países estratégicos para garantizar mercados a sus
productos y tener acceso a materias primas y recursos naturales indispensables
para sus industrias y su población.
Mientras América Latina se convierte en el campo de batalla entre China y
EE.UU., por su riqueza en materias primas, tierras fértiles, recursos hídricos
y energéticos, además de un mercado con más de 500 millones de consumidores
donde aumenta cada vez más el poder adquisitivo de la población; Asia
Pacífico es el campo de batalla por la competencia militar entre China y EE.UU.
En el presente año el presupuesto en defensa de EE.UU. es de $ 633 mil millones
de dólares, en cambio, el de China es de $106 mil millones de dólares. A
pesar de que China está lejos de EE.UU. en cuanto el gasto en defensa, ocupa el
segundo lugar en este ranking.
La semana pasada el Secretario de Defensa de EE.UU., Chuck Hagel
estuvo en el Sudeste asiático, donde participó en la Cumbre del Diálogo de
Shangri-La, en Singapur. Este dialogo que desde el 2002 reúne los ministros de
defensa de los países de la región Asia-Pacifico se centró en las disputas
territoriales y marítimas entre China y Japón, y otros países de la región, así
como el conflicto en la península de Corea y la acusación de EE.UU. a China por
el robo de informaciones militares a través del ciberespionaje.
Chuck Hagel prometió a los aliados asiáticos (Japón, India, Australia,
Filipinas, entre otros) que EE.UU. reforzará su presencia militar en esa región
ante el ascenso de China como superpotencia.
El siglo XXI estará dominado por la “Guerra Fría” entre EE.UU. y China,
Asia Pacifico y América Latina serán los campos de batallas.
El autor es politólogo, analista de temas internacionales.
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