LLUÍS BASSETS
La idea tiene algo más de un siglo y pertenece al padre de la geopolítica, Halford J. Mackinder, que pronunció en 1905 una conferencia titulada precisamente El pivote geográfico de la historia. En su concepto hay un eje o pivote sobre el que giran unas relaciones de poder internacionales fuertemente condicionadas por la geografía. Este punto se encontraba en Asia Central y le condujo a enunciar su teoría más célebre, que ha condicionado la política internacional del último siglo y se resume en la idea de que quien controla el corazón del continente (Heartland) controla el mundo.
Muchas cosas han cambiado en cien años, empezando por el concepto de un corazón continental que asegura el dominio del mundo. Pero la teoría del pivote ha regresado de la mano de los cambios producidos por la globalización. Justin Vaïsse, de la Brookings Institution de Washington, explica así la nueva política internacional de Barack Obama: “El pivote, concebido no solo en el estrecho sentido geográfico como un giro desde Oriente Medio hacia Asia, sino en un sentido más amplio, como un redespliegue de la política exterior estadounidense desde las cuestiones de seguridad y terrorismo hacia las económicas y globales; desde las viejas naciones hacia el mundo emergente, o incluso, desde el unilateralismo hacia la cooperación, no es ni más ni menos que un cambio de actitud hacia el mundo, una reformulación y una actualización del liderazgo de Estados Unidos” (Barack Obama y su política extranjera, 2008-2012).
El pivote asiático de Obama corresponde así a un giro político que expresa muy bien su primera gira internacional tras la reelección, que le ha llevado a Tailandia, Camboya y Mianmar justo en el momento en que Pekín culmina el relevo generacional y expresa su vocación de dominación asiática en una reformulación china de la doctrina Monroe (si América es para los americanos, es decir, los estadounidenses, Asia deberá ser para los chinos). La dificultad del momento y del cambio de pivote queda expresada por el estallido de la crisis de Gaza: a Obama no le bastará con clausurar las dos guerras de Irak y Afganistán para culminar el giro. Era el último viaje del presidente con su socia del equipo de rivales, Hillary Clinton, ahora en vías de salida, que no pudo culminar la gira, puesto que fue requerida con urgencia en Jerusalén para obtener la tregua entre Hamás y Netanyahu.
La rapidez de China en su ascenso no se explica sin el zarzal iraquí y afgano con el que Bush entretuvo a Estados Unidos. Pero será difícil que Washington traslade definitivamente el pivote o eje del mundo y se dedique a disputar la hegemonía al socio y, sin embargo, rival estratégico que es China, si antes no cancela el pivote fijado por israelíes y palestinos en la tierra disputada de Oriente Próximo sobre la que todavía gira la estabilidad del planeta.
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