En medio de tensas manifestaciones, a comienzos de abril el presidente al Asad aceptó la dimisión en bloque del último gabinete. El nuevo ejecutivo, liderado por el ex ministro de Agricultura Adela Safar, afronta la misión de, entre otras cosas, levantar la ley de emergencia en vigor desde 1963, liberalizar la prensa e instaurar un cierto pluralismo político.
En este sentido, con el objetivo de calmar las protestas y los temores de las comunidad internacional, al Asad, que heredó el poder de su padre en el 2000, decidió este jueves "liberar a todos los detenidos en los recientes acontecimientos, exceptuados aquellos que cometieron actos criminales". Sin embargo, a fines de marzo, en un esperado discurso ante el Parlamento, el mandatario afirmó que las transformaciones democráticas ya habían comenzado desde su asunción. Lejos de aceptar las demandas de su pueblo, culpó a una "conspiración internacional" por las protestas, que no cesaron hasta el día de hoy. Por eso, muchos analistas sospechan que su estrategia es ceder en aspectos, en principio, menores, para mantener el status quo.
En este contexto, Human Rights Watch acusó a Damasco de torturar a los opositores detenidos durante las protestas, a lo que se sumó el jueves la denuncia del diario The Wall Street Journal, que reveló que Irán comenzó a entregar equipos anti-motines a Siria y que tiene agendadas otras entregas. No es un dato para menor: el acercamiento entre ambos países hace años que preocupa a la comunidad internacional, así como la injerencia de Teherán en la región.
"Pensamos que hay información creíble de que Irán está ayudando a Siria a reprimir a los manifestantes", aseguró el vocero del Departamento de Estado, Mark Toner. Y sostuvo que si esto es cierto, el régimen "no puede hablar seriamente de reformas".
Con respecto a Irán, recordó que se trata de un gobierno con un gran historial de violaciones a los derechos humanos. Y recalcó: "Les animamos a jugar un papel más constructivo y de abstenerse de los asuntos soberanos de otros países".
"Las declaraciones del portavoz del Departamento de Estado no tienen fundamento. Si tiene pruebas, que las dé", respondió un responsable sirio, que pidió anonimato.
Las afirmaciones de Toner tienen lugar luego de que, tras años de tensión, el gobierno sirio nombrara un nuevo embajador en Washington, apostando al diálogo para poner paños fríos a los temores de su relación con el régimen iraní.
Inquieta la escalada de violencia
Los embajadores de España, Francia, Alemania, Italia y Gran Bretaña en Siria "condenaron el uso de la fuerza por parte de los servicios de seguridad contra manifestantes pacifistas" y "llamaron de nuevo al gobierno sirio a responder a las demandas legítimas de la población Airia, y a emprender reformas políticas creíbles".
En sintonía, la Comisión Europea rechazó la firma de un acuerdo de asociación con Siria que incluye ayudas, ya que la situación allí "suscita una gran preocupación".
Human Rights Watch fue muchos más lejos y acusó este jueves a los servicios de seguridad e inteligencia sirios de torturar con "instrumentos de electro-shock, cables y látigos" a manifestantes, abogados, activistas y periodistas que han adherido a las protestas y fueron detenidos. Un comunicado dice además que los arrestados fueron alojados en celdas hacinadas y que muchos fueron privados de sueño, comida y agua.
La organización humanitaria explicó que basa sus acusaciones en entrevistas a 19 personas que han estado detenidas por los servicios de inteligencia sirios en Damasco y otras ciudades, así como a varias familias de detenidos. Entre ellos había dos mujeres y tres adolescentes de 16 ó 17 años. Y recordó, como viene haciendo, que decenas de personas murieron desde que comenzaron las protestas, a mediados de marzo.
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