miércoles, 8 de mayo de 2013

La Constitución pacifista, un duro escollo para el Japón que pide un ejército más fuerte

INTERNACIONAL PRESS

Andrés Sánchez Braun / EFE


Enmendar la Constitución pacifista de Japón, que esta semana cumplió 66 años, es uno de los principales retos del conservador y controvertido primer ministro, Shinzo Abe, en un ambiente marcado por la disputa territorial con China y las amenazas de Corea del Norte.
En su anterior mandato como jefe de Gobierno (2006-2007) Abe fracasó en su intento de modificar el artículo 9 -por el cual Japón renuncia a tener ejército y a declarar la guerra a otro Estado- de la carta magna concebida por la ocupación estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial.
Pero en la actualidad el aumento del gasto militar de Pekín, su presencia cada vez más pujante en la región y la disputa que mantiene con Tokio por las islas Senkaku/Diaoyu, así como la reciente campaña de amenazas del régimen de Pyongyang, han propiciado un escenario idóneo para que el proyecto logre mayor aceptación.
Sin embargo, antes de buscar la reforma de la polémica cláusula pacifista, Abe ha abogado por cambiar primero el artículo 96, que regula de manera estricta los requisitos necesarios para enmendar la constitución nipona.
Esa norma, que estipula que es necesario contar con el apoyo de dos tercios de los parlamentarios de las dos cámaras y una mayoría simple en referéndum para modificar cualquier parte de la carta magna, ha propiciado que el texto no haya sido alterado ni una sola vez en 66 años.
Abe ya ha dicho que la enmienda del artículo 96 de la constitución, “que quedó bloqueada por las fuerzas de ocupación” (de EEUU), según dijo en una reciente entrevista con el diario Yomiuri, estará en el programa de su formación, el Partido Liberal Demócrata (PLD), para los comicios que renovarán la mitad de la Cámara Alta en julio.
Según los últimos sondeos, en los dos hemiciclos y tanto en el partido gobernante como en los de la oposición muchos parlamentarios se muestran a favor de modificar ese artículo.
“Según como quede redibujada la Cámara Alta en julio, será más fácil o no la enmienda”, explicó a Efe Jun Iio, profesor del Instituto Nacional de Estudios Políticos de Postgrado de Tokio.
“Habría posibilidades serias de lograr los dos tercios de mayoría en esta cámara si el PLD (que ya tiene mayoría absoluta en la Cámara Baja) y el Partido para la restauración de Japón (también conservador) logran buenos resultados”, añadió.
No obstante, tal y como apunta Iio, sería necesario después que más del 50 por ciento de los nipones diera su visto bueno a la enmienda en un referéndum “que debería convocarse simultáneamente cuando se celebren las próximas generales”, algo que podría no suceder hasta 2017.
“En cualquier caso llevaría mucho tiempo enmendar el 96 y aún más el 9″, apuntó Iio.
Las últimas encuestas han mostrado a un 48 por ciento de los votantes nipones a favor de aprobar la reforma del artículo 96, a un 40 por ciento en contra y a un 12 por ciento de indecisos.
En cualquier caso, grupos críticos en Japón y en países vecinos como China y Corea del Sur temen que Abe use las tensiones regionales como excusa para abrir una puerta que permita una nueva ola militarista en un país que invadió buena parte de Asia oriental durante la primer mitad del siglo XX.
Los gestos contradictorios y discutibles del primer ministro, capaz de defender el carácter “indisoluble” de la relaciones entre Tokio y Pekín y denunciar al mismo tiempo las “amenazas contra la soberanía” nipona que según su Gabinete China lleva a cabo en las islas Senkaku, contribuyen a alimentar esas especulaciones.
Tampoco sus polémicas donaciones al santuario tokiota de Yasukuni, donde hay enterrados criminales de guerra, sus recientes fotos publicadas por el diario Mainichi en las que se le ve vestido de militar y subido a un tanque o sus antecedentes políticos y familiares.
Nieto del ex primer ministro Nobusuke Kishi, un proimperialista condenado y rehabilitado después por EEUU, Abe es uno de los grandes impulsores de la omisión de las tropelías de Japón en Asia antes y durante la Segunda Guerra Mundial en libros de texto que han pasado por las manos de millones de nipones desde la pasada década.
Dicha trayectoria ha contribuido a desacreditarle cuando defiende una reforma del artículo 9 que, según él, solo pretendería llamar a las tropas niponas (bautizadas eufemísticamente como Fuerzas de Autodefensa) por su nombre, definir su rol en la Constitución, o autorizarlas a defender a ejércitos aliados en caso de ataque.

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