lunes, 16 de abril de 2012

Cumbre de Cartagena: un éxito para Colombia, un fracaso para las Américas

(Especial para Infolatam por Rogelio Núñez)-. La VI Cumbre de Las Américas de Cartagena de Indias ha dejado la sensación de que las diferencias entre América latina y Estados Unidos en el tema de Cuba y en la lucha contra las drogas han abierto una brecha que los presidentes no han sido capaces de cerrar.

En cuanto a la promesa de construir una nueva relación, propuesta por Barack Obama, resulta muy atractiva pero deberá ser llenada de contenido para que tenga credibilidad. Además, el liderazgo regional de Colombia y el prestigio de Juan Manuel Santos han salido pese a todo muy fortalecidos, el bloque chavista muy debilitado, lastrado por las ausencias de Rafael Correa y Daniel Ortega así como por la enfermedad de Hugo Chávez.


Juan Manuel Santos y Colombia hicieron un esfuerzo titánico para que todo saliera bien, y desde el punto de vista organizativo fue un éxito. Otro esfuerzo titánico del presidente colombiano fue conseguir un documento final consensuado, algo que finalmente no se logró.

Así lo reveló el ministro de exteriores peruano Rafael Roncagliolo, quien explicó que “el presidente de la Cumbre, que es el presidente de Colombia, está haciendo algunas gestiones para ver si es posible hacer una propuesta de reforma de esos temas”.

Un éxito de Colombia y de Santos
Pero Santos se encontró con que una brecha recorre las Américas. Los países del bloque del Alba y naciones como Argentina, Brasil, Colombia y Perú, pidieron que el tema cubano entrara en la declaración final. Además, había diferencias igualmente en el asunto de las Malvinas. El diario El Tiempo aseguraba que según el canciller venezolano, Nicolás Maduro, todos los países del continente, salvo Estados Unidos y Canadá, respaldaban una declaración de solidaridad de la Cumbre con Argentina.

Por eso, Santos tuvo que resignarse a anunciar que “no hay declaración, porque no hay consenso”, aunque trató de matizar el fracaso añadiendo que “el hecho de que no haya declaración no es un fracaso”:  “teníamos dos opciones. Una era enfocarnos en una redacción gaseosa, la segunda era hablar francamente, poner los temas sobre la mesa, los que nos unen y los que nos dividen, decidimos esta segunda opción y por eso, diría que esta sexta Cumbre ha sido la del diálogo y de la sinceridad”.

Pese a todas estas dificultades, la sensación que queda es que el gran triunfador de la cumbre ha sido Juan Manuel Santos y la imagen que ha dado Colombia. Santos ha demostrado que es un líder regional y Colombia un país de enorme proyección.

Esto lo subraya por ejemplo Andrés Oppenheimmer en el Nuevo Herald cuando dice que “solamente habrá un ganador incontestable en esta cumbre: Santos. Obama no ha creado ningún plan regional ambicioso de EEUU – como su acuerdo de libre comercio con Asia, la Asociación Trans Pacífica – que creara esperanzas en el hemisferio…Pero Santos está a sus anchas. Como anfitrión, asegurando constantemente que él está ideológicamente a medio camino entre Estados Unidos y los países de gobiernos izquierdistas de América Latina … el presidente colombiano trata de asegurar su puesto entre los líderes más influyentes de Latinoamérica”.

Santos, al menos, logró que los cinco temas oficiales de la cumbre salieran adelante: aportar más recursos para los casos de desastres naturales, fortalecer la cooperación en asuntos de seguridad ciudadana, impulsar el desarrollo de la integración en materia de infraestructuras e interconexiones eléctricas, fomentar el uso de las nuevas tecnologías de comunicación en el ámbito de la educación y la lucha contra la pobreza y en favor de la disminución de la desigualdad.

América latina importa

La Cumbre ha supuesto una reivindicación de la importancia y peso que va ganando la región. El anfitrión, Juan Manuel Santos, en su discurso inaugural, llamó a Latinoamérica y a Estados Unidos a superar “los estereotipos de que América Latina es una región problema y de que Estados Unidos es una potencia imperialista”.
Obama y Santos los dos grandes protagonistas de la cumbre

Santos propuso a los presidentes de los Estados Unidos y Brasil trabajar para tener una posición concertada en la próxima cumbre del G-20: “nadie produce conocimiento, ciencia, educación de calidad si uno es superior a otro (…), todos sabemos que no existe diálogo entre personas y países desiguales, solo hay cooperación si nos ponemos como países que dependemos unos de los otros para así hacer de este mundo más próspero”.

La idea que ronda en la región la resumió así Santos: “si EE UU se da cuenta de que sus intereses estratégicos de largo plazo no están en Afganistán o Pakistán, sino en América Latina, tendremos grandes resultados”.

En esa misma línea Dilma Rousseff pidió un cambio en el modelo de relación entre Estados Unidos y América latina: “el modelo que creo que es el adecuado es el de asociación, el de alianza, pero en un diálogo entre iguales”.

Barack Obama recogió el reto y explicó en la clausura de un foro de empresarios su compromiso por construir una “nueva era de asociación” con Latinoamérica: ”como presidente, me he comprometido a una nueva era de asociación con la región, incluida una mayor colaboración económica”. Ese cambio en la relación se debe a que Obama cree que hay “que aceptar que estamos en un mundo nuevo y que tenemos que relacionarnos de otra manera”.

En su mensaje también hubo claramente un llamamiento a que la región deje su tradicional discurso victimista y asuma responsabilidades: “a veces parece que algunas de las conversaciones están perdidas en el tiempo, remontándose a la década de los 50, hablando de la diplomacia de la Guerra Fría, de los yanquis… y ese no es el mundo en el que vivimos hoy”.

Y en clara referencia a Brasil sentenció: “en Latinoamérica, parte del cambio de mentalidad tiene que redundar que no siempre se mire a los Estados Unidos como el motivo de las cosas que siempre salen mal”.
Ahora queda que esta propuesta de “nueva era de asociación” cobre forma y no se quede solo en bellas palabras como cuando en la cumbre de Trinidad y Tobago de 2009, Obama anunció una relación “renovada”, de tú a tú, con Latinoamérica.

Falta de consensos

Las buenas palabras han contrastado con la evidencia de que existen fuertes disensos. Cuba y la lucha contra las drogas han profundizado la división entre Estados Unidos y la región, tanto con respecto a los países más alejados, el grupo ALBA, como a los aliados habituales.
Santos propuso un cambio de políticas con respecto a Cuba y a la lucha contra las drogas

Santos, de los más cercanos a Obama, fue el más claro: “el embargo y el asilamiento a Cuba no se justifica. Es un anacronismo que debió ser superado hace décadas … sería inaceptable otra cumbre sin Cuba presente … no podemos ser indiferentes a un cambio en Cuba. Es hora se superar la parálisis a la que lleva la terquedad ideológica y llegar a acuerdos por el bien del pueblo cubano”.

De la misma manera, se situó en el tema de las drogas: “hoy resulta oportuno hacer un alto en el camino y hacer una evaluación para establecer dónde estamos y para dónde vamos”.

La postura del colombiano fue secundada por el guatemalteco Otto Pérez Molina: “tenemos que dialogar sobre si debemos continuar haciendo lo mismo que hemos hecho por cincuenta años para combatir el consumo, producción y tráfico de drogas, a pesar de que no hemos logrado erradicar dicho mercado”.

El gobernante guatemalteco, que encabeza una propuesta de legalización del consumo, criticó finalmente la postura continuista de Obama: “esas medidas no son totalmente innovadoras. Respeto la posición del presidente Obama, me parece que su propuesta no se puede descartar. Creo que sí se puede invertir más en medidas de prevención, pero hay otras alternativas sobre la mesa, como las que proponemos”.

Pero la presión de sus más cercanos aliados no ha cambiado de forma sustancial la idea de Barack Obama para quien “la legalización de las drogas no es la respuesta…habría un comercio masivo de drogas y si no existen límites las condiciones podrían ser más dañinas que las que existen en este momento”.
De igual forma, en el tema de Cuba el presidente de Estados Unidos ha sido claro: ”no hay economía exitosa sin democracia o sin seguridad”.

Proteccionismo

Las políticas comerciales proteccionistas son otro de los temas que separan a la región y a Estados Unidos. Dilma Rousseff ha sido la que más claramente ha hablado contra el proteccionismo económico estadounidense: “en nuestra región tenemos que tomar medidas para defendernos, no para protegernos; hoy hablamos de proteccionismo pero tampoco somos ingenuos”.
Rousseff volvió a criticar las políticas económicas de Obama

Rousseff subrayó la palabra “defensa” ante la de “protección” y sostuvo que “muchas veces y años tras las políticas económicas de otros países han hecho colapsar nuestras economías y hasta han canibalizado a nuestros sectores manufactureros”.

Según Dilma Rousseff, el gran problema para América Latina es que la estrategia de los países centrales (expansión monetaria sin ajuste fiscal) provoca una devaluación artificial del dólar frente a las monedas regionales, favoreciendo las exportaciones desde las naciones industrializadas hacia los mercados emergentes.

Por eso Brasilia propone medidas que defiendan los mercados regionales del llamado “dumping cambiario” de los desarrollados.

Pero la brasileña parece que se ovidó del proteccionismo que ha empezado a ejercer su propio país, algo que de forma indirecta le recordó el mexicano Felipe Calderón cuando sostuvo que América Latina y el Caribe deben competir en “la cancha grande de la economía” abriendo sus mercados y reduciendo sus aranceles: “si hacemos que nuestros países jueguen en cancha grande permitiremos que jueguen a escala global y evitaremos la protección que a la buena o a la mala se genera intrafronteras por determinados intereses”.

México y Brasil mantiene un diferendo comercial que se ha acentuado a raíz de que el 15 de marzo pasado Brasil impusiera a México un límite a las importaciones de autos desde México. Dos días después, el secretario de Economía mexicano, Bruno Ferrari, declaró que sería “irresponsable” hablar de un Tratado de Libre Comercio con Brasil “en estos momentos”.

Por eso, Calderón fue muy claro al respecto: “si tú quieres tener una industria que exporte en tu país no la protejas. Si tú quieres tener un hijo que camine, no le prohíbas caminar. Si quieres tener un competidor, hazlo competir. Entonces es fundamental que en este debate que se presenta en América, porque hay intereses proteccionistas en Estados Unidos, pero también hay proteccionismo en muchos de nuestros países, en todos y en algunos sectores de gobierno”.

La decadencia del chavismo

La ausencia del mediático Hugo Chávez y de Rafael Correa, el más preparado intelectualmente de los líderes bolivarianos, ha dejado muy debilitado al grupo de los países del ALBA. A estas ausencias se unió la del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.
Evo Morales quedó como único representante del bloque bolivariano

Ese papel de defensa de las posturas del “socialismo del siglo XXI” lo ha cumplido el boliviano Evo Morales quien se preguntó: “¿de qué integración e inclusión podemos hablar si estamos vetando o excluyendo a un país como Cuba?”, y transmitió que el ”debe ser la última Cumbre sin Cuba”.

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) anunció el sábado que no participará en ninguna otra cumbre de las Américas sin la participación de Cuba, rechazada por Estados Unidos y Canadá: “manifestamos nuestra decisión de no participar en próximas Cumbres de las Américas sin la presencia de Cuba”.

El ministro del Poder Popular para Relaciones Exteriores, Nicolás Maduro, que acudió a la cumbre en ausencia de Chávez no suscribió la Declaración Final de la VI Cumbre,  debido a la falta de consenso con respecto al tema de Cuba, señaló el canciller venezolano.

Maduro aseguró que “los países del Alba, y estamos seguros que otros países de América Latina, no vamos a asistir más a este tipo de Cumbre llamada de las Américas si se impone la obsoleta política de exclusión de Estados Unidos”.

El ALBA está integrado por Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Cuba, Antigua y Barbuda y San Vicente y Granadinas. En resumen, esta cumbre no ha hecho sino refirmar lo que se ha podido percibir en otras citas, que la región está muy lejos de ser una unidad.

En palabras de Moisés Naím: “hay que entender que América Latina llega a esta cumbre muy dividida, hay una fractura importante entre los países del Alba (Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Cuba) y los que tienen orientaciones muy diferentes en materia económica y de política exterior. Es muy interesante enfatizar que hay más diferencias dentro de América Latina que entre algunos de sus países y Estados Unidos. Por ejemplo, entre Ecuador y Colombia, entre Argentina y Chile, entre México y Venezuela o entre Chile y Bolivia. Es muy cómodo para estos países escoger temas que pongan el reflector en la relación con los Estados Unidos y que hagan que el debate sea en torno a éste, lo cual permite evadir la conversación sobre las propias relaciones y carencias.

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