BBC Mundo
Marcelo Justo
El precio de los
commodities, fundamentales en el crecimiento regional entre 2002 y 2012, está
en su nivel más bajo desde mediados del año pasado.
En lo que va de 2013,
la plata ha caído un 23%, el cobre un 12%, el oro un 17%, el hierro descendió a
la mitad en seis meses, el petróleo se ha situado por debajo de los US$100 el
barril y la soja, sin desbarrancarse, conoció mejores épocas. Si bien algunos
productos primarios como el maíz se salvan de esta tendencia, el impacto es
claro.
Si se lo compara con
los precios de 2008, tanto los productos primarios energéticos (petróleo, gas)
como los metales industriales (cobre, aluminio) y los agrícolas (soja, trigo)
están hoy a una tercera parte del valor récord que tenían hace cinco años y aún
muy por debajo de lo que se pagaba en 2010 y 2011, dos años de repunte de la
economía mundial. Según el jefe de materias primas del banco de inversiones
danés Saxo Bank, Oles Hansen, se ha roto el vínculo que había entre inversores
y materias primas en los años previos.
"No se puede
decir si el llamado 'superciclo' de las materias primas está terminado, pero sí
está claro que entramos en un período en el que no veremos la escalada de precios
de los últimos años", le comentó Hansen a BBC Mundo.
Ese
"superciclo" que comenzó en 2002-2003 con la plena incorporación de
China al comercio mundial resultó en un período de sostenido crecimiento en
América Latina. Si es que efectivamente estamos al final de un período
excepcional, la pregunta es si nos encontramos en la antesala de una nueva
crisis.
China y la
especulación
La respuesta a esta
pregunta depende en gran medida de la explicación que se dé al aumento de los
precios de las materias primas. Si se piensa que la escalada de los precios se
debió a factores específicios de la
relación de oferta y demanda, se entiende que el pobre desempeño actual de la
economía global genere una caída de la demanda global.
"La demanda de
China fue fundamental en el aumento de los precios. Pero la economía china está
creciendo menos y está cambiando de un modelo basado en exportaciones a otro
más centrada en el consumo. Ambas cosas están afectando la demanda de materias
primas. Y la economía global no está en su mejor momento", señaló Hansen.
Si tomamos como
ejemplo el cobre, vemos que China es responsable de un 20% de la demanda
mundial del producto. Si en vez de crecer a un 7,8% como se prevee para este
año, creciera a un 5%, se estima que Chile, el principal productor de ese metal
en el mundo, perdería como mínimo un 1% de su Producto Interno Bruto (PIB).
El impacto de un
repliegue de la demanda sería inmediato. Las cosas son más complicadas si se
piensa que los precios se dispararon por
la ruleta de la especulación.
Según José Gabriel
Palma, especialista en economía comparada de la Universidad de Cambridge, en
Reino Unido, los precios están inflados por la "gigantesca casa de
apuestas" que es la globalización financiera.
"Los mercados
financieros internacionales están tan líquidos [con recursos disponibles] y con
tan pocas alternativas relativamente seguras de especulación que los
commodities, que al menos crecen al 4%, pasan a ser muy atractivos", le
dijo a BBC Mundo.
Esto se nota en un
defase patente. La economía mundial no ha salido de la crisis que estalló en
2008 pero las bolsas de comercio de Nueva York, Londres y Fráncfort están en
los niveles que había antes de la crisis.
"¿Alguien cree
sinceramente que esto refleja algún fundamento económico sólido en países
estancados o semi estancados, con la inversión por el suelo, sectores públicos
endeudados hasta el alma y la zona del euro con peligro de implosionar?",
se preguntó Palma.
Fragilidad
Sea por la oferta y
demanda, por la especulación o por una febril combinación de ambos factores, lo
cierto es que América Latina sigue manteniendo su dependencia histórica a los
productos primarios.
Esto es particularmente
marcado en Sudamérica, donde los commodities constituyen un 74% de las
exportaciones. En Venezuela, Ecuador y Chile la
incidencia de los productos primarios o manufacturados en base a recursos
naturales es aún mayor: alrededor del
90%.
En
Bolivia, Bolivia, Paraguay y Perú superan el 80% de las exportaciones y en
Argentina, Colombia y Uruguay se sitúan en torno del 60%. Sólo Brasil se encuentra en un 54%,
que igual es muy elevado si se lo compara con los países desarrollados.
En este contexto es
inevitable que una caída del precio de las materias primas tenga un claro
impacto en la balanza de pagos, resultado de todos los ingresos y egresos de
divisas (exportaciones, remesas, regalías, utilidades, importaciones,
etcétera), que se considera un parámetro de sostenibilidad económica.
El impacto dependerá
de la profundidad de la caída. Los optimistas piensan que la actual disminución
de los valores es un fenómeno pasajero y que los commodities, aunque no vuelvan
a su precio de apogeo, seguirán con vida.
"En cuanto la
economía mundial se recupere, repuntará la demanda de productos
primarios", le indicó Olsen a BBC Mundo. Los analistas consideran que la
demanda de productos energéticos y metales industriales es más
"elástica", es decir, más dependiente del desempeño de la economía
global.
Con los productos
agrícolas es diferente, porque el ser humano necesita alimentos para sobrevivir
y, salvo en caso de calamidad o guerra, la demanda tiene una tendencia a una mayor
estabilidad.
Pero la realidad es
que históricamente el precio de las materias primas se ha caracterizado por su
volatilidad. Lo que no quiere decir que los recursos naturales tengan que ser
una maldición.
Aprovechar
el momento
En la década de los
años 60, Corea del Sur dependía de unos pocos productos primarios: las algas
marinas, la seda natural, el hierro. El país aprovechó estos recursos para
financiar uno de los procesos de industrialización más exitosos del siglo XX.
El hierro se
transformó en acero que contribuyó a la creación de una industria automotriz
que hoy es una marca global. Corea del Sur inundó el mundo con sus propias
marcas electrónicas. Otro camino para aprovechar las ventajas que dan los
recursos naturales es la creación de fondos anticíclicos con los ingresos
extraordinarios de las materias primas.
Chile lo hizo en 2010,
la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) en 2011 y el mismo Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) constató en un informe, el año pasado, que
América Latina había aprendido algunas lecciones del pasado.
"Desde 2008, la
deuda externa del sector público ha disminuido y las reservas internacionales
han aumentado en las economías exportadoras de productos primarios",
señaló el reporte. El título del informe era borgiano y llamativo: "El
mundo de los senderos que se bifurcan".
De las políticas
concretas que adopte América Latina respecto a sus materias primas en este
mundo de senderos que se bifurcan dependerá que pueda aprovechar sus ventajas
naturales o que éstas se conviertan en una maldición que viene desde los
tiempos de la Colonia.
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